martes, 5 de junio de 2012

Hotel Aguanueva

Desde el cerro de los Olivares de Ubrique y tirando del zoom, se puede plasmar
esta imagen que podemos contemplar desde innumerables zonas de la Sierra.
Multitud de leyendas rodean este peculiar edificio que sobresale en el Cintillo,
bajo el tajo de Aguanueva, al lado del Puertecillo.



Hoy trataremos de desvelar los secretos de lo que queda en pie del
HOTEL AGUANUEVA.
Vamos a adentrarnos en sus lúgubres muros, como lo vienen haciendo multitud de personas
para una infinidad de actividades, la mayoría destructivas, desde hace más de cuarenta años.



Lo primero que encontramos entrando a mano izquierda es un "pelaero de taganninas".
Probablemente no haya dejado ninguna este depredador de dos piernas, ni para simiente.
"¿A dónde vas, chiquillo?"




Todo está destruido concienzudamente, techos, paredes, puertas... El enclave elegido para la
construcción era privilegiado. Tanto por la parte trasera, donde iba la entrada principal,
 como...



por la parte de delante, con unas vistas inmejorables a la Sierra y a los Alcornocales.



Aquel Hotel incluía en sus instalaciones todos los lujos que se estilaban entre finales
de los 60 (con el boom turístico) y principios de los 70. Como se ve en una publicación
de la época donde se anuncia su pronta inauguración.



El hotel se construyó sobre un antiguo matadero de cerdos propiedad de los Bohórquez.
Allí mismo había también otro manantial que iba a ser integrado en el conjunto turístico.
La ruina del matadero vino a raíz de una partida de jamones infectados de
triquinosis que fueron exportados fuera de España. Y según cuentan,
los chivos expiatorios fueron dos ubriqueños, Manolito Coronil y Pepe Vallejo, 
los que se comieron el marrón y pagaron el pato, injustamente.



Fue entonces cuando dos hermanos, Luis (que en paz descanse) y Pepe Coronel,
decidieron invertir en el proyecto más ambicioso del momento en la serranía de Ronda
(que así llamaban a esta zona entonces). Obtubieron todos los permisos y beneplácitos
de las autoridades competentes de la época. Incluso se aunciaba la
costrucción de una nueva carretera para unirnos con la Costa del Sol.
Cada una de las partes cuenta su versión de cómo el fastuoso invento
se fue al traste, y como Luis ya no puede dar su versión, lo dejamos así.
 El vandalismo y el abandono han ido con los años dándole ese aspecto fantasmagórico.
Un edificio vacío que sólo sirve para que aniden los vencejos cada temporada cálida.
Y aunque le llamen la casa quemada, lo único que ardió en serio
 fue la motocicleta a la que prendieron fuego los ladrones después de darse a la fuga
cuando robaron en el banco en Benaocaz. Fue noticia no hace mucho.


¡Cuánta variedad de actividades se han desarrollado entre sus paredes! 
Algunas de ellas, las más sublimes; 
  ha sido usado como refugio de senderistas
 o para practicar rapel desde sus balcones.



 Y otras, las más perversas. Ha sido utilizado como centro voluntario de 
drogodependencia y en su interior se han desarrollado terapias favorecedoras de la
violencia extrema contra un bien privado.
Actividades desarrolladas por todo tipo de personas de varias generaciones.




Pero el Hotel de Aguanueva no está deshabitado del todo; entre sus muros encuentra 
cobijo una persona. Se trata de Fernando, un hombre en desahucio,  producto de
 esta sociedad actual que parece de otra época (la de los años de la "jambre"), 
  Después de recibirnos cordialmente, Fernando nos muestra su "casa"...



"Este es el cabecero de la cama plegable que recojo todas las mañanas.
Hay que ser ordenado. Junto a la cama...



y en un rincón, tengo la cocina. Como no hay mucho que comer, no hay mucho que fregar
y pocas migas que barrer. El fuego me calienta en invierno porque los gamberros se lo
llevaron todo y destrozaron todo lo que se sostenía en pie.




Esta es mi casa. Aquí sobrevivo como puedo. Y no me quejo, porque para hoy tengo
hasta chorizo a la brasa. Lo más importante, vivo en paz,
 a nadie le debo y nadie me debe. Y mientras no me falte una cervecita para
acompañar al chorizo..."



