Nuestra aventura de hoy nos llevará a uno de esos pasadizos secretos que tienen las fortalezas;
y considerando la Sierra de Ubrique como si fuera un enorme castillo, pasaremos por detrás
de una de sus impresionantes torres: El Tajo del Moro.
Nos referimos al Callejón Tiznao.
Comenzaremos el ascenso por detrás de la Cruz del Tajo...
Dejaremos a la derecha el llano de la Era y subiremos junto al cauce del nacimiento
del Ubrique el Alto que este año no ha reventado por la escasez de lluvias...
Sin embargo, si que podemos ver agua en algunos recovecos...
Tenemos que pasar por la derecha de los dos peñascos ubicados en la Cabreriza...
Y con suerte podremos ver este pilón híbrido entre natural y artificial.
-Lo negrito es la batería de la cámara. ¡Je!
Desde lo alto de una de las grandes piedras de la Cabreriza podemos ver el llanito donde
estaban ubicadas las colmenas del refrán -incluso se ve la perrera junto a la piedra.
Parece que vamos a jugar al escondite con Ubrique. ¡Tú la quedas!
Nuestro destino se vislumbra bajo el azul del cielo como una aguja pétrea.
La vereda se pierde por tramos. Son ya pocas las personas que circulan por este sitio.
El Callejón Tiznao une el Ubrique el Alto con el Camino de Ronda.
Ascendiendo nos topamos con esta planta...
Bueno, un hinojo no es, aunque se parece en la flor.
Pero vamos, es linda y... amarilla. Y alta.
Bueno, un hinojo no es, aunque se parece en la flor.
Pero vamos, es linda y... amarilla. Y alta.
Andamos escondidos detrás de las "hermanas mayores" de la Cruz del Tajo.
Volveremos a ver a Ubrique cuando estemos encima del Tajo del Moro.
Nuestro camino intenta vislumbrarse por entre las piedras. Allá abajo se ve la otra cuesta;
la que lleva al paso de los Carboneros. La sierra siempre tuvo un nutrido número de
intrincados caminos. Ya queda poco para el lugar que hoy nos depara.
Creemos que ese muro de piedras fue construido para avisarnos de que por ahí no continua
la vereda. Hemos llegado a la intersección con la Rodada de la Calera (ver mapa).
Ahora volvemos, pero antes bajaremos un poco hacia la Calera...
¡Vaya, vaya! ¿Y por ahí se puede subir?
Pues sí. Además la pendiente es tan fuerte que si resbalamos y caemos,
llegamos antes al suelo. haciéndonos poco daño.
A nuestra derecha tenemos el impresionante Tajo del Moro y frente a él, el Salto de la Mora.
Bueno, seguimos la marcha. Ante nosotros se muestra semioculto entre algarrobos, el
desfiladero que venimos buscando. ¡Con todos ustedes...!
¡EL CALLEJÓN TIZNAO!
Mirando atrás vemos que estamos a la misma altura que las peñas traseras de la Cruz.
Si hay que emplear un calificativo para definir este desfiladero que burla las alturas
en las que nos encontramos, no se nos ocurre otro que maravilloso.
Generación tras generación usaron este paso...
e incluso fueron acomodándolo en los tramos más hostiles y así facilitar el paso de personas
y animales. ¿Pero cuál es el origen del nombre? Pues más claro, agua...
Justamente donde parece que no hay lugar para superficies horizontales, encontramos alfanjes
-"llanitos de picón"- y, obviamente, el picón tizna. Seguro que las paredes del callejón estaban
"ennegrecidas de negro" en aquella época en la que, para calentarse en la mesa camilla,
hacía falta algo más que enchufar el brasero.
Una vez llegados al viso, se presenta ante nuestros ojos la estampa del Cancho del Búho
con la Piedra del agua a sus pies. En estos momentos estamos dejando a la izquierda la
cúspide del Tajo del Moro. El camino se ha suavizado y podemos parar un poco
y prendarnos de la belleza de algunas flores...
como ésta, que es una... ¡Ya estamos otra vez! ¡Hum! ¡A ver por qué no atendimos más en
botánica cuando recibíamos las clases de Biología en el colegio de las Delicias en Ronda!
