Cuando estamos ante la inconfundible y familiar silueta de la sierra del castillo de Fátima,
probablemente se nos venga a la mente un buen chorro de agua que
la Madre nos ofrece en toda época del año a su lado y cuyo topónimo,
responde a la pregunta de nuestra fuente de hoy.
Hacia allá nos dirigirán los pasos en una pequeña incursión (sin ir más lejos) que
realizamos algún tiempo atrás, antes del verano pasado.
Iremos buscando la derecha de ese lugar casi mágico desde el que...
la panorámica de nuestra querida sierra de Ubrique cambia sobremanera.
Ahí centrado se aprecia en toda su amplitud el "colonizado" cerro de Mulera.
Muy en contraste con el privilegiado lugar al que vamos.
Virginidad natural que por supuesto vamos a respetar absolutamente en toda su integridad.
El farallón esplendoroso donde se alza el castillo de la antigua ciudadela
de Cardela, prácticamente inexpugnable, aún no está deshabitado hoy en día.
Un nutrido grupo de buitres leonados viven con absoluta tranquilidad en sus tajos.
No es mal sitio para ellos y sus necrófagas actividades culinarias,
en cumplimiento de su papel primordial en el funcionamiento
de las cadenas tróficas del parque de los Alcornocales.
En la marcha nos encontramos auténticas angarillas ubriqueñas de palos
que hay que ir dejando tal y como nos las encontremos...
Como dicta la ley del campo.
y una vez rodeada, dejando atrás la cúspide del castillo de Fátima...
nos encontramos prontamente con un cruce de caminos.
Lo ignoramos y seguimos avanzando hacia la hermosa estampa que se nos ofrece
cuando dirigimos nuestra mirada...
al pantano de los Hurones, con la llamada isla de los Conejos junto a la Esparragosilla.
Un trecho más por este antiguo camino...
y cuando tenemos a tiro de zoom el enorme "bocado" que se le dio
al monte de la cantera para hacer la presa...
se abre el lugar que va a arrojar luz, a nuestra exhortación inicial.
Cuentan que cuando los manantiales de Ubrique llegaban a secarse en épocas de sequía,
con cántaras a lomos de mulos, los paisanos venían a buscarla a este lugar y
si se encontraba a alguien de vuelta con las cacharras llenas y chorreantes,
siempre se hacía la misma pregunta... "¿Hay agua?"
Bajo los exuberantes árboles deciduos desprovistos temporalmente de su verde manto...
se da con el manantial.
Es una más de las catalogadas en el "proyecto conoce tus fuentes"con el que
hemos conseguido para Ubrique, la certificación de "Villa de la Cien Fuentes"
Es una más de las catalogadas en el "proyecto conoce tus fuentes"con el que
hemos conseguido para Ubrique, la certificación de "Villa de la Cien Fuentes"
Daba igual que fuese agosto o enero
que si la pregunta era clara y nítida como el líquido elemento,
la respuesta siempre era resplandeciente y cristalina...
"¡Agua hay!"
El chorro Aguay.
Seguro que su nombre es otro y Aguay sólo es su derivación lingüística,
pero las leyendas son la tradición oral de un pueblo y nunca deben perecer;
tal cual es la intención de este humilde blog.
A saber la procedencia de las venas acuosas que acarrean bajo
la montaña el agua hasta este continuado chorro. El caso es que...
a simple vista el aforo de drenaje de la montaña en los aledaños es bien escaso
para que siempre se halle agua en esta legendaria fuente.
Como siempre los retornos se perciben más cortos en el tiempo...
por eso el regreso trató de ser más pausado adrede, con el fin de recrear la vista con
los extraordinarios contraluces y matices que nos brindaba el entorno.
Delante de nosotros se lucían entrelazados lugares con nombres fantásticos...
Mulera, Cardela, Alcaría, Albuera, puerto de los Negros...
Como de fantasía fue una veredita que
nos llamó muchísimo la atención junto al camino principal.
La curiosidad fue superior a nuestras fuerzas y
decididamente recorrimos los escasos metros...
que llevaban hasta el filo de una especie de mirador natural.
A veces -muchas veces- la realidad supera a la fantasía y fuimos testigos de excepción
del espectáculo que la Gran Madre Tierra nos presentaba ante nuestros maravillados ojos.
Y lo mejor de todo es que estábamos disfrutando en muy buena compañía.
Fue como si el tiempo quedase parado por un instante en aquella
"pequeña parcela" de terreno, según el punto de vista de la Madre.
Pero había que regresar...
y concluimos el camino de vuelta rodeados de continuo de plena Naturaleza.
Mirando aquí y prestando atención allá,
como tratando de descifrar los innumerables detalles
y secretos del grato encuentro con la pureza.
Pronto llegaríamos a ver nuevamente en su plenitud
nuestra sierra de Ubrique tan familiar y ante tanta grandeza,
nuestra sierra de Ubrique tan familiar y ante tanta grandeza,
tuvimos que asumir el sentimiento de nuestra auténtica realidad...
¡Nos sentíamos inmensamente pequeñitos!
(Si quieres ver "Fuentes VIII. Los Calzones del Garciago, pincha aquí)
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Aguay Manuel. Me ha gustado mucho. A ver si das con la cantera de mármol rojo de Ubrique. ¡¡¡¡ÁNIMO!!!!
ResponderEliminarEstupendo reportaje Manuel, si algo caracteriza a los andaluces es la economía en el lenguaje, para qué buscarle otro nombre más complicado a la fuente, donde hay agua...aguay
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