Desde aquí se ve perfectamente lo que iba a ser la piscina olímpica. Más abajo destaca 
el cancho del Cerro, donde está el corral de las cabras de Cristóbal. Y bajando 
un poco más, se vislumbra Vega Redonda con nítida claridad.
Estamos en la planta superior del Hotel,



Es toda una aventura arriesgada desplazarse entre
tanto escombro producto de los vándalos que usaron estas instalaciones para descargar
adrenalina, como si fuera una terapia de choque a los conflictos internos
que genera alguna mente joven...
Pero como todo está debidamente señalado, no ofrece ninguna dificultad
para los aventureros.



¡Eso sí! ¡Cuidado con los boquetes entre plantas! ¡Que barbaridad!
Parece que los han hecho con un martillo neumático.



El aspecto es lamentable. ¡Cuánta ilusión fraguada antaño destruida irremediablemente!
A estas alturas sólo podemos hacernos una mínima idea...



de lo que iba a ser. Y una pregunta se viene a la mente; ¿hubiera sido mejor
haberlo puesto en funcionamiento o estamos hablando de un modelo anterior
 al Algarrobico de Carboneras en el corazón de la Sierra de Cádiz
y que hay que demoler?




Durante toda la visita,  nos ha estado siguiendo la gatita de Fernando.
 La única compañía que tiene en su bohemia vida.
Fernando dice que tiene que ir por agua a la fuente de Aguanueva. 
Bajamos para salir por la entrada principal...


y nos advierte que está cegada por higueras y matorrales. 
Que la salida hay que hacerla...




 por el salón que se usó como secadero de chacinas después que falló lo del hotel.
En el techo aún pueden verse los ganchos de colgar. ¡Que buen clima tiene la 
sierra para fabricar los afamados embutidos! Eso sí; pasando estrictamente todos los
controles de calidad y no como aquellos jamones "envenenados".




Ya en el exterior y respirando algo aliviados (se nos fuera a caer algo encima),
 llama la atención este aviso. ¿Le podría interesar a alguien este dudoso proyecto?
Fernando nos informa que ya lo han vendido, que lo ha comprado uno de Ronda. Que estaba
él por allí cuando se le acercó un señor diciéndole que era el nuevo dueño y
que no le importaba que siguiera siendo, por el momento,
 el único "cliente" del hotel.



Dejamos a Fernando cogiendo el agua que le va a servir y de mucho, en su parco
día a día, deseándole mejores augurios para su existencia. Y ya sabemos, una ayudita por 
nuestra parte no le vendría nada de mal, porque lo que son los que mandan...¡tienen tela!



Las visitas esporádicas que nos faltaban han concluido. Desde que empezamos a subir
 por la Calera después de haber visto la Cruz de la Vieja en los Pernales, teníamos una
intención, la de conocer esta parte de la Sierra nuestra, tan cerca y tan lejos; tan conocida
y tan extraña. Pero tan entrañable que no seríamos nada sin ella. La Sierra es el sentido
ulterior de los Pueblos Blancos, entre los que Ubrique es pieza clave.
Ha sido un placer contar con vuestra compañía y vuestros acertados comentarios...



Pero ahora toca coger carretera y manta y decirle adiós a la "aventura" de hoy.
¿Qué sorpresa le deparará el destino a esta estampa que forma parte de la vida y el
paisaje cotidiano de nosotros?

(Espero haber desvelado los secretos de la casa quemada, el Hotel Aguanueva)


.

3 comentarios:

  1. Siempre que paso por ahí me hacía todas las preguntas que se hace todo el mundo, pero entre el blog de Esperanza y el tuyo ya me han quedado resueltas todas las dudas. Lo que me ha llamado la atención son los pilones amontonados que se ven en una de las fotos ¿es que el hotel se hizo sobre un manantial? y si es así ¿como se encauzó el manantial y como se llamaba? Supongo que sería el de Agua Nueva pero con otro aspecto. Enhorabuena por el reportaje.

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    1. Estimado Selu, justamente detrás de mi espalda a la hora de hacer la foto de los pilones, corre
      un claro arroyito (cuando llueve) y es muy probable que estuviera encauzado hacia los pilones que, en la época del matadero estaría en uso. Según me contó Cristóbal, el pastor ( que va a cumplir 70 maños) ese antiguo manantial se llamaba el del Cintillo. Sus aguas corren por la izquierda del Hotel (visto desde abajo) y parte de ellas se meten en el hueco de lo que iba a ser la piscina, terminando con fundirse con sus "primas", las de Aguanueva. Habrá que investigar.
      Espero haberte servido de utilidad y gracias por tus amables palabras. Saludos.

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  2. Es una historia tan real que los que hemos conocido todo lo que aquí se detalla nos hace sentir nostalgia y dar las gracias al relator con tanto detalle.

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