lunes, 23 de noviembre de 2015

Pasa la tuna

"Pasa la tuna en Santiago
Cantando muy quedo romances de amor
Luego la noche sus ecos
Los cuela de ronda por todo balcón..."

"Cuando la luna te dé serenata
No te enamores compostelana
Que cada cinta que adorna mi capa
Guarda un trocito de corazón..."

Son fragmentos de una canción de tuna. Sabemos cómo se llaman  pero
cuando de pequeños escuchábamos este tipo de canciones, se nos venían a la mente...



estas arraigadas y peculiares plantas -las chumberas, las paletonas, las tunas.
El caso es que nuestra foránea tuna está tan inmersa en nuestra cultura natural
que ni siquiera los autóctonos de aquestos lares caen en la cuenta...



Las variopintas tunas delimitan fincas. Buenos "bardos" naturales obviamente.
Sin necesidad de alambres de espino ni extendidas mallas cinegéticas
-que tanto daño hacen a los animales silvestres.



Esas familiares y sanas tunas de las que esperábamos que,
año tras año, una vez emprendida la primavera...



poderlas ver florecer en el atractivo colorido que anunciaba su dulce verano.



Y con el estío, la llegada de sus afamados frutos -y no sólo por el dulzor...
-¡"Cuidado con las semillas!"



Llegado el caso y blandiendo el tridente redondeado de caña...



se iban depositando los paletos... "¡Huy, no!"
Se iban depositando los tunos... "¡Huy, tampoco!"
Se iban depositando los chumbos... "¡Eso...!" ¡Los higos chumbos...!
Para barrerlos sobre la arena seca para despojarlos de las incómodas espinas
que podían clavarse en las manos o en cualquier parte porque también volaban.



Y del barrido, a la caja para poder demostrar al mundo...
¡Cómo pelar un higo chumbo sin morir en el intento!
Son necesarias dos cosas, el fruto de la tuna -indispensable-
y una buena y afilada navaja.
-"Se coge el higo...



se le corta la corona sin que se desprenda del todo...



después el "culito" lo mismo.
Se le hace una incisión longitudinal sólo a la ruda y verde piel...



y clavando las uñas a ambos lados del corte central...



se abre hacia uno y otro lado en sutil movimiento.
Y como por arte de magia...



aparece desde su interior el tan afamado néctar.
La cáscara del higo chumbo a la cubeta y aquél del que no podemos
atiborrarnos -por razones obvias- pasa...
  


a la bolsa para su transporte hasta los paladares más exquisitos.
Pero ya llevamos tiempo -uno o dos años- que...



la silueta de lo que ha pertenecido por lustros a nuestra cultura
aún sin ser autóctona -como dirían los entendidos-
se está lamentablemente, difuminando.



Ya rara vez veremos a los risueños y elocuentes vendedores de chumbos
a la puerta de nuestros mercados tradicionales porque...



a nuestras altivas y acomodadas chumberas...
¡Les ha llegado la aciaga hora...!
¡Otro "éxito" más del daño impune del animal humano a la Gran Madre Tierra!
Por eso es el título de la triste entrada de hoy.
"Pasa la tuna", pero sin cantar, sólo con un desgarrador grito de auxilio.



El caso es que esas tunas que se codeaban de tú a tú con algarrobos, lantiscos,
 acebuches y cornicabras, han sido presa fácil para un simple insecto...



¡La cochinilla del carmín...!
Un "bichito de laboratorio" que se salió de madre y que,
al igual que el picudo rojo creó la enfermedad de las palmeras,
se ha instalado en nuestra paletonas.



Al principio le salen unas manchitas blancas que se van expandiendo...



más y más...



hasta que el "Dactylopius coccus" -que así de feo se llama-
 termina por "aburrir" a ...



nuestras chumberas en su total integridad.
¡Les da exactamente igual que estén protegidas dentro del parque natural...!



La familiar imagen de esbelta, lustrosa y puntiaguda,
 ha dado paso a una silueta decrépita, patética y moribunda.



Ya no serán lo mismo los paseos por la carretera de Cortes.
Ya no son lo mismo las tardes de verano que se plagan 
de minúsculas mariposillas blancas que al quitarlas,
 dejan un rastro rojo -como de sangre- en nuestra ropa.



-¿Y por qué se apellida "del carmín"...?



Porque si le refregamos una piedra -por ejemplo...



el tono que aporta es de lógico color... ¡Carmín!
-¿No será que de aquí sacan -las marcas de cosmética-
 algún subproducto de laboratorio y
que se le escaparon unas cuantas 
que están reproduciéndose -y mucho?
Y bastante tienen ya las pobres tunas 
-en su pasar-
 con sus tonos carmines...



para que algunos las sometan a otros tonos antinaturales
y así mofarse de su propia destrucción...
-como cuando asistimos a "una absurda colección de piedras pintadas".
Es probable que el sujeto lo hiciere por venganza. 
Es seguro que el sujeto...
-"¡Se vio "apretao" de higos chumbos cuando chico!"



