Antes de que acaben las fiestas navideñas de este año, en las que el San Antonio
ha estado inusualmente oscurecido como en espera de una sorpresa,
vamos a dar luz a una entrada propia que tiene por objetivo
facilitar la tarea de un personaje que, poco a poco,
se va colando de contrabando en nuestras legítimas tradiciones.
Una figura que usa, según otras culturas, las chimeneas como
vía de acceso para cumplir su importante misión para con los niños.
Por supuesto, no vamos a versar sobre los magos.
Ellos usan los balcones como entrada a la imaginación de nuestros infantes.
Ellos usan los balcones como entrada a la imaginación de nuestros infantes.
Nos referimos a ese personaje que parece sacado del planeta del Rey Gordinflón,
con su traje rojo chillón y sus remates blancos plumosos.
Como el susodicho es nuevo en nuestra cultura de portales y pastorcillos,
es de suponer que este año no ha podido hacer de su tarea, una misión impecable.
Así que vamos a echarle un cable al anciano de longas barbas con vistas
al año que viene, ya que cada vez son más los padres que prefieren
el árbol adornado para que los niños recojan sus regalos
-así tienen más tiempo para el disfrute. Para ello...
nos vamos a dar un paseo por las chimeneas y así explicar al venerable norteño
cómo son aquellas por las que pretende colarse en los hogares que así lo decidan.
¡Eso sí!
¡Qué tenga cuidado con las encendidas, por pura precaución!
Sobre todo las que son tan estrechas que más bien parecen propias para las fumatas papales.
Podríamos bien comenzar el periplo por encima del Jardín; en las Casas Nuevas,
donde destacan singulares figuras en forma de chimeneas.
Algunas ciegas.
-¡Qué para lo que hay que ver!
Otras, curiosamente tuertas.
-¡En el reino de los ciegos, el tuerto es el rey! -Como dice el refrán.
Otras cortas de vista
-con "lenteojos".
Y otras con los ojos bien abiertos hacia las faldas del Torero; uno de esos enclaves...
de entre los maravillosos encuadres en los que está inmerso nuestro querido pueblo.
-Un día de estos daremos una vuelta a Ocurris, allá al fondo en el Salto de la Mora.
¡Ay, Ubrique!
¡Por las chimeneas de Ubrique!
Sólo tenemos que mirar hacia arriba por encima de los tejados.
Las panorámicas cambian al igual que los puntos de vista.
Y chimeneas... ¡haberlas ahilas!
Humildes.
Soberbias
-tanto la madre como la hija.
Rústicas
-bien pegadas a la roca.
Pintorescas.
Surrealistas.
¿?
¿Lo qué...?
¡De lindas ardillitas!
Campestres.
Conmemorativas.
Hippies.
Curtidas
-con una larga vida industrial a sus espaldas.
"Guapas " y sabrosas.
Naturalistas.
Con afán de protagonismo...
y chupacámaras.
Algunas son de falsa apariencia como éstas que pudimos ver desde el balcón del tiempo
aquel día que sufrimos otro episodio de insalubres, malos humos...
y es que son los respiraderos que hay por detrás de la casa de las cerámicas de la Plaza.
No obstante, la que más parece pero no es, es la de la cúspide del famoso templete
del nacimiento del Benalfil, junto a la fuente de los Nueve Caños
-una de las más notables, salidas del romancero de las fuentes del pueblo.
Para que el señor del traje rojo no se pierda mucho en su próximo día de trabajo
que vendrá a ser a finales del dos mil catorce,
vamos a fijarnos en las que tienen por encuadre nuestra prominente sierra
y la señalan como su marco espectacular.
y la señalan como su marco espectacular.
esa entrañable sierra que a veces nos regala espectáculos soberbios
como este enjambre de nubes mammatus por encima de las chimeneas
que andan cerca de la nueva urbanización de los Veinte Pilares.
O éstas, también en "Pueblo Nuevo" que la Madre quiso ofrecernos una cortina
en un día de niebla casual por delante de la cornisa de los buitres en el Salto del Pollo.
Modernas chimeneas bajo una inmensidad pétrea incomparable.
Pero volvamos al casco antiguo de nuestro querido pueblo.
Allí las hay que quieren competir en altura,
con el campanario del Calvario de Ubrique, pero sin éxito.
Otras, en la calle Botica, se hacen día a día la sempiterna pregunta de...
Una de las tres cruces tradicionales de Ubrique, de las que sólo perdura...
la Cruz del Tajo, a la que las chimeneas a sus pies, le rinden pleitesía,
llevándola siempre en la cabeza...
y en ciertos casos en el más estricto sentido literal.
Que aunque parezca un montaje...
¡No lo es!
¡Todo en la vida depende del prisma óptico con que se mire!
Le hemos dedicado este monográfico "chimeneero" al señor bonachón del saco de regalos
que en Navidad seguirá intentando colarse por nuestras chimeneas con su ¡Jou, jou, jou!
Esta entrada de hoy ha sido un instructivo paseo por los remates de los tejados de Ubrique
pero queremos terminar aclarando que esa grandota que se ve en el centro,
no es una de ellas... ¡Es el campanario de la Iglesia!
Esperemos que la próxima noche de Navidad con este conocimiento de nuestras chimeneas...
ese señor afable, espíritu navideño del norte de Europa,
tenga menos problemas para cumplimentar su cometido.
No obstante, viéndolo "arrelingado" por nuestros balcones,
lo mismo va cambiando de opinión y modifica sus costumbres.
Todo se pega pero por nosotros que no quede.
tenga menos problemas para cumplimentar su cometido.
No obstante, viéndolo "arrelingado" por nuestros balcones,
lo mismo va cambiando de opinión y modifica sus costumbres.
Todo se pega pero por nosotros que no quede.
Mientras, los tradicionales, esperaremos impacientes la noche de los reyes.
¡Qué para eso le ponemos la estrella de orientarlos y todo;
colocada allá arriba, bien pincha sobre el Tajo! ¡Ah!
Y por fin pudimos averiguar el secreto de la oscuridad del San Antonio...
aunque con la buena humedad reinante afortunadamente en estos días,
gracias a la lluvia y además de noche, esta última foto que lo descubre...
¡ha salido algo borrosa! ¡Sorry!
Y
¡Felices Reyes!
Y
¡Paz!
.
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