sábado, 19 de mayo de 2012

La Era... de la Calera

Idem, eadem, idem.
O sea, lo mismo que escribimos en el Llanito de los Cochinos.



La Era de la calera.



Cuando subíamos el Camino de Ronda, llegábamos a la Fuente de la Calera 
(la del zumo de piña)...



Pues en este otro lado de la Encina Grande, o sea a la izquierda de la "calzadita primorosa",
existe un llano más o menos como un campo de fútbol. Y por debajo de él...



se encuentra la típicamente empedrada Era, de trazado circular y bastante "trillada".



Es muy probable que en el prado superior, se sembrara antaño el cereal para pasarlo 
posteriormente por el trillo. No es mal sitio pues quedaba protegido en esta especie 
de anfiteatro natural.



Entre las piedras puestas a posta de la Era, podemos encontrar esta especie vegetal.
Se trata de la... ¿Hum? Ésto... La... ¡Hum!...Lo tenemos en la punta de la lengua.
Bueno, eso,  unas florecillas preciosas y delicadas.



Esta primavera está siendo extraña y voluble. Salimos de paseo al medio natural 
con un sol de justicia y cuando menos lo esperamos, estamos buscando refugio en el cancho 
del fondo del llano, para tratar de ver caer la preciada agua de lluvia, sin empaparnos.



Y que mejor sitio que uno de los innumerables "bujeros" que se mantienen secos
y sirven de protección contra las inclemencias para animales o
personas, como es nuestro caso.



Ver llover sobre la sierra, agazapado en el providencial hueco, es uno de los grandes
espectáculos que nos brinda la Madre Naturaleza.



Y estas nubes que van descargando su preciado líquido elemento, seguro que vienen de
nuestras antípodas; por lo menos desde Australia, o quizás eso sólo nos lo parece.



Ha pasado el chaparrón. La encina pequeña (dicho así para diferenciarla de la otra) que está 
en el borde del prado y cerca del tajo de arriba, parece agradecer el refrescante remojón
tan necesario después de un invierno tan seco.



Este es el tajo que da abrigo a la Era de la Calera. Es un cortado tectónico que
 en algunos tramos es macizo y de unos diez metros de altura...



Pero que ofrece grietas suficientes como para poder integrar en ellas esta cabreriza natural.



Y en otros tramos está fragmentado en grandes bloques y dispuestos como si de
una gran muralla ciclópea se tratara.



De nuevo, con Ocurrris al fondo, llegamos a la pared de piedra (linde rústica autóctona) que
va a impedir continuar. A partir de ahí está la vaguada del Arroyo del Búho y, como decimos
los que frecuentamos la sierra, esa parte está un poco "cerradilla en monte".



Así que nos volvemos al Camino de Ronda, entre lantiscos y "garrobos"...



deslizándonos entre el caos natural y maravilloso que
 forman los torcales de calizas disueltas y multiformes...



A los que siguen "Ubrique en Verde" les resultará familiar la forma de este hueco entre



Salimos de la maleza cerrada...



a la amplitud que nos ofrece el precioso llano. Las nubes se disiparon. el suelo húmedo 
desprende ese agradable aroma de tierra mojada. Las plantas agradecidas brillan mostrando
su natural belleza. Y allá al fondo el Tajo del Moro escurre el agua caida hacia su interior 
calcáreo. Detrás de él se vislumbra el Callejón Tiznao; nuestra siguiente excursión.



La encina "pequeña" 
(si la abarcamos con los brazos, apenas podremos tocarnos las puntas de los dedos),
se despide de nosotros susurrándonos al oído:
 -"¡Volved cuando queráis!" 
Cuando el respeto a los seres vivos impera en nuestras acciones,
 la Naturaleza nos permite merecerla.



Nos vamos a otro lugar y dejamos "plantados", en el llano de la Era de la Calera,
a nuestros amigos arbóreos, a los que les gusta rodearse de  preciosas florecillas.
Entre ellas podemos admirar a la peculiar...



¡Esta sí que sí! 
¡Sí sabemos cómo se llama "científicamente"!
 Es la auténtica varita de San José.



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