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sábado, 24 de abril de 2021

Letra ecológica de carnaval

 

Ubrique y su Sierra, un complemento perfecto.

Desde hace décadas nos ha preocupado la conservación de nuestro entorno

porque no podríamos ser más privilegiados y había que cuidarlo.

Y esa inquietud se plasmó en la letra de un pasodoble de 

una chirigota "ilegal" de finales de los ochenta del siglo pasado.

Nos llamábamos "Los superhéroes ecológicos".

Para recordarla y perpetuarla, podemos canturrearla

con la musiquita de los "Guanaminos".

La letra ecológica de carnaval, dice así:



"Cuando cojo mi mochila...



y me marcho de excursión,..



no se olvida la bebida...



la comida...



y el bolsón.



Voy en busca...



de ese llano...



que está en la Primera Aljibe.



Me he puesto los "coreanos"...



y dos buenos pares de calcetines.



Mientras subo dejo detrás...



las últimas casas.



Por desgracia me he de encontrar...



muchísimas latas.



¡Qué pena de nuestra Sierra!



¡Qué abandonada que está!



¡Toda llena de basura...!



Creo que no lo aguantará.



El día que ella se harte...



Yo sé lo que va a pasar.

¡Con una lluvia de piedras...




la Sierra entera protestará!"

(Ojalá eso nunca pase y sigamos velando por ella)



.

viernes, 12 de octubre de 2018

Hasta el infinito y más acá

Cuentan las buenas lenguas que la belleza de nuestros parajes es infinita.
Ese pueblo que está en el regazo de su propia sierra, tiene un nombre que
es un bello sonido a los oídos de sus soñadores habitantes.



Hay un Jubrique en Málaga y un Ourique en Portugal...
 pero Ubrique, solo hay uno.



Visto desde arriba parece...
Parece...
¡Parece que está abajo...! ¡Tan tranquilo...!
Pero para verlo desde arriba hay que repechar 
y eso es lo que íbamos a hacer aquel día.



Subir hasta el infinito si hace falta... o más acá,
para recrearnos de su "infinita belleza".
Partimos nuestro ascenso puestos los pasos camino del aljibe de tío Paco
-la construcción humana en uso de cota más elevada en la sierra- desde el Caldereto. 
Nos salió a recibir diligente, el lindo perrito amigo nuestro
que se confundía con las piedras calizas y que es protagonista
 de uno de los meses del calendario solidario de 
Ubrique en verde, "Los animales importan".



¡Y en un pis pas ya estábamos arriba...!
Pero no olvidemos que nuestra intención era el "infinito"
así que más arriba...



ya se ocultaba de nuestra vista la panorámica de nuestro querido pueblo.
Habíamos llegado a una zona donde la sierra estaba
 "multifragmentada" longitudinalmente. 
Longas fisuras que al irse expandiendo durante millones de años
le confieren ese aspecto de "derrame tectónico infinito".
Y entre diaclasa y diaclasa nos encontramos con infinitos...



valles agrestes...



y verdes valles,
estos usados antaño como alfanjes para la producción de carbón vegetal...



intercalados con pretéritas construcciones de cobijo para animales.



Profundas simas sucedidas...



con elevadas y sugerentes crestas...



entre las que caminar -no sin esfuerzo- se convertía en pura imaginación.



A estas alturas- nunca mejor dicho lo de alturas- nuestra intención seguía
siendo la pretensión de continuar ascendiendo en busca del infinito.



Andábamos detrás y por encima del Cancho Grande 
-desde donde se puede ver la espalda de los pajarracos.



Un lugar apartado y que tuvo gran actividad humana en el pasado
-cuando criar ganado por lo visto era "necesario"...



¡La "majá" de las Tunas...!



Un lugar olvidado cerca del "infinito" donde todo se torna hiperbólico, enorme.
Sobre todo desde que está libre de la mano humana.



Incluso los lantiscos, esos arbustos que eran continuamente podados para la elaboración
de la energía vegetal, han "decidido" poseer troncos como árboles.



Nos podemos imaginar la vida rozando el ascetismo, de nuestros antepasados por estos lares. 
Posiblemente ellos no buscaran ascender al infinito místico -les quedaría un poco lejos-
pero la sensación de distancia y austeridad estaría siempre presente.



No obstante, al seguir ascendiendo, dimos de bruces con el tajo alto de sierra Baja.
Puede sonar a incongruencia, pero la parte más alta de la sierra de Ubrique
se llama Sierra Baja.
Sin embatgo, la cota alcanzada en busca del infinito era bastante importante.



Tanto que desde ella también pudimos ver la espalda de los pajarracos.



-¿Estará el infinito por encima del peñón del Berrueco?
-¿Buscarán en sus interminables vuelos los buitres leonados, también el infinito?
-por preguntar algo más.
Y en esas cuitas andábamos cuando creímos que ya era hora
 de ir regresando -y a la vez conveniente- a nuestro querido pueblo.



Y qué mejor que hacerlo por la entrañable puerta de Sierra Baja.
Esa singularidad calcárea que unía  nuestra
zona de búsqueda del "infinito" con el Salto del Poyo
-la salida natural del laberinto.
Una vez atravesada...



y sólo en unos metros, nuestra querida sierra, cambiaba su fisonomía estética.



De continuo y no falto de asombro para nuestros acostumbrados ojos,
las caprichosas formaciones calizas, fruto de la fragmentación y la erosión... 



aglutinaban el hermoso caos pétreo tan pegado a la Tierra y
 que al contrario de lo etéreo y eterno que andábamos buscando,
estas piedras vienen... ¡Con fecha de caducidad...! ¡Sí...!
¡A millones de años vista...! Pero... ¡Son finitas!
Y la duda existencial nos abordó...