Ya sólo nos queda dedicarles un triste adiós...



a nuestras excelsas proveedoras ¿sempiternas decoradoras?.
 portadoras del exdulce verde,
"formapartes" de nuestros rincones más íntimos.
Una lágrima -y mil, si caben-
para lamentar una tropelía más de los "poderosos humanos"
Porque ni siquiera...



sus preciados frutos se salvan..,
¡Snifff!



Y aunque en nuestra hermana Villamartín -junto a la la fuente de la Zarza-
parece -a ojo de buen cubero- que aún no ha llegado la plaga...



en nuestro querido pueblo, podemos lamentarnos 
cantando con lágrimas en los ojos aquello de...
"Pasa la tuna en Ubrique
cantando muy quedo romances de amor.
Luego la noche sus ecos
los cuela de ronda por todo balcón..."



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domingo, 8 de noviembre de 2015

La cueva de la Vieja

Hay veces que, metidos en el Hoyo, nos sentimos como encerrados.



Entonces miramos a la sierra y surge la ilusión, la imaginación y la emoción.
¡Pero solo contaríamos con dos horas!



-"¡A las once en la nueva Plaza de la Verdura!"
Y allí estuvimos.



Y mientras subíamos, los ojos -como siempre-
se percataban de los detalles pintorescos del Casco Antiguo.



Nuestro destino era la cueva de la Vieja...
-¡Las cabrillas altas iban y la luna rebajada!



Nos cedían el paso atemorizadas...
-¡Por algo el humano es el ser superior! 
Pero ese poder no nos da el derecho sobre los animales.



Y llegamos justo por encima de la antigua calera
-extinto motor económico de la sierra de Ubrique.



Allí estaba lo que habíamos anunciado y veníamos a buscar...
"Mañana dos hermanos, daremos un suave y tranquilo paseo ascendente
hasta las entrañas de la cueva de la Vieja que durará dos o tres horas.
Por si alguien se anima y quiere... a las once en la plaza de la Verdura"



La cueva de la Vieja de cuyo nombre desconocemos su etimología.
Pero como somos de renombrar, si es preciso, así lo haremos.



Desde ese día, la cueva de la Vieja se llamará...
¡La guarida del Allien...!



Las entrañas a explorar más abajo de la antesala, estaban esperando que descendiéramos.



¡Es una cavidad amplia y confortable!
¡Reguladora de la temperatura...!
En verano hace fresco y en invierno calorcito.



Con sus estalactitas y sus estalagmitas
-poco frecuentes en nuestro parco patrimonio espeleológico.



Había que ir buscando algunos vestigios del pasado habitado del refugio natural.
Pero solo vimos dos botellas de  plástico... ¡Muy de lamentar!



Era hora de plasmar unas poses para la posteridad.
¡Todo un descubrimiento para nuestra aventurera amiga Pilar!



Tenemos que reconocer que deambular por las entrañas,
es como volver al vientre de la Gran Madre Tierra.
Hace cincuenta mil años se pensaba que de las profundidades nació la vida.



Y un servidor como lo sabe, acabó posando en postura fetal en la autofoto
-o sería mejor llamarle "zerfie".



Así que renaciendo al exterior.
El exterior brillaba de manera especial.
¡Cómo si fuese una nueva luz a la salíamos!



Satisfacción por ir aprovechando tan bien las dos horas.
Dos hermanos y nuestra acompañante de excepción.



Pero aún nos faltaba el regreso.
Siempre salen bien las fotos con nuestro querido pueblo de fondo.
Y más en estos parajes que tantos recuerdos traen a nuestra mente.



Recuerdos de la infancia con las subidas a la Era del Ubrique el Alto,
a la cueva del Tío Pepito, a Umrica o a la Cruz del Tajo.



Nos dio tiempo incluso, de pasar por el Llanito de la Munición.



Y algo más arriba, por la otra calera... la de los Llanetes. Junto a ella, a la calera,
 la piedra con la segunda cruz de herradura, labrada para señalar la cañada.



Y como no, recordar aquellos tiempos cuando las madres llevaban a las hijas a lavar,
con la panera, a la Fuente Última del nacimiento del Ubrique el Alto.



Era la una cuando bajábamos de nuevo a la realidad, pasando por la "bogambilla"
-"¡Ya sabemos qué se puede hacer en dos horas!"




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