¡Nunca es tarde si el Carnaval es bueno!
Y el de este año, según nos han contado, ha sido inmejorable.
¡Hasta el cielo se colocó su antifaz, ansioso por celebrarlo!
Los mismos antifaces que han decorado las noches carnavalescas de nuestro querido pueblo.
Las noches... y los días pues el Carnaval se ha vivido en todo momento.
Ha sido sorprendente, como aquella tarde que veníamos de la cola del pantano...
y que pudimos ver bajo el arco iris, algo gigante y del color favorito de este blog.
¡Era un auténtico tiranosaurio Rex que había sobrevivido a su propia extinción,
hace sesenta y cinco millones de años y pasaba por El Prado!
¡Y no estaba solo!
Las pruebas fidedignas del pasado se movían y emitían un bramido sobrecogedor...
¡Vamos! ¡Que casi acongojaba!
Dinosaurios mezclados entre coches...
¡Todo un espectáculo...! -el de los tiranosaurios ¡Eh!-
que se disponían a marchar hacia el Redondel de la Avenida.
Los actuales artilugios de ruedas, gracias a la magia del Carnaval, tuvieron que
marchar detrás del lento paso de los reptiles fósiles vivientes.
Iban siendo guiados por un grupo de "pastores peleteros"...
con maestría, calle adelante. Las personas quedaban estupefactas y los niños admirados.
Por lo visto fueron laureados el año pasado en la noche carnavalesca y decidieron salir
a plena luz del día para sembrar el terror por la calle. ¡Genial!
Una espectacular entrada en la avenida provocó un profundo temor incluso en Blancanieves.
Amenazadores colmillos de gomaespuma causaban una terrorífica impresión entre los presentes...
¡Pero nadie huía! ¡Qué valientes somos los humanos!
Por más que rugían y movían las cabezas, no lograban intimidar a la muchedumbre
que se arremolinaba ante tamaña fantasía. Nuestra única defensa fueron los disparos...
fotográficos de decenas de objetivos apuntando contra los animados animales.
Parecía que no asustaban ni a los mayores...
ni a los más pequeños. ¡En vez de terroríficos, resultaban entrañables!
Con todo y con eso no nos arrimábamos mucho, por si las moscas.
¡Bueno! ¡Todos, menos el rubillo valeroso!
Como un héroe, ante el desafío que le mostraba la bestia jurásica con sus afiladas
y acolchadas mandíbulas, nuestro príncipe valiente...
se fue acercando con paso lento pero firme y seguro, al fiero animal prehistórico.
-"¡Oh, no! ¡Lo va a devorar! ¡Pobrecito!" -gritaba sorprendida una señora.
Y justo cuando nuestro pequeño gran personaje parecía que iba a ser engullido
por unas voraces fauces chorreantes...
el terrible Rex fue acariciado dulcemente por una pequeña mano,
teniendo que sucumbir ante tales encantos infantiles.
¡Uf! ¡Bravo pequeño!
La expectación levantada con tanto humano reunido, provocó la huida del rebaño
de ancestrales bichos. La manada subía hacia los Callejones mientras
una de las hembras emitía un arrullo especial de llamada...
hacia su cría que se había quedado rezagada. El tiranosaurito corrió a su encuentro.
Durante el salteado Carnaval, no todo era fiesta...
Esa misma tarde, Ubrique le estaba diciendo adiós a los pinsapos de los callejones.
Por otro lado, aún no había acabado el mes de febrero...
cuando "los que hablan cantando" fueron a la plaza de la Verdura con la intención de cantar
su repertorio -y a la vez, a ver si por allí estaba el Justo forajido.
Los allí presentes no prestaron ninguna atención...
¡Eran seres inanimados de cuatro ruedas y sordos!
Desilusionados y cabizbajos decidieron marcharse, eso sí, prometiendo volver
cuando los coches ahuecaran el ala y dieran paso a la nueva plaza de la Verdura.
Disfrazados y hablando mejicano, como los de Ubrique, marcharon por el callejón de Janeiro.
Y es que antes, inexplicablemente, a nuestra legendaria Plaza de la Verdura
se la disfrazaba a la fuerza. Y no con un disfraz atractivo al visitante.
Era un disfraz de mar repelente.
¡Sí, de mar! Pero...
de un mar de coches.
Afortunadamente ese disfraz ya pasó a la historia.
Si con la Chorizada...¡Huy, qué fisno! tuvimos que abrir los paraguas por
la lluvia caída en Ubrique -aunque ello no fue óbice para su desarrollo...
en la noche de la verbena en la Plaza, el tiempo se portó y permitió que
la noche carnavalesca, previa al final con la quema de la Patacabra,
fuese una noche entretenida, cargada de originales disfraces
-algunos de ellos muy elaborados.
La diversión estaba garantizada...
los músicos de nuestra gran Orquesta Bulevar, estaban concienciados en dar lo mejor
como siempre -gracias Pepe.
Y más...
con el nuevo fichaje para la ocasión... Uno de los carnavaleros por excelencia, Jesús.
Nosotros nos tuvimos que contentar con escuchar el ambiente
de fiesta desde el balcón del tiempo en la Plaza de la Verdura.
Era emocionante ver como se acercaban a comprobar
de primera mano, in situ la nueva realidad sin coches de la plazoleta.
Y era divertido ver como algunos impacientes de poco aguante, aprovechaban...
para obtener un poco de tranquilidad en sus perplejos cuerpos
-y eso que había cinco cabinas para tal obtención.
Y es que el Carnaval hay que vivirlo intensamente en la calle, con todas sus consecuencias,
positivas y negativas, pero todas esas experiencias serán siempre en el marco incomparable
de nuestro querido pueblo y no concluyen hasta que enterramos la Patacabra.
Por cierto, hemos tenido estos días una visita grata e inesperada...
Asterix y Obelix en Ubrique. Después de darse un paseo por la Avenida España,
en la que el pequeño compró una buena cartera en una de las inmejorables tiendas
de artículos de nuestra legítima piel, se dieron una vuelta por el Conjunto Histórico.
Pensaron ver algo del Carnaval en la Plaza pero llegaron tarde.
No obstante, Obelix decidió llevarse un buen recuerdo de su visita a nuestro querido pueblo.
Y mientras Asterix lucía su flamante cartera nueva de Ubrique...
nosotros nos tendremos que aguantar sin el menhir de la Plaza.
¡Una verdadera lástima!
(Continuará...)
(Agradecer a nuestro hermano Leandro el montaje del "fotochó")
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