Los que vivimos entre montañas tenemos el privilegio de ser espectadores
de los espectáculos maravillosos que nos regala la Gran Madre Tierra.
Aunque toda la primera parte del solsticio haya pasado sin mucho frío...
¡Ya llegó la hora del helado!
(Foto de Ester Cabello)
Y no nos referimos a los que nos comimos en la playa este verano
-playas maravillosas de nuestro litoral que andan descansando ahora
del trasiego continuo de bípedos intentando cambiar el color de la piel-
sino al helado invierno que se recrudece en el interior.
(Foto prestada)
Ya quedaron atrás los ciertos conciertos de la Navidad. Actuaciones de los mismos
que estuvimos no ha mucho tiempo con el Fantasma de la Ópera.
Es la época de los prontos atardeceres...
(Foto de Ester Cabello)
la búsqueda de la calidez artificial...
los platos reconfortantes...
y los postres musicales.
El invierno nos invita a estar a resguardo...
A disfrutar calentitos de una buena ración de Cultura...
A abrigarnos bien para estar en la calle...
Siendo un buen ejemplo de ello este año don Emilio, el de Vista Alegre.
Hemos podido ver como el cielo se encapotaba -lo normal en estas fechas-
y nos dejaba caer sobre las cabezas su preciado elemento. Precipitaciones a las
que seguimos la pista de sus litros por metro cuadrado, en "el agua caída en Ubrique".
Agua que transforma cualquier rincón escondido de nuestro querido pueblo...
(Foto prestada)
en rabiosos y raudos torrentes -como vemos en esta foto que nos enviaron por whasap.
Y está muy requetebién que "caiga caldo" porque así...
se recuperan nuestros manantiales que no son pocos.
Pero en raras ocasiones, el viento del Norte se deja notar.
El aire se torna cortante. El frío aprieta las carnes...
y hasta la Sierra parece que entra en gélido trance.
Las temperaturas descienden...
hasta congelar los charcos del deteriorado camino del Naranjal...
y la escarcha regenera la hierba verde que creció en otoño.
Tanto frío que no hay otro tema intrascendente de conversación.
Hace "tanta rasca" que tirita de frío...
hasta el desconocido peñón de Peligros.
Incluso al Calvario de Ubrique no le importaría ponerse una rebequita.
El cielo blanquea de modo especial -color níveo...
y comienza a caer sobre las montañas la que trae tras de sí, un año de bienes...
dejando a posteriori aposado en las cumbres, el encanto del manto blanco.
Todo un reclamo para ir a verla, a sentir su frialdad primigenia, y como no,
a pegarle un buen bolazo de nieve a los seres queridos, en un antiguo rito.
Pero para que nieve en nuestro querido pueblo es más difícil -escasa cota para ello.
Sobre los más elevados picos de nuestro macizo particular de la sierra de Ubrique,
podemos ver caer algunos retazos de alba pureza, pero lo que es abajo, en el seno de su valle...
hay que remontarse muy atrás para ver como cuajó la nieve en nuestras plazas.
El frío lo sentimos igual pero de muñecos de nieve con zanahoria, nada de nada.
Los de Ubrique estamos acostumbrados a subir a ver la blanca nieve, allá arriba...
a Benaocaz, a Villaluenga o a Grazalema.
Desde esos lugares maravillosos de la Sierra de Cádiz, los aventureros...
(Foto de Eduardo)
nos mandan para compartir, exóticas instantáneas que parecen lugares más del Norte.
Fotografías, todas ellas que nos sirven para ilustrar con bellas estampas congeladas...
la gran nevada.
Como todo es pasajero, no hay que desesperar. Pronto llegarán tiempos más cálidos...
y reanudaremos ese otro privilegio que tenemos los que vivimos entre montañas
que podemos darnos un gratificante paseo por ella a cada instante...
¡Cuando entra el gusanillo...!
.
Desde luego sois unos artistas.El reportaje es modélico.Periodísticamente actual y técnicamente perfecto.Pero lo que más me maravilla es la ultrarapidez del maridaje de lo literario y lo tecnico. Viva Ubrique en Verde y mis sobrinos que lo mantienen
ResponderEliminar