El año pasado, Ubrique en verde publicó una entrada con perritos y
no nos referimos precisamente a aquella mítica de un día de perros.
Pues bien, si aún hay alguien que no la visitó en su momento,
hemos de decir que no nos referimos de forma reiterada precisamente,
a los miembros de la especie perruna
como esa inteligente perrita llamada Kica
que posó pacientemente de fondo para el encabezamiento
de los perritos de las casas de Ubrique.
Los perritos, ya sea en solitaria muestra delicada...
o en numeroso y aterciopelado grupo, forman parte de nuestra cotidiana vida.
Y mientras que en otros pueblos como Cabra -de Córdoba, al que fuimos de viaje
para visitar la extraordinaria fuente del Río entre otros tesoros, utilizan...
de una manera acertada, los perritos como motivo ornamental preferente de temporada...
aquí en Ubrique, normalmente pasan desapercibidos por su independiente
condición y se los relega a un segundo plano en los motivos florales.
(¡No! ¡No se trata de "aloherritos" ni "perrilohes"!)
El indómito antirrino -así llamado- se instala cómodamente sobre tejados y balcones cuando...
percibe que una casa está en ruinas.
Los perritos fueron testigos mudos del hurto en toda regla
de la original veleta en la ruinosa casa de la Costanilla de San Pedro.
Perritos que estaban ocultos tras la maleza de la recién despojada de ramones,
casa del Catalán...
o que crecen explosivamente por la calle Nueva, en la fachada trasera
del Salón Siglo XX que fue el primer local del cine en Ubrique.
Ya que estamos con los perritos de las casas "señoriales" de nuestro pueblo...
tenemos que reseñar los de la número ocho, de Peña en la Plaza...
los de la número veintidós, de Izquierdo en la calle el Perdón...
y los de la número cuatro, de Arenas en la Trinidad,
donde pasaba las vacaciones Paquita Larrea
(¡Sshh! La madre de Fernán Caballero).
Pero los perritos son imparciales y no hacen distinciones por la condición social.
Cuando detectan que "esta casa es una ruina", ¡allá van!
Les da igual que sea una humilde casa de la calle Saúcos, en el Casco Antiguo...
o un abandonado molino junto al río en la avenida del Rodezno.
¡Y, hablando del Rodezno...!
Quizás sea entre sus ruinas donde se encuentra la mayor aglomeración
de nuestro singular especimen. Como si quisieran todos beber a la vez
de las cristalinas aguas del nacimiento del Cornicabra por debajo de unas ruinas
que deben de encerrar algún extraño misterio, pues fueron objeto...
y motivo para las pinceladas del primer premio del concurso de pintura rápida de Ubrique.
¡Para gustos, colores!
Y el dulce rosa es color que en la moda de Primavera, aporta nuestro humilde protagonista
a este peculiar rincón, uno más entre los rincones escondidos ubriqueños.
Por desgracia, los perritos son impávidos e impotentes observadores de cómo,
año tras año se va degradando parte importante de nuestro patrimonio.
No sólo el histórico y turístico, como el Rodezno...
sino el sangrante despercicio de medios materiales y económicos,
en obras sin ninguna utilidad.
No obstante, lo que de verdad le gusta a nuestros sutiles perritos, es lucirse con donaire.
Son unos presumidos incorregibles y se instalan donde saben a ciencia cierta
que van a ir dirigidas las miradas de propios y extraños.
Encima de la fuente de los Nueve Caños. O, justo al lado...
sobre la cúspide del templete del nacimiento del Benalfil.
En la fachada de la misma casa edificada encima del Peñón de la Becerra...
Y como no, encima de la bien restaurada ermita de San Pedro.
Un edificio digno de visitar que se abre al público solamente en los plenos municipales.
En el polo opuesto, también lo hacen sobre el llamativo color amarillento de las
impermeabilizaciones en las fachadas laterales que se desnudan cuando los derribos.
Sin lugar a dudas, su lugar favorito es la torre del San Antonio,
nuestro carismático emblema distintivo.
La estampa inigualable que ofrecen los perritos de las casas es tal
que debería pensarse el proclamar a esta singular planta como quieran que se la llame,
conejito, guargüerón, jetón, boquiabierto, boca de león, boca de dragón,
patrimonio inmaterial vegetal de nuestros pueblos.
Indudablemente en Ubrique, los perritos aportan su delicado colorido en primer plano,
a nuestras vidas cuando decimos... -"¡Ya llegó la primavera!"
Los perritos suman encanto, en segundo plano, a nuestra entrañable sierra de Ubrique...
¡Paraíso natural!
Con su Cruz del Tajo como avanzadilla principal.
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Qué listo eres, joío. En circunstancias de igualdad intelectual, las autoridades estarían de ti hasta el mismo perro... digo, pelo (que a lo peor lo están, oye)
ResponderEliminarBien sabes tú que "los perritos de las casas" no tienen otra intención que las propuestas de mejora para sentirse ellos más orgullosos de su amado pueblo. Saludos abrazados.
Eliminarlas imágenes estan muy lindas y tienes toda la razon en lo que dices
ResponderEliminarBienvenida al grupo de los espontáneos e imprescindibles comentaristas de Ubrique en verde. Agradecerte tu comentario y añadir que las fotos sólo son una ínfima muestra de lo que nuestro admirable pueblo nos puede ofrecer. Sólo tenemos que abrir bien los ojos... ¡Ah! y el diafragma de la cámara. Lo dicho, gracias y saludos cordiales.
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