La Pilita Abajo como calle con dos nombres, es también llamada y nadie sabe por qué,
plaza de Colón (pero con tilde en la segunda O porque si no, sería otra cosa más oscura)... ¡Bueno, eso! La Pilita Abajo de Ubrique, tantas veces modificada en su fisonomía
a lo largo de la historia de nuestro querido pueblo, ahora si que sí, nos ofrece
a la vista de propios y extraños un nuevo esplendor luciendo un nuevo génesis.
La calle del Agua (cuyo nombre no figura por ninguna parte y es que los ubriqueños sabemos que se llama así), ha estado como mística y triste mientras duraba la magna obra.
Ella misma estuvo incluída en la operación reforma.
El caso es que, lo que para unos es mucho tiempo nueve meses de obras interminables
y para otros es necesario dicho tiempo para hacer las cosas bien como nos merecemos,
a otros seres, entre ellos las "ratas voladoras", les ha venido de perlas
pues han podido pasear por ella, sin riesgo alguno de atropello.
Una vez se terminó la calle...
comenzó la zapatiesta en la plaza.
Todo arrancado desde la raíz hasta las puntas, menos los naranjitos, curiosamente.
Cascotes, escombros, cortes y maquinarias han hecho frotarse las manos
a los fabricantes y vendedores de trapos del polvo.
Pero siempre hay un dicho de alivio...
"¡Y lo bien que queda después!"
Una misión: Fundir la calle del Agua con la Pilita Abajo.
Y una pregunta en todos los transeúntes: ¿Cómo quedará?
Al parecer va a llevar una fuente como en años pretéritos.
También se instalaban veladores para poder ver
el desarrollo de las obras, cómodamente.
Obras que con esmerada paciencia, manos de tradición artesana,
iban colocando una junto a otra, las piedrecitas antiguas auténticas,
bien recicladas y enrasadas, en una tarea sumamente ímproba...
ganando terreno, centímetro a centímetro al replanteo hecho con...
bordillos de granito, más propio de otros lares porque por lo visto,
ya no existen maestros canteros para la roca caliza de nuestra sierra y
que aún podemos ver ejemplos de su trabajo, en las aceras de la calle San Sebastián.
Ya de noche, era un placer admirar el trabajo terminado con su "lecheo" imprescindible.
Ya se le veía color pero aún había ciertos intríngulis flotando en el ambiente.
Se oían comentarios surtidos de cómo iba a ser la conclusión.
Pero primero se estaba terminando el forrado de los aledaños con esas losas de piedra, a las que no hemos tenido más remedio que acostumbrarnos desde que en el siglo pasado empezaron a taparnos directamente, nuestros irrecuperables empedrados clásicos de la plaza de aparcamientos de la Verdura y de todo el Casco Antiguo, con un más que dudoso gusto
por la estética de ese Ubrique pueblo blanco, serrano, turístico, etc, etc.
por la estética de ese Ubrique pueblo blanco, serrano, turístico, etc, etc.
Poco a poco, se culminaban las yagas con su sello de mezcla,
bien cargadita de cemento que luego ya se sabe...
bien cargadita de cemento que luego ya se sabe...
y ya sólo nos quedaba desvelar el misterio central.
Las casualidades de la vida, sin menoscabo para la actividad laboral propia,
hicieron que Ubrique en verde fuese testigo esa mañana,
sobre esta misma parte de obra terminada...
Las casualidades de la vida, sin menoscabo para la actividad laboral propia,
hicieron que Ubrique en verde fuese testigo esa mañana,
sobre esta misma parte de obra terminada...
de la exposición del molde gigante del símbolo por excelencia de la herramienta ubriqueña:
La Patacabra o Petacabra, según se guste.
Nuestro imprescindible José Duarte, el Hippy, ya tenía dibujado una enorme piel de vacuno, símbolo complementario de la laboriosidad ubriqueña, en todo el medio.
Y con ayuda, llevaron el modelo a su ubicación.
Vemos la secuencia...
Un tironcito por aquí y un tironcito por allá, se colocó exactamente donde se había decidido.
Con un yesote hizo el resto del trazado.
El popular signo de la victoria, o de la paz, o de ambas dos, en los dedos de Pepe,
marca un antes y un después en el nuevo génesis de la Pilita Abajo.
Queremos decir de José Duarte que, a nuestro entender, es una de las personas
más eficientes en su trabajo, por y para nuestro pueblo.
¡Ya no queda nada más que rellenar el gráfico!
¡Pero...! ¿Con qué?
La linealidad con los bordillos compuestos de cuarzo, feldespato y mica.
Pero antes...
hay que adherirlos al replanteo y colocar las reglas maestras.
También había que ir rematando la faena y como dicen los "manijeros" del campo...
"¡A jecho!"
¡Sin dejar nada atrás!
Por fin nos enteramos de las características del material que se emplearía
para ocupar la superficie de la patacabra sobre el pellejo.
Recién traídos de Portugal...
¡Cientos de cantos cortados a taquitos en dos colores!
¡Cientos de cantos cortados a taquitos en dos colores!
Rojizo para la piel y negro para la patacabra.
(¡La lata de refresco, no! ¡Algún mentecato como siempre!)
¡Y comenzó el puzle!
A vista de pájaro nos podemos hacer perfectamente una acertada idea del resultado final.
¡Esto marcha!
Sin prisa (las cosas a la bulla nunca salen bien) pero sin pausa,
los porosos cantos rojizos iban ocupando su lugar...
y el saco vaciándose.
Hay quien dice que han traído las piedras de Portugal porque
no teníamos bastantes en la sierra, ¡Je!
pero creemos que eso no puede ser así porque carecemos...
¿carecemos de piedras rosas...?
Todo el mundo anda pendiente del curso de la obra y
a todas luces se ve que aún no se puede pasar con el coche por aquí, pero...
siempre tiene que haber algún impaciente.
Ya sabemos que detrás de la piel roja, va la patacabra negra, pero...
¿Cómo iba a ser la Pilita de Abajo en sí misma?
Lo descubriremos en la segunda parte del Nuevo Génesis de nuestra plaza legendaria.
Por lo pronto, nos quedaremos con la expectación de la única toma que existe y existirá
-¡ya no se verá más!- de...
¡Esto!
(¡Quedan abiertos los comentarios para saber qué es!)
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Eso es... hierro fundido!!! Anda, danos una pilista
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