Desde cualquier lugar de Ubrique podemos ver claramente la ausencia
de algo tradicional de nuestro querido pueblo. Estuvo ubicado antaño
encima del promontorio, llamado la Viñuela que está por encima del Calvario.
(Vista desde la calle Real)
Nuestras miradas se dirigen precisamente a donde tendría que estar presumiendo oficialmente
la tercera de las cruces tradicionales que colocadas por un fraile,
actuaban como arma defensiva contra la amenaza real de
desprendimiento de rocas sobre la población.
actuaban como arma defensiva contra la amenaza real de
desprendimiento de rocas sobre la población.
No deberíamos menospreciar el valor de una cruz.
No lo comentamos por el sentido religioso de la palabra.
Ni siquiera por aquello de "¡A la salú del día de la Crú!".
Lo decimos porque las cruces históricas - Benalfil, Tajo y Viñuela-
forman parte de la tradición ubriqueña desde hace siglos
-detalle que no se tiene muy en cuenta.
La leyenda al respecto es muy explícita...
"¡Cuando caiga la última Cruz de las tres,
Ubrique desaparecerá bajo las rocas que lo rodean!"
¡Y sólo nos queda una...!
¡Y sólo nos queda una...!
(Vista desde la calle Botica o Sagasta pero de Primo, nada.
¡No a las calles con dos nombres o tres!)
En el año 1994, nuestro padre don Manuel Cabello, encargó a nuestro hermano Francisco
la colocación de las otras dos, aparte de la Cruz del Tajo, para la conmemoración
de una de las extraordinarias efemérides que organizaba en pro de la cultura de su pueblo.
Al ser de madera, "las termitas" y las inclemencias, las abatieron tristemente
por carecer de mantenimiento y sin ser repuestas por quien debiera hacerse cargo.
Hará un par de años, antes de que existiera Ubrique en verde,
hicimos una incursión -sin ir más lejos- a la Cruz de la Viñuela que quedó reflejada
en el "blog lila", en la que pudimos colocar en su emplazamiento lo que quedaba de ella.
Desde entonces cada vez que ese "recuerdo", cae....
subimos nuevamente...
y lo colocamos raudo y presto.
Con tantos "días de perro" y tanta "¡agua va!" que hemos tenido este invierno que
apenas nos ha dejado disfrutar de ver el sol, la "muestra crucera"
-el travesaño que es lo que queda- ha obedecido nuevamente a la ley de la gravedad.
¡Esto no puede quedar así!
¡Hay que volver a colocar el sutil recordatorio!
Así que...
¡Allá vamos!
Elegiremos partir para la ascensión, la singular calle Concejo.
Por allí treparemos subiendo la infinita escalinata de Concejo Alto que nos deja en el Carril.
Nos acompañará para acometer la crucial empresa, un incursionista de lujo...
Nuestro querido Arturo "Kapel AO", vanguardista compositor de Hip-hop que
ya desde pequeño, tuvo una marcada tendencia por la música
(como veremos en los recuerdos del Paso Indio)
-y no es pasión de padre-
siempre acompañado de su inseparable compañera...
la intrépida y fiel Kiara que se desenvuelve por la sierra mejor que las propias cabras.
Hemos iniciado la ascensión por la vereda que hay junto
al Calvario, oculta entre la vegetación.
Pronto llegamos a una zona donde se suaviza la intensidad rocosa y ascendente.
¡El palo que no corona por ahora la cima de la Viñuela, pronto lo hará!
¡A ver con qué nos encontramos en esta ocasión!
La primavera espléndida excita a Kiara, haciéndola retozar a placer.
Con Ubrique a nuestros pies, respiramos con satisfacción al saber que estamos
pisando por enésima vez, la familiaridad de nuestra entrañable sierra.
De vez en cuando, Arturo le advierte a la perrita...
-"¡Hey, Kiara! ¡Corrige tu itinerario!
¡No vayas a alterar la fisonomía de la frágil y genuina orquidea...!"
¡Bueno! En realidad lo que le decía era...
-"¡Kiara! ¡Cuidado con esa flor...!"
No obstante hemos de reconocer que la primera frase fardaba más.
¡Quedaba tan bien!
Optamos por asirla y no sólo por las flores sino para que no pudiera despeñarse
en su ímpetu porque habíamos llegado al corte súbito que hace la sierra...
en el Paso Indio.
Ahí vemos desde las alturas esa especie de merga que sirve de nexo entre los dos pasos.
Con un giro encrespado continuamos la breve subida que resta hasta la cima de la Viñuela.
Allí estaba yaciente nuestro travesaño emblemático que como ser inerte sin poder de decisión, esperaba paciente su siguiente reubicación serrana.
Casi veinte años le separan del gesto de hoy...
cuando fue instalado con su larguero, en ese hueco por primera vez,
en recuerdo de esa parte que le correspondía en la historia de su pueblo.
Y mientras la impresionante sierra de Ubrique que se yergue a sus espaldas, era testigo
de su nueva colocación "recordatoria", alguien más estaba plasmando desde la calle Botica
la emulación de la tan cacareada efeméride. Paso a paso -y hay que agudizar la vista...
nos fue tomando las instantáneas de la gesta.
Así quedó para otra temporada instalado el logevo travesaño...
para que al menos produzca la interrogación en la mente de las personas que
se percatan de su presencia sobre aquel picacho que
antaño estuvo plagado de viñas por entre sus vericuetos llanitos.
(Gracias Edu, no sabemos qué haríamos sin tí)
El nieto respira satisfecho de la hazaña pues ha estado emulando
las proezas de su audaz e inolvidable abuelo Manolo,
siempre presente en la historia y la cultura de su queridísimo pueblo.
Para terminar, una promesa...
-"¡Seguiremos subiendo a colocar el mástil en su sitio siempre que resulte abatido,
hasta que "alguien" coloque una genuina cruz en su lugar.
Y lo haremos mientras...
tengamos fuerza y agilidad en las piernas...!"
¡Ah...!
¡Y el palo!
.
Arturo y Manuel, rehaciendo un poquito de Historia. Menos mal, Manuel, tenemos un poco más de margen antes de que Ubrique quede enterrado entre las piedras.
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