-¿Para qué pretender el infinito cuando más acá, 
"a doscientos metros de nuestras casas", en nuestra querida sierra, se estaba genial?
¡Lástima que ya sí había que regresar a la comodidad del hogar, antes del crepúsculo!


(Dedicado con cariño al grupo de incursionistas -sin ir más lejos-
 de "A 200 metros de nuestras casas". 
Siempre en busca de la infinita belleza de nuestra querida sierra)



.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La entrada secreta hacia la Cruz del Tajo

Aquella incursión vespertina, nos llevaba nuevamente hacia la ascensión de posibles
peligros aún por descubrir y no queremos decir que desconozcamos la calle Peligros
por la que pretendíamos acceder hasta...



la calle Calvario. Allí encontramos una entrada poco conocida hacia la sierra.



Por ahí podíamos subir a la Mina, hacia la derecha, pero no es una entrada usual.
Y se notaba que no está en la ruta turística porque bajo el naciente manto verde,
 se alojan innumerables restos abandonados de antiguos muladares.



Viendo los ropones ajironados, datados de fechas anteriores a "Madre Coraje",
podemos comprobar que no está en el ánimo de "nadie", su limpieza y recuperación.
Tendremos que seguir "limpiando la sierra" y reciclando todo lo que podamos.



Desde que estuvimos en la base de la Cruz conservábamos la intuición de que
tenía que haber una "entrada secreta" que uniese esta parte con la del Camino de Ronda.
En aquella ocasión las tunas verdes con sus afiladas púas, no nos lo permitieron.
Sin embargo, desde la plaga de la cochinilla del carmín, las pobres chumberas
han estado muriéndose lenta pero inexorablemente, permitiendo...



el acceso a otras vistas sobre nuestro querido pueblo...



incluso antes del paso por detrás del mini tajo que alberga la lavadora serrana.



Llama la atención poderosamente la visión tan cercana desde este lugar, de nuestros
edificios emblemáticos y poder hacer encuadres "en verde" y originales.
Cuando miramos por delante el San Antonio, parece que no hay mucho terreno
entre él y el Tajo. Pero la perspectiva nos engaña...



ya que incluso hay pequeños desfiladeros antes de llegar al centro de la cuestión.



Piedras con magia. Escondrijos de juegos infantiles. Correrías de chiburraleas.



Esta sorpresa añadía rédito a la incursión pues al superarla, la vista...



puede elevarse a las alturas imponentes del magnífico Tajo...



y comprobar que en estas fechas, se cambia el icono por "la Estrella del Tajo".



Para desgracia de las tunas, lo que antes era meramente inaccesible...



ha dado paso al descubrimiento de lo que andábamos buscando...
¡La entrada secreta!
Una angostura de fácil acceso que nos llevará a territorio conocido.



El nexo de unión entre las dos partes. El sueño anhelado. Un camino
bastante frecuentado antes de la traída de las chumberas desde América.



Pronto estábamos ascendiendo por el lateral del familiar Tajo.



Y pronto estábamos ascendiendo, con el zoom,
 las imágenes de la mezcolanza entre lo nuevo y lo viejo.



Ascendiendo pero sin dejar de arrimarnos al filo...



para comprobar desde las alturas a vista de dron -que es más moderno que "pájaro"-
el "por dónde" habíamos cruzado hasta este lar. Desde aquí y pegado a la gran roca,
nos percatamos de la existencia de un reciente "chinchal" para meter animales, 



Y algo más arriba, pudimos ver otra vez, el nuevo aparcamiento de la Calera,
a través del caprichoso "trilito" natural. 
La prueba de "la entrada secreta" estaba superada...



ya no hacía mucha falta continuar la agreste y empinada subida desde la que,
con enfoque descendente, nos permitía vistas de impresión.



Y aunque no faltaba mucho para hacer cumbre en la temporal "Estrella del Tajo"...



llegamos a subir un poco más arriba de "la Piedra del Predicador"
-donde está la entrada de acceso al Huerto del Tabaco- hasta llegar...



al escondite del "Guardián de la Cruz".



El atardecer precoz de estos días de otoño nos instaba al descenso.
Y aunque pudimos haber pasado la noche recostado...



en la atrevida "cama" de piedra sin barandas, preferimos regresar al confortable hogar.



Desgraciadamente habíamos confirmado de nuevo aquello de que "Pasa la Tuna".
La desaparición de las entrañables chumberas que tanto tiempo formaron
parte de nuestra cultura y que con tan dulces frutos nos agasajaban,
ha dado paso al redescubrimiento de un camino que puede continuarse...



entre lo bello de contemplar a un San Antonio 
eternamente enamorado de la torre de la Iglesia...



y entre lo "no tan bello" de los interminables "detritus" humanos abandonados
a su suerte desde tiempo inmemorial. Y son tantos que algún que otro día
tendremos que decir nuevamente... "¡Vamos a desamueblar la sierra!"



Ya estaban encendidas las iluminarias de la Cruz del Tajo
-¡Bueno...! ¡La Estrella del Tajo!-
cuando regresamos al punto de partida.
Un nuevo lugar para futuras aventuras estaba a nuestro alcance.
Volvíamos convencidos de que el pétreo e inamovible...



"Guardián de la Cruz", esperaría impaciente nuestro regreso.




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