domingo, 29 de mayo de 2016

Don Quijote en la Plaza

Ver amanecer cada jornada es el sueño dorado y anhelado
de todos y cada uno de los mortales.



Y aunque sepamos que la vida es una simple estela luminosa,
nos aferramos a ella como el que se agarra a un clavo ardiendo.
No podemos celebrar la muerte, más que nada por ser un estado
 obviamente desconocido. La religión...



trata de consolarnos ante la muerte de un ser querido pero siendo prácticos,
cuando alguien muere, su recuerdo perdura mientras esté en el pensamiento.
En la Plaza de nuestro querido pueblo podemos ver plasmado en cerámica
el recuerdo de uno de esos grandes que nos dejaron su importante impronta.
En la imagen la cruz de la Viñuela atraída por el zoom...



está siempre presente en la panorámica de este emblemático lugar de Ubrique.



La Plaza.
Llegados a este punto, alguno se preguntará qué relación tiene con esta
elegante Plaza, el sempiterno Quijote.




Sí, el Quijote. Esa obra que escribiera aquél del que "celebramos" su muerte.
Aquél que colocara palabras como locura, utopía o justicia en la boca de su personaje.
Efectivamente, el nexo lo encontraremos en la Plaza pero no...



en la excelsa y vetusta fuente que surte la mejor agua de la Sierra de Cádiz...



y que aprovechan desde bien temprano las injustamente apodadas 
"ratas voladoraspara su coqueto acicalado. 
La relación tampoco la encontraremos en los mosaicos que adornan...



acertadamente esa otra estampa imprescindible en el patrimonio local
y de los que pudimos ver el mil novecientos veinticinco, "a través de los años".
Esa estampa típica de la que gustan usar como telón de fondo para lanzarnos...


"un saludito" desde la Plaza por alguno de 
los grandes personajes de nuestro querido pueblo.
Don Quijote en la Plaza lo encontraremos también en los asientos. 
Pero no en los "canapés" como el que
 reconforta al amigo Antonio Campos sino...



en esos "poyetes" que están pegados al lateral de la parroquia de la O...
-la misma fachada sobre la que se proyectaran las primeras películas de



Esos poyetes que han sobrevivido a las historias de nuestra historia
desde mucho antes que la lamentable guerra 
-esa sí que fue una época triste y oscura.
 La prueba de tal supervivencia,
 la encontramos en uno de los mosaicos que adornan los asientos.



Nos referimos al escudo de la República. 
Ese fue un tiempo en el que la cultura quiso ser instaurada como preciado bien.
Por eso qué mejor que adornar los poyetes de la Plaza precisamente en aquellos tiempos,
con ilustraciones de uno de los libros más leídos, traducidos y estudiados...



del mundo. La obra universal que viera la luz de la pluma de este hombre.
Este hombre del que celebramos su muerte... 
¡Bueno...! No es que nos alegremos de su fallecimiento
sino que hace cuatrocientos años que se le apagó la luz.
De su obra cumbre, los poyetes de la Plaza dan buena cuenta
como buena cuenta han dado los descerebrados que golpe a golpe,
piquito a piquito, han malogrado y maltrecho tal arte cerámico
-como bien podremos comprobar.



Es normal el sentimiento de impotencia ante la injustificada barbarie, 
tal y como don Quijote la sintiera ante sus Gigantes.



-¡Ay, don Quijote...! Siempre acompañado de su fiel y acertado, escudero Sancho.
-¡Ay, caballero de la triste figura...! Que...



en Algamasilla de Alba -de cuyo nombre no quiero acordarme-
tenía su rocín flaco...



y su galgo corredor.



Y que era dado a la lectura de sus muchos y propios libros de caballería.
Y que, tornándose "loco" con tanta apabullante letra...



decidióse armar caballero andante...



velando sus "armas" en la nocturnidad del patio de un "castillo".



Para ir transformando sus andaduras, en heroicas gestas. 
E ir resarciendo intrincados entuertos en la defensa, con fervor, de los más débiles...



ante los desmanes de ruines y villanos que por infortunio abundaban al paso.
Y ante tales y tamañas hazañas, exigía a posteriori a 
los que ayudaba o vencía que fueran a...



dar buena cuenta a la dulce e idolatrada Dulcinea -Aldonza Lorenzo- 
su amor platónico -cual hacían los caballeros andantes.
Tantas aventuras -mejor dicho desventuras- tenían muy preocupados
a sus allegados; de entre ellos...



al Bachiller Sansón Carrasco -aunque apareciese en la segunda parte- y al ventero...



al barbero y al cura- los cuales podemos "ver perfectamente en esta flamante losa".
Y es que, antes de terminar con esta malograda colección de baldosas históricas
que está en los poyetes de la Plaza, deberíamos hacer de nuevo hincapié...



en la frase del humilde y servidor caballero de las causas perdidas
 -siempre maltrecho pero nunca vencido...



-"¡Cambiar el mundo, amigo Sancho que no es locura ni utopía, sino justicia!"



¡Nobles y racionales caballeros del hoy...! 
¡Qué la sombra del genio os de fuerzas para luchar por causas justas...!
¡Qué el problema del mundo no radica en la maldad de los malvados...
sino en la indiferencia de los "buenos"!



Ya sabemos que está don Quijote en la Plaza pero...
¿Sabemos dónde está la Plaza...?




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2 comentarios:

  1. Me ha encantado, hermano. Magnífico homenaje a Cervantes y a nuestra Plaza. ¡Chapeau!

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  2. Oh, "cabellero" andante, qué feliz y gozoso recorrido por la faz de la plaza, y qué fermosas historias nos relata siempre vuestra merced. Es de bien nacidos daos las justas gracias, amigo, amén de un acalorado abrazo

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