lunes, 24 de junio de 2013

El Víctor de la Serna. 50 aniversario

El colegio de infantil y primaria más longevo de Ubrique, cumple este año medio siglo. 
Diez lustros en los que lo más primodial dentro de sus instalaciones han sido las
"cosas de niños", entendiendo que cada época "ha cantado" con su propio estilo educativo.



No hemos hecho referencia en el texto a la fecha de su inauguración.
Excesivamente obvia por un lado y por no ser repetitivos en exceso,
 con ciertas fechas sospechosamente memorables.



Como colegio recién estrenado, había que advertir a los conductores de  
los poquitos coches que circulaban en ambos sentidos por el corto trayecto con
el que contaba la incipiente avenida de España de entonces. La arteria comercial 
principal de nuestro pueblo acababa en el reciente edificio de Correos y Telecomunicaciones.
Más abajo era terreno de frescas huertas, siendo la de Morilla la que más recordamos.
Así que se colocó en un lateral de la fachada del Andalucía (de "el cine en Ubrique"),
una flamante señal triangular de aviso de peligrosidad infantil (chiburraleas en desbandada).



Cinco décadas cual mochila a la espalda, transforman una señal lustrosa,
en un ruinoso adefesio digno de ser conservado por ser una curiosidad histórica.



En una época de marcada heterofobia en la que imperaba la separación por sexo,
los Grupos de los Callejones -así llamado entonces- se dividía en dos alas.




Por una parte, el Golondrón. Obviamente para los chicos...



que eran llamados a filas con su campana...



sin dar tiempo nunca de entrar en el servicio exclusivo siempre perfumado,
ni para "mayor", ni para "menor".



El Golondrón contaba con su patio de recreo. El marro, el pañuelo, las canicas...
 -¡bueno, los bolindres!- o el espectacular trompo, con la pulla de acero en lo de Martel. 
-¡Qué increibles recuerdos!



Como intentaban inculcarnos eso de sentir temor o desagrado hacia las personas de sexo contrario, las niñas iban al otro ala de la escuela que por pura casuística...



contaba igualmente con su aseo particular -en eso no hemos cambiado mucho...



y como no, con su campana para la llamada de las féminas a la Golondrina.



En su patio, ellas jugaban a otras cosas más dulces y menos jadeantes que las de los zagales.
Las estampas con las cajitas de pastillas carminas,
 la comba (siendo favorito el saltar a "Cole, colección una")
o el tocadé, pintado en suelo con un yesote, eran los principales en el ranking de las coletas.
"Los niños con los niños, las niñas con las niñas", era incluso el título de una canción.



Menos mal que con el tiempo, se desmontaron las vallas que separaban los dos patios.



El primer director.
Las leyendas urbanas contaban que por detrás de su casa, en el Prado,
se aparecía el tío del saco. ¡Qué miedo!



Los primeros profesores...
 de izquierda a derecha, Rafael Rubiales Castro, Antonio Domínguez Domínguez, eran los llamados profesores idóneos es decir personas que no tenían el Magisterio terminado pero 
que tenían unos conocimientos y una formación adecuada "idóneas" para poder enseñar
 en los colegios. Los profesores son Antonio Moreno Jaén y Juan Luengo Muro, 
entonces profesores interinos, es decir, que aún no tenían las oposiciones y
 por tanto carecían de plaza en propiedad.



Aquella fue una época de técnicas educativas que resultan tétricas en la actualidad.
Frases lapidantes como "¡Quién bien te quiere te hará llorar!" o "¡La letra con sangre entra!",
pululaban en la atmósfera seria y solemne de las severas clases magistrales.
La persona, en el más amplio sentido de la palabra, estaba relegada al ostracismo.
A los niños con problemas de nerviosismo, no se les atendía con apoyo psicológico...
¡Se les metía entre pecho y espalda una infusión de adormideras y listo!



Esta era la clase de Don Luis Amor Rebollo. En ella, un puñado de asustados chiquillos,
comenzamos a entroncar con los primeros albores, en la cultura.
Esos primeros momentos nunca se olvidan, de ahí su importancia vital.



Don Luis tenía como todos los demás, sus propias y extendidas reglas...
Cubrirse en enquistadas filas antes de entrar a la clase.
Estar quietecitos y derechitos en la banqueta pero con las "manos a la vista".
Lijar los pupitres de madera de los mamarrachos dibujados en ellos.
Teníamos a la fuerza que asumir las lecciones y... ¡Ay de aquél...! 
que no se aprendía las tablas cantando ¡una por una, una...! 
 En su defecto el aliciente para su aprendizaje era fácil...



mientras más nudos tenía la "regla"...
¡mejor y mas pedagógico era!
Pero existía otra que era la reina del orden.



