jueves, 11 de mayo de 2017

La higuera y el Convento

Aunque Ubrique en su conjunto sea un verdadero espectáculo para los sentidos...



hay una parte -cerca del Convento de Capuchinos-
 que es de vital importancia para nuestra vida.



Basta mirar desde el majestuoso Convento hacia la Cornicabra,
para empezar a "olernos" algo
-y eso que esta instantánea es de cuando todavía estaban los pinos del Depósito.



Se trata de un lugar que brilla por sí sólo -al menos cuando amanece tras el tajo del Moro.



-Pero antes vamos a despedirnos de Gaty que ha estado agazapado espiándonos
entre los jardines del Convento, para ver que es lo que nos traíamos entre manos.



Tras la higuera de la izquierda y por delante, 
vemos como vierte su secreto cristalino en el Rodezno.



El Rodezno -mención aparte- representado por artistas noveles y consagrados.


Un emblemático enclave etnológico con un brillante pasado y un lamentable ahora.



Puede ser la debacle más extrema aunque sea el rincón más "bonito" de Ubrique.
En su abandono se pobló de higueras bravías -las que provocan urticarias con su leche.



Y camuflado por tan peculiar follaje de acantos, perritos e higueras
 pero protegido a cal y canto ...



 -nunca mejor dicho lo de "a cal y canto"- 
brota de ese vital lugar, la considerada 
mejor agua de la sierra de Cádiz
-según estudios hidrogeológicos.
¡¡¡El Nacimiento!!!



Un emplazamiento cargado de recuerdos, de vivencias pasadas.



Restos de lo que antaño fuese un lugar de encuentro y reencuentros,
 de idas y venidas para procurar el líquido y primordial elemento.
De ahí eso de... ¡Tanto va el cántaro a la fuente...!



Una parte tan antigua de nuestro pasado que hasta las conchas
de los pobres caracoles han empezado el proceso de fosilización...



y donde presuntamente se vivieron momentos trágicos de nuestra historia
-como parece atestiguar esta bala de plomo.
Estos son los tesoros del Nacimiento pero qué duda cabe que el mayor tesoro...



es el agua. 
Y la que sobra, se marcha hasta el río -que más abajo también hace falta.
Pues justo encima del rebosadero está nuestra protagonista de hoy.
Una señora que sabe mucho "de higos a brevas".



Se trata de una higuera corriente en la que se posan los pájaros.
Una higuera que se ha propuesto quitarle protagonismo a sus vecinos del Convento.



Cuando es invierno pasa desapercibida.
Sus despojadas ramas como moda otoño-invierno,
parecen no interferir en el campo de visión hacia los cipreses del Convento.



Pero a medida que va trocando el tiempo hacia la moda primavera,
va desperezándose la caduca higuera y va diciendo ¡Aquí estoy yo!



La Ficus Carica -símbolo de prosperidad en el pasado- 
iba eclosionando sus yemas con el calorcito y mostrando sus tonos verdes,
 formando un tapiz que ocultaba poco a poco la silueta del Convento.



No obstante, los pájaros seguían esperando acceder al interior de los siconos 
-o sea, a que les cayera la breva.



Y a veces había que esforzar la vista para verlos -los pájaros.
Hojas y frutos emergían día a día con latente paciencia alimentados por
su látex blanco que recorría el interior de sus grises ramas. 



Y así con el esfuerzo fotosintético -que sabe a sabia- 
esplendorosa lucía nuestra higuera esperando 
la cálida moda verano de Ubrique en verde. 
Ya sólo se veía un poco de la copa de uno de los longevos cipreses.



Como cantara Miguel Hernández en su elegía...
"Volverás a mi huerto y a mi higuera
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera."
Muy poético, pero un "alto andamio" es lo que íbamos a necesitar...



para poder observar el Convento desde el Nacimiento,
 con la higuera de por medio, desde una cota más alta.



-¿Y si para obtener mejor campo de visión
optábamos por subir a los tajos de la Cornicabra?
Y no es que tuviésemos que repechar...



como lo hacen de maravilla las cabras montesas que se ven en el estío...



sino desde arriba; desde el depósito al que envían las aguas del Nacimiento,
 los motores de la Parra. ¡Pues allá que subimos!



En la subida nos esperaba Gaty, en su casa...



y salió corriendo a recibirnos cordialmente, antes de llegar. 
¡Hay que llevarse bien con los animales!



Ya en el depósito, dos chivillos juguetones pero despistados,
 nos llevaron al filo del tajo.



Desde allí la visión del enclave era bastante óptima y familiar. 
No obstante, como buen herbívoro 
-mientras que con su cuerno derecho nos señalaba nuestro tesoro arquitectónico-
 lo más importante para él...



era la hierba, relegando así para su gusto, al Convento a un segundo plano.
Y hablando de cuernos, también nos encontramos con un señor gastrópodo
-como aquél de sal caracol.



