Una pareidolia, que en griego significa algo así como "figura adjunta",
es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio
-normalmente una imagen- es percibido como una forma reconocible.
Las más famosas son las que se ven en casa de María en Bélmez.
Caras impresas en las paredes...
y por los suelos. Pero esas son pareidolias paranormales.
Ubrique en verde va a versar sobre otras, más de andar por casa.
No como las anteriores que son incomprensibles a nuestras parcas mentes.
Las que vamos a ver son pareidolias para normales...
como este loro que hay en una losa de mármol y que
pudimos ver cuando estuvimos en una misión en Cádiz.
Pero también en nuestra querida sierra en Ubrique, podemos apreciar
estas formas "fantasmales". No todo va a ser "Dragones de piedra" imaginarios...
aullando a los cuatro vientos.
Siempre con la imaginación en ristre, podemos ver como se insinúan rostros
en nuestra gran Madre Tierra.
A veces un poquitín apretados de dura roca...
o bobalicones nacidos de los propios líquenes típicos de la caliza.
Otras veces, con rostros de profunda admiración y ojos empampanados.
Ojos iracundos en caras terroríficas que subyugan nuestro intelecto y disparan la imaginación.
Ojos calcáreos que nos vigilan desde nuestros ancestros.
Ojos profundos que no pierden puntada de nuestros paseos en la sierra.
Son la explicación de que muchas veces sentimos como somos observados.
Pareidolias para normales... fantasmas con sábanas de piedra.
Y no sólo desde la agreste montaña...
también nos observan redondos ojos desde el reino vegetal.
Tanto desde árboles saludables...
como de mutilados que se asemejan a fantasmas del mundo verde,
con grandes y redondeados ojos.
En nuestro querido pueblo también podemos encontrar rincones fantasmagóricos...
donde pululan ojos que nos vigilan con desconocidas intenciones.
Ojos camuflados entre objetos cotidianos, supuestamente distraídos
pero con claras intenciones.
Incluso los hay que irradian la rabia que flota en el ambiente.
Pareidolias que afloran en las paredes normales de nuestras calles.
Rostros desfigurados que pululan como fantasmas etéreos, en continua transformación.
Teleplastias que tuvieron su apogeo en otras épocas...
que perduran al paso de los tiempos, desdoblándose, desvaneciéndose, obsoletas.
Deformaciones que anuncian su marcada intencionalidad.
Pero si la explicación para estas manifestaciones es que son personas que
dejaron asuntos pendientes en otras vidas pasadas y que por eso aparecen
como pegadas en el paramento de nuestras calles...
ésta quizá sea la pareidolia para normal más clara que podamos ver.
Las de Bélmez de la Moraleda se quedan en pañales.
Una simple mancha de cera en el suelo, de la que tanto hemos oído hablar estos días,
puede parecer a todas luces cualquier figura sugerente.
Y si dejamos la sierra y la calle y buscamos casas en las que dicen que hay fantasmas...
también las encontramos.
Y en cualquiera de ellas podemos ver sobre una silla, aposada...
la pareidolia de una mosca, pero eso sí, perversa y poco común.
Y si seguimos rebuscando en la fantasía de nuestras mentes...
en cualquiera de esos cajones vacíos, de muebles vacíos, de casas vacías...
como decíamos, en el fondo de uno de esos cajones misteriosos...
podemos llevarnos una pareidólica sorpresa.
-"¡Uhhhh!"
-"¡El fantasma de la tabla!"
(Nota del veintiocho de Abril)
Estos ojos pétreos se quedaron atrás de cuando hicimos una excursión al cerro del Mono.
(Nota del veintiocho de Abril)
Estos ojos pétreos se quedaron atrás de cuando hicimos una excursión al cerro del Mono.
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Jajaja, genial entrada !
ResponderEliminarSalu2
Dorita
Gracias pareidólicas, Dorita, desde el corazón.
EliminarBueno, no puedo evitar la referencia
ResponderEliminarEn el garciago cuelga algo con aires anatómicos ...
Pues sí Rafa, tiene Calzones la cosa.
EliminarTE HESTAS CONVIRTIENDO EN UN ARTISTA HENORABUENA
ResponderEliminarUN ABRAZO DE RAFAEL TU PINTOR.