Nos referimos a la que se le temía como a una vara verde... 
¡La palmeta de goma!
¡Esa sí que nos ponía firmes!
Muchos íbamos a la sierra en busca de las cebollas "morranas" para intentar
mitigar el dolor en nuestras hinchadas manitas de niños de seis años.
¡Impensable en los tiempos actuales!



 Pero aquellos tiempos de reglas estrictas y calabazas...



poco a poco fueron pasando y aquella educación de color gris...




claudicó en un curso escolar clave en la historia.
El color iba a formar parte por fín, de la educación.
La democracia, cuentan que llegó a las aulas...



y la Escuela se transformó en un espacio de "calma sosegada".



La culura y el deporte imperaron. 
El buen juicio, la creativadad y el raciocinio, habían superado a la palmeta (la regla).



Ahora la educación es más productiva.
 Es más amplia y provechosa y los docendos pueden 
manifestarse sin ningún temor ni vergüenza.
En la fachada trasera de los Grupos,donde está la cerámica
 de la peculiar fecha de su inauguración, hay...


 una placita, con naranjos y unos bancos.
Un rinconcito donde la juventud actual a veces se reúne
 para manifestar sus inquietudes tanto culturales...



como artísticas, cual auténticos decoradores de exterior.



Un lugar ideal para exteriorizar su espíritu incipiente en el banco...



y la rebeldía en la pared.
Pero sólo añadir un apuntito... Da la impresión como si la tan añorada libertad
de otrora hubiere trocado un poco, en libertinaje. Pero...



a pesar de todo, no queremos y lo proclamamos a los cuatro vientos 
que la antigua "regla" vuelva a las andadas.
Y aprovechando que ya no pueden darnos con la palmeta 
-llamada así porque servía para golpear en la palma de la mano- 
por las travesuras, hemos osado
-y no diremos cómo- 
montarnos sobre el voladizo de los porches, 
sin otra intención que...



saber cual fue la fábrica sevillana que hizo la cerámica del quincuegenario rótulo con
el nombre del mítico colegio... "Grupo Eslorar Victor de la Serna y Espina".



Es muy probable que desde el comienzo de esta entrega onomástica, nos estemos 
preguntando eso de quién sería ése que tiene la Espina al final pero nos da la 
impresión que tal intringulis sin duda por nuestra parte, fue otra historia.



Enhorabuena a todos los alumnos, profesores y demás personas que han formado
parte de la ilustre historia de nuestro imperecedero centro educativo.
¡Dos mil seiscientas semanas no se cumplen todos los días!





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martes, 18 de junio de 2013

Colección cinco. Cosas de niños.

Este conejo verde y adulto se está haciendo nuestra misma pregunta...
¿Cuántas veces de mayor nos hemos puesto como su color, de envidia sana cuando hemos...


visto jugar despreocupadamente y con alegría a un grupo de incipientes seres humanos
-humanitos saltando a "cole, colección cinco", por ejemplo- y viendo que no podemos literalmente sumarnos, terminamos pensado... ¡Bah! ¡Cosas de niños!?



Aunque los infantes tengan fama de peligrosos
y tengan que advertirnos del riesgo que suponen...



en el fondo podemos decir que son un sol...



y aunque a veces sean traviesos,
los niños forman una perfecta colección de soñadores.



¿Quién de pequeño no hubiese deseado un tractor verde o amarillo como 
el de la canción y jugar con él en el chalé de verano en la sierra?



Cosa de niños es el ser algo desordenadillos; aún están aprendiendo a hacerse mayores y 
en un exceso de confianza, van dejando sus bienes regados por doquier.



Pero donde mejor se les da eso de aprender es en la escuela.
Un servidor aún recuerda la escena de hace cuarenta y nueve años, la primera vez que
 nos llevó nuestra madre al Victor de la Serna -que este año celebra su cincuenta aniversario-
  por la calle doctor Reguera León; ella tirando de la mano y yo llorando.
 -"¡No...! ¡A ésa, no! ¡Qué ahí ponen divisiones y dan con la palmeta!"



Afortunadamente la escuela ha cambiado mucho.
 Ahora todo es paz y armonía (al menos en el intento).



No existen diferencias entre niñas y niños, sólo las fisiológicas naturales.
¡Lógico! ¡Hasta el agua es la misma!



Aprenden a hacer colecciones que son agrupaciones coherentes.
 Al verlas nos podemos preguntar el por qué no son verdes.



