domingo, 25 de octubre de 2015

Historia de otra patacabra gigante

Ubrique parece como si quisiera empujar a la Sierra que lo rodea, para hacer más hueco.
-"¡Ay, Ubrique, lindo y querido...!
El único de entre los del señorío de las Siete Villas que optó por el desarrollo.
Y todo gracias a la artesanía -en todo el mundo conocida- con su herramienta por excelencia.
-Ya pudimos ver el "Cómo hacer una patacabra."



Ubrique es singular y, cuestiones tan sencillas como pasear por sus calles
o subir a sus cúspides, siempre fueron una agradable y atractiva empresa.
Y hablando de empresas -antes de entrar en el tema de la ponencia de hoy...



eso sí, entendiendo "empresa" como "obra civil"...
-aunque el refrán diga, "el que obra es porque le sobra",
no creemos que en nuestro querido pueblo "ocurra eso" tan literal.
Hay veces que en Ubrique se emprenden obras... "cambios" sustanciales
como el derribo de la coqueta y tradicional Plaza de Abastos
-ya hace tiempo y aún sin ninguna resolución-
desde entonces nuestras mesas se abastecen de otros lares.
Da penita, junto a la restaurada ermita de San Pedro, ver el solar
 de lo que antaño fuera el centro neurálgico de la alimentación.
Lo único que nos puede recordar in situ aquellas viandas de entonces...



son los cubiertos que andan clavados -travesura juvenil-
 en el tortuoso y antiestético aislante del paramento.
-"¡Ay, las obras...!"



Hay empresas nuevas que se acometieron y con la "burbuja" se mojaron.



Hay empresas antiguas -como el Rodezno- que se abandonaron y con las que,
 con burbuja o sin burbuja, aún no se mojaron 
-y eso que sus interiores y aledaños son temática...



atractiva para la pintura rápida. Primeros premios avalan que se trata de
-¡Y por mentar obras que no quede...!



Como aquella vez que un camión dañó por accidente la Esperanza y
manos habilidosas se pusieron a la obra, quedando a posteriori...




rehabilitada la Esperanza -una de las del romancero de las fuentes,



O aquella vez que por "un gato", cayó el pretil de una jardinera
-"¡Ay que ver la que ha liao el gatito...!"
Y que mientras se arreglaba o no...



alguien nos quería meter "gato por liebre"...



pero como mandan los cánones, más vale tarde que nunca...
-"¡Todo recogido y terminado...!"



-"¡Yaquí no ha pasado nada...!"
Las obras tienen eso... Tienen sus inconvenientes, sus críticas, sus desesperaciones...



y mientras van terminando o no... ¡Habrá que rezarle a San Sebastián...!



Implorar para que las resoluciones no se parezcan a la Historia Interminable...



y que cuando menos lo esperemos, les pase el rulo por encima...
 Y que cuando finiquiten podamos suspirar al grito de...
 "¡Qué bien quedó!"
-se supone que ese es fin primordial de cualquier obra,
Pues de una obra se trata nuestro título de hoy...
¡La historia de otra patacabra gigante...!



Y no es precisamente la obra de arte con la que todos los años se despide Don Carnal.



Ni tan siquiera aquella otra patacabra gigante cuya historia comenzaba 
cuando empezaron a obrar la calle del Agua -esa calle con dos nombres-
y completaron con la reforma de la Pilita Abajo y su nuevo génesis, en la que...

   

iba "impresa" de adoquines, incluida en el proyecto.
Desde entonces nos dio por llamarla "la Pilita Abajo Petaquera".



Y precisamente aquí, es desde donde vamos a narrar la historia de esa otra patacabra gigante.
Empecemos...


Por debajo de la vuelta de la esquina de la sierra 
-ese lugar conocido como el Salto del Pollo-
se encuentra la zona de expansión de nuestro querido pueblo
y que tiene un nombre muy peculiar
-el PP-1.



Sobre su plano se eligió el lugar para la grande y nueva obra...
Una rotonda que, al principio, se llamaba como un gran comercio cerca de allí.
 Después se renombró popularmente como la gasolinera aledaña.
Pero estaban dispuestos a adjudicarle la descripción definitiva...
 Se llamaría...
¡La rotonda de la Patacabra...!



Las máquinas dieron los primeros pasos
para la adecuación de la "organizadora" del tráfico.
Unas bases de hormigón posteriores fueron el sustento...



de la mega estructura que emprendió una empresa local.
Armazón de traviesas de hierro, forradas de fuerte chapa...



que, dependiendo del enfoque, se iba elevando por encima de las montañas.


En varios días pudimos ir viendo el avance de la empresa...



y muchos no pudimos resistir la tentación de hacer caso repetido de la señal...
¡Vuelta y vuelta...!



A medida que subían los andamios, subían las chapas metálicas
y subían las opiniones personales de todos los gustos. 
Pero para gustos... ¡Colores!.



Lo cierto y claro es que nadie quedó indiferente ante su esbelta presencia,
su genuina estampa, su extraña belleza, su extraño significado -a ojos forasteros- 
y su brillo metálico.



¡La otra patacabra gigante, bajo la grandiosa sierra de Ubrique, estaba terminada...!



Y a la par que la otra rotonda, más abajo cerca del centro tecnológico.



Lo que nadie se esperaba es que...



terminara oxidándose tan pronto. Por lo visto le echaron algo para acelerar
el proceso... ¡Nada! ¡Las modas son las modas...!



Y en derredor, una simulación del uso de la singular herramienta...



que dio nuevo nombre a la rotonda.
 Y dando vueltas a su alrededor que para eso están...



podemos inmortalizarla vista por detrás...



o en una impresionante vista lateral...



¡Tan alta como el sol!



Tanto que pareciera que quiere alcanzar el vuelo de los pajarracos.
No sabemos lo que nos costó la obra "faraónica".


Ni siquiera está escrito en el cartelito oficial como en otras empresas.
¡Dinero y palabras como dirían los abuelos!
Pero en cuanto al cartel de "una manera de hacer Europa"...



preferimos éste que más nos llama la atención. Éste que por azar, tiene su nombre.
Ya está la otra patacabra gigante inmersa en nuestros vaivenes de la vida cotidiana.



Este verano pudimos ver como el humo envolvía su entorno.



La faz de la sierra se difuminó en alarmante suceso.
Con tantos incendios lamentables acaecidos por desidia humana...



no nos íbamos a librar. Afortunadamente no pasó de ahí... ¡De un gran susto!
Lo que nos hubiera hecho falta es que las llamas alcanzasen a nuestra patacabra.
La única gigante que se quema y por tradición...



es aquella que cada fin de Carnaval se coloca encima de un "paso" y se "procesiona".



Esa otra patacabra gigante destinada al "entierro" en ausencia de "sardina".



Esa patacabra que desde hace lustros, diseña y construye 
-con selecta ayuda-
nuestro hermano y carnavalero, Leandro.



De él es esta soberbia foto -bajada del "feisbu".
Aquí se aprecian perfectamente las dimensiones de esta otra patacabra gigante.



¡Qué en nuestro querido pueblo,
el símbolo de la marroquinería por excelencia,
tenga larga vida de provecho...! 
¡Qué a los visitantes les expliquemos con 
orgullo el por qué y el para qué de "la genuina"!
 ¡Y que, junto a ella, Ubrique sepa adaptarse
a futuros tiempos de esperanza y dignidad para todos!



¡Brille el sol muchos años para ella...!
¡Qué brille...!
¡Pero que no nos cobren por él!




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