¡A todos se nos caía la baba ante la pintoresca panorámica...!
¡Y sin la higuera de por medio!
¡Bueno...! ¡Se les caía la baba a unos más que a otros...!
Lo cierto y lo fijo es que del patrimonio arquitectónico que
ostenta nuestro querido pueblo, el Convento...



es uno de los que más luce sin descanso, tanto de día...



como de noche. 
A propósito, a estas horas noctámbulas, la higuera se estaba poniendo "morada" de dormir
-que para eso es de la familia de la moráceas.
 De noche descansa mientras cambia oxígeno por "ce o dos",
Al día siguiente y hasta que vuelva a quedarse desnuda de hojas en otoño,
seguirá sin dejarnos ver esta maravilla y sus dos cipreses, desde el Nacimiento.




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domingo, 7 de mayo de 2017

El Castillo de Fátima, todo un privilegio

Aquella tarde fue todo un privilegio adentrarnos por el camino, del mismo nombre
que el castillo al que fuimos invitados a ascender. Y decimos invitados pues al ser una
propiedad privada, se necesita  autorización... y llave.
El castillo estaba sobre una atalaya prominente dentro la finca de Fátima.



Mientras esperábamos para poder entrar por la privativa cancela, estuvimos admirando la maravilla que supone la visión de nuestra querida Sierra desde cerca de las faldas del Torero.



Allá, sobre la atalaya del castillo, perduran los restos
 de lo que antaño fue un importante enclave histórico.



Cientos de vuelos de los "pajarracos" que en sus cortados anidan, surcan
y han surcado, los cientos de años de historias de "moros y cristianos".



El resto de invitados llegó a la era de más abajo. Un selecto grupo de personas
que realizan salidas semanales a la sierra pero siempre "Llaneando en Vertical".



Al frente de ellos nuestro hermano Francisco que es el que había procurado la clave.
Delante se ofrecía imponente el privilegio de una ascensión añorada.



Pero antes una instantánea recuerdo del grupo para los anales.



Trazamos un camino bien marcado por una ilusión que flotaba en el ambiente...



hasta llegar al primer destino... 
¡La laguna de Fátima! 
Lógicamente con la escasa lluvia caída en Ubrique, estaba seca... ¡Una pena!



Era grato compartir asiento de tronco de lentisco centenario con alguna de las profes.
Y entre anecdóticos comentarios pronto estábamos...



a la zaga del impresionante farallón... 
¡Ya no tenía tantos vuelos...!
¡Ya no ofrecía tanta resistencia...!
Como buen castillo que se preciare...



también el nuestro tuvo en su época su ciudadela... ¡La afamada Cardela!
Nombres como Ponce de León, duque de Arcos, surgieron en las explicaciones...
¡Entre profesores andaba la cuestión...!



Y de la ancestral villa, al fortín bien ubicado, habitado desde los tiempos romanos.



Momento para otro privilegiado recuerdo grupal en la vetusta plaza de armas...



y a la fortaleza... "¡Allá vamos!"



¡Momentazos a las puertas del castillo...!



¡Seguidos de impresionantes panorámicas...!
-con Ubrique y su sierra, al fondo.



No faltaron "duelos" de disparos fotográficos entre derruídas almenas.



Ni momentos contemplativos.
El vuelo de la imaginación... ¡Imparable!



Y mientras algunos nos distraíamos con fotos de gratos e "históricos" recuerdos...



los más "impacientes" habían llegado al vestigio más destacable de la cumbre.
Estábamos a punto de comprobar el por qué aún seguía en pie.



Bastó subir un poco más para percatarnos de que no era sólo un muro "pelao"...
¡Algo encerraba...!



¡Era una oquedad que guardaba algo muy familiar...!



La imprescindible agua estuvo bien servida antaño.
Un "impluvio" en romano.
Una "aljibe" en árabe.
Una "cisterna" en cristiano...



¡Una maravilla, en resumen...!
Pero aún quedaba un nuevo reto de altura.



¡Alcanzar la torre de la parte sur...!
Una torre vigía a la cual llaman "La de la Ventanita"...



por razones obvias. 
Y aunque parezca una puerta al vacío con unas vistas extraordinarias,
el diminutivo que la nombra, hay que contrastarlo...



así que decidimos hacernos algunas junto a ella verificando sus reales dimensiones.
Era un privilegio volver a estos dominios de la historia tres décadas después.



Era un privilegio compartir la experiencia con entusiastas 
del patrimonio natural e histórico que nos rodeaba.



Pero era hora de reorganizar el grupo arriba en el "depósito" del bastión inexpugnable.



 A pesar del embeleso, con las impresionantes vistas al pantano de los Hurones, incluidas...



la tarde noche apremiaba el retorno. Había que descender de los dominios moros...



o cristianos, según fechas que por estar enclavado en territorio de la Frontera, 
unas veces sus almenas eran defendidas por los cristianos y otras,
por los moros, en ancestral y perdurable litigio.



Últimas poses de salida y fuimos desandando lo andado.



Y aunque nos pilló la noche bajando del castillo de Fátima,
eso no fue óbice para ir pensando que...



fue todo un privilegio poder participar con "Llaneando en Vertical", en aquella 
particular zambullida en la historia de este singular emplazamiento donde antaño se 
devaneaban entre reyertas y períodos de paz, los caballeros de la cruz y los de...



la media luna.

¡Aunque algunos grupos quieran seguir la contienda, la mayoría deseamos la paz!



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