La vida para los educandos es más divertida actualmente.
Ya desde pequeño aprenden jugando las normas básicas para desenvolverse en sociedad.
(-"¡Esta bici es mía y no te la presto!"
-"¡Tú la tuya y yo la mía! ¡No doy!")



La etapa gris de la educación represiva ya fue superada. No obstante,
 aún existe un atisbo de cierto temor dentro de las clases pero es en los maestros.
Podríamos asegurar que en la actualidad, 
nuestros niños disfrutan plenamente de una vida en colores...



por eso tienen la colección de babis dispuestos para no mancharse  la ropa
con las ceras, las témperas y las "plastiquinas".



Pero la Escuela no lo es todo. Su educación primordial y básica está en las casas. 
Los primeros educadores son ineludiblemente los padres de las criaturas.
Ellos son los que enseñan a sus hijos el orden de las prioridades.



-"¡Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa!"
En este ejemplo se nota perfectamente que lo que está de más...
¡Son los jarrones!



Y en éste, claramente se ve que son los cachivaches que 
decoran el entorno junto al juguete infantil.



Como cosas de niños que son, ellos prefieren jugar espontáneamente a lo que surja.
No quieren sentirse encasillados ni recluídos en lugares concretos; 
ya tendrán tiempo para ello cuando crezcan.



Cualquier superficie suave y horizontal es buena para desarrollarse con el juego.
En la sana intercomunicación lúdica de los que vienen detrás, está el futuro de nuestro pueblo. 
Y al hablar de juegos, no nos referimos sólo a las "maquinitas" que indudablemente
están ocupando un amplio arco en la autoeducación de los peques, sino...



a aquellos tradicionales que aún se niegan a abandonar del todo,
 nuestra sociedad tan computerizada. 
¡Qué sorpresa más grata nos llevamos cuando nos topamos con este tocadé!



Presenciar el juego de los niños, es posible que sea la experiencia más entrañable 
que podemos tener los aburridos y envidiosos adultos.
Tal envidia nos lleva a decir cosas incongruentes como...



-"¡La infancia es una enfermedad que se cura con la edad!"
Seguro que si pudiéramos, volveríamos a sumarnos al carro de la niñez, a disfrutar de nuevo
de esos momentos como hizo el grupo de los increíbles "Toifiestao", de la Barriada de Andalucía, preparados en su intervención exclusiva para Ubrique en verde.
Decía Tagore que "la hierba siempre es más verde al otro lado de la orilla",
así que desde el punto de vista infantil...



esa etapa de nuestra vida, se nos hace a todos más larga que una micción cuesta abajo.
El momento de hacernos grandes, nunca llega. Siempre dispuestos a llegar más y más alto.
(Como en otras ocasiones, hemos "parchepixelado" los rostros de "todos los personajes",
 para favorecer el anonimato y nos reiteramos en lo de todos los personajes)



Las madres son las únicas que pueden permitirse el lujo de manifestar sus quejas
ante el  trabajo extra que suponen los hijos para ellas.
Pero hay que tener en cuenta que las regañinas de las mamás son ligths.
Las alumbradoras -que dan a luz- son las que lo dan todo por ellos
(incluso la vida si fuera necesario. ¡Un beso a las madres!).



Pero no hay que olvidar la imprescindible labor actual de los abuelos, a los que
últimamente se les añade el calificativo de un simpático animal marsupial australiano.
Las abuelas por ejemplo, son capaces de todo. Una nieta entusiasmada nos contó...
-"La Tata con unas tijeras ha picado muy fino unas lanitas de colores y ha preparado...



un regalo extraordinario que ha hecho con paciencia y mucho arte para mí!"
(¡Manos artesanas anónimas de Ubrique,
 enhorabuena por vuestras increibles creaciones!)



Como Mili que con paciente minuciosidad, ha creado estas increibles miniaturas en piel,
más chicas que un dedal para los piecitos de las muñecas de su hija Noelia.
("¡Se hacen zapatitos por encargo!")



Para ir concluyendo la colección cinco de cosas de niños, reseñar que posiblemente lo que
 más coraje le de a una niña, es que una mayor le embarque su peluche. Y que...



posiblemente lo que más coraje le de a un niño, es que un mayor le embarque la pelota.
 (Ubrique en verde no ha caido en la fácil tentación de plasmar 
 niños jugando al balón en la Plaza. Esa sí que hubiera sido una buena colección).
Así que sin pelotas o peluches con los que jugar y
sumamente encorajados...



nuestros infantes se han puesto en pie de guerra.
-"¡Adultos, temblad! 
¡Llegan las nuevas generaciones!"


(Si quieres ver "Colección cuatro. Piedras corazón", pincha aquí)



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