De lo que sí estamos seguros es del color y de la persona a quien le debe encantar esta flor.
El Camino de Ronda que sube desde la Calera se encuentra a nuestros pies y hacia él nos
dirigimos. Atrás hemos dejado nuestro "pasadizo secreto en el castillo moro"...
y no se puede evitar volver la cabeza y echar un último vistazo.
Hasta aquí hemos llegado. Esta es la unión entre el camino principal (el de la Calera) y
el secundario (el callejón Tiznao). Quédate con los detalles. Entre la piedra grande y el
algarrobo está la vereda. La piedra puesta a modo de flecha también lo indica, pero
resulta efímera. La mejor referencia es que estamos junto a...
la Piedra del Agua que en esta ocasión y gracias a las "cuatro gotas" que han caído, derrama
su líquido y preciado elemento e inunda levemente el inicio del camino de una nueva excursión: El curso del Arroyo del Búho.
Pero eso será otro día.
Llevas toda la razon, esa Sierra es como un castillo, completo con todos esos tesoros!
ResponderEliminarPor cierto, la flor azul es la Scilla Peruviana.
Es preciosa, a que si? La semana pasada la vi en el Cintillo pero no estaba del todo abierta todavia. El Viernes iba para alla para fotografiarla, y se pinchó mi Vespa alli por Ronda, o sea, la tercera será la vencida.
Salu2.
Pues tienes razón, hermano, me encanta esa flor, es una "cebolleta" muy abundante por aqui y no por eso menos bonita (se llama scilla, alguna gente le dice "flor de la corona") pero no hay costumbre de cogerla, porque se estropea de momento. Aunque en el Amarguillo crecen y así disfrutamos de ellas.
ResponderEliminarBuen reportaje! Entran ganas de subir otra vez a ver los detalles. (Habrá que esperar a que escampe).
Por lo visto mi comentario esfumó ! decia que tenias razon en llamar esa Sierra Castillo, con estos tesoros! Y que la flor se llama Scilla Peruviana. Salu2
ResponderEliminarLo siento Dorita tu comentario no se perdió, el que se perdió fui yo que ayer estuve ausente por la tarde noche y no lo he visto hasta ahora. Mi hermana Esperanza tiene licencia para publicar sin moderación; por eso viste el suyo y no las palabras tan acertadas que escribiste. Te deseo más suerte el próximo viaje. Saludos.
EliminarEfectivamente Esperanza la flor es Scilla peruviana, y tiene una curiosa historia. fué descubierta por el gaditano José Celestino Mutis que tras recolectarla la puso a desecar. Alguno de sus colaboradores la puso junto a unos pliegos de plantas que Mutis trajo de Perú. Y cuando la estudió le puso el nombre de S. peruviana (por su origen). Posteriormente, en una de sus salidas a herborizar por la provincia la encontró y se dió cuenta del error, pero ya había registrado el nombre y así se quedó.
ResponderEliminarGracias José Manuel por compartir tu sapiencia en este humilde blog que no tiene otra intención que mostrar a las demás personas lo que siempre me llamó la atención. Saludos.
EliminarJajajaja, no te puedes hacer una idea, José Manuel, de lo que me ha pasado esta tarde. Estaba charlando con dos compañeros y un tercero se acercó a nosotros para preguntarnos qué era una planta que acababa de fotografiar (era esta misma). Le dije el nombre y le conté la anécdota de Celestino Mutis y los tres me miraron asombrados (yo soy de francés)... Me reí y les conté que acababa de conocer la historia gracias a vosotros.
EliminarEs verdad que estamos aprendiendo todos un montón.
Como soy bastante desmamoriado he pensado que para no olvidar el nombre de la delicada flor lila, voy a llamarla la "Silla Peruana". Seguro así me lo aprendo. Quien me iba a decir a estas alturas que asistiría con tanto interés a unas clases tan doctas de mi olvidada Botánica. Gracias.
ResponderEliminarMe están entrando unas ganas de rescatar mis botillos, colocármelos y perderme por ahí...
ResponderEliminarPor cierto, las fotos impecables y la "Silla peruana", preciosa. Algunas veces las he visto en mis paseos campestres y llaman la atención.
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