viernes, 18 de enero de 2013

El madroño del Rodezno

Misterioso, el Rodezno ayer nos desveló muchos de sus secretos...



pero aunque se mantiene impertérrito como sumido en una nebulosa atemporal...



 hemos de mirar un poco más allá del pintoresco lugar para descifrar otro de sus misterios.



Pegado al antiguo Rodezno por detrás del Nacimiento, está la antigua huerta de Carretero.



que tuvo su esplendor al mismo tiempo que la huerta del Convento 
cuando el "complejo industrial" era un hervidero de vida laboral.



Nadie sabe -y si alguien sí que nos lo haga saber- como llegó hasta allí pues es una planta
más propia de los Alcornocales; si fue sembrada o creció espontáneamente...



lo cierto es que desde hace mucho tiempo no son pocos los que pudieron colarse
a la huerta para comerse algunos de los frutos...



del madroño del Rodezno.



Por suerte o por desgracia, ya hace tiempo que la maleza crece a sus anchas en el terreno...



haciendo imposible poder por diciembre, disfrutar de sus rojo-anaranjados frutos...



siempre y cuando antes se salvara el obstáculo que suponen de por sí,
 las aguas del arroyo del Búho que si llueve...



se dirigen chispeantes...



a un lugar del Rodezno que dejó de tener secretos para los seguidores de Ubrique en verde.



Las cristalinas aguas de la sierra van a hacer su entrada triunfal en Ubrique a través...



del túnel que se seca en verano...




  atravesando las entrañas de las antiguas -de futuro incierto- ruinas. 
Desde ellas y tratándolo de distinguir entre los algarrobos, parrones, higueras bravías
 y zarzas, podemos observar...



hasta la saciedad...



nuestro hasta hoy desconocido madroño.
Vamos a intentar verlo desde otro ángulo. Para ello...



nos encaramaremos por encima de los tajos del nacimiento de la Cornicabra...



donde está el depósito del mismo nombre...



y desde allí admiraremos otra perspectiva de la huerta de Carretero...



en la que vive el paso de los lustros, nuestro protagonista de hoy...



este "arbutus unedo" de la familia de las ericáceas.



Algún día hablaremos con Francisco, el dueño del otro lado, para poder visitarlo
de cerca y sin zoom, eso sí que sea en diciembre. ¡Je!
Por ahora dejamos atrás los muros del Rodezno buscando
 la calle Nacimiento hacia la Parra.



Se siente algo de nostalgia porque tenemos que dejar atrás y como entre rejas,
 aislado, a nuestro amigo.



¡Que la Gran Madre Tierra le dé mucha vida y muchos frutos....



al madroño del Rodezno!



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1 comentario:

  1. ¿Qué decir? Después de leer y ver tu entrada se queda uno con la boca así (como no la véis os la describo)abierta como la de un hipopótamo bostezando. Enhorabuena.

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