viernes, 12 de julio de 2013

Cerro del Mono. El regreso

Nos habíamos quedado bien altitos sobre Ubrique después de estar admirando desde abajo...



la enorme roca que da lugar al nuevo topónimo del recién nominado
por Ubrique en verde, cerro del Mono. Se trata de una formación rocosa
ubicada por encima de la Era del Ubrique el Alto y que se parece enteramente
a la cara de un gorila; ¡de ahí la ocurrencia!
 Desde lo que sería la boca, cuelgan unas estalactitas a manera de dientes 
pero al ser una de ellas más larga...



 bien podría ser como un moco de pavo. 
¡Bueno! como un  moco de mono, mejor dicho.



Junto al Mono hay una pared rocosa tentadora para los que gustan de "cabrear"
(repechar por los canchos como una cabra).
Y hablando de la agilidad propia de las caprinas, recién comenzado el descenso...



hemos de ir muy quedo para no asustar a las imprescindibles en la fabricación 
del extraordinario queso autóctono de nuestra sierra.



Las cabritas andan a sus anchas por estos lares.
 Dentro de poco pondrán rumbo hacia su casa, la cabreriza de la Era.



La vista de nuestra roca, "a Mono pasado", rememora las primigenias preguntas
que siempre nos hicimos referentes a la formación. Aunque no seamos geólogos,
 sí sabemos que la montaña caliza es una roca sedimentaria formada por
los aportes de los ríos cuando esto era mar, hace millones de años.
De ahí las distintas capas superpuestas que forman los estratos que se fueron
 asentando y que con la presión, endurecieron "como una piedra".
Posteriormente, con los movimientos orogéneos de las placas tectónicas,
emergieron a la superficie en un movimiento constante e imparable.
Los agentes atmosféricos de miles de años, hicieron el resto.
Sabemos que es así a grandes rasgos pero a pesar de todo,
seguimos haciéndonos las primigenias preguntas referentes a la formación.
Es difícil para nuestra mente comprender que la "inamovible" sierra, se mueve.



Más fácil de comprender es que esto es un antiguo alfanje -llanito de picón- donde
antiguamente se preparaba la energía vegetal para los braseros  y las cocinas económicas.
 Desde aquí se llevaba al pueblo para venderlo al grito de...
-"¡Cisco y picón, María! ¡Cisco y picón!"
-"¡Picón de lantisco y laureles...! ¡Del que calienta, mujeres!"



En este punto dedicamos una miradita hacia el lugar elegido para el ascenso. Ahí abajo están
"la madriguera de los gambusinos" y "el pie de piedra", junto a la cueva de la Vieja.



¡Qué ganas teníamos de superar esa espina dorsal de la sierra!
¡Ese "derrame" geológico que viene recorriéndola desde el Paso Indio!
Encontramos el lugar de acceso y superamos la prueba.
Ahora toca volver al pueblo pero...



no vamos a regresar por la visible vereda. Dice nuestra juventud...
-"¡No porque haya un camino marcado, tenemos que seguirlo!"
Por eso a veces, es preferible rodearse de "incertidumbres serranas"...



y tratar de enfocar nuestros pasos hacia la Casquera baja.
 Buscando un llanito conocido, le damos más emoción a la aventura.



Las rocas caen, se parten en mil pedazos y hay zonas en las que se reúnen...



miles de fragmentos calcáreos sueltos. Se denominan casqueras o chorreras de piedra.
Son peligrosas para discurrir a través de ellas pues verdaderamente se mueven
 en el instante de pisarlas, sin tener que esperar milenios ni nada de eso.



Con algo de destreza y equilibrio, es una delicia bajar por ellas haciendo slalom.
Las casqueras son la auténticas "playas" de la sierra de Ubrique.



Frente a nosotros se encuentra ese "llanito conocido". Descansaremos un ratito en
 el alfanje para poder ver las miles de bolitas esparcidas, producto de las ingentes combustiones
de la producción de picón y que sólo ahí, en el llano de la Munición, existen.



Aún queda tiempo para una mirada más a la "proeza",
 ¡Toda una monería!



¡El tajo del cerro del Mono! -visto desde Umrica (el Ubrique árabe) y
 ya que andamos por aquí...



echaremos un vistazo al manantial del Ubrique el Alto que, aunque este invierno
reventara por las incesantes lluvias y tanta "¡Agua va!", ahora descansa
y aunque conserve aún algo de humedad, está sin agua.



¡A saber dónde irán ahora los pajarillos para beber!
¡Animalito!



Poco a poco la sierra se seca en el verano. ¡Ya llegará el invierno de nuevo!
Son los ciclos naturales de la Madre en esta parte del mundo.
Entrañable Ubrique que nos vio nacer y su sierra, de la que aprendimos
que el blanco de la cal y el calorcito de la copa de picón venían de sus entrañas,
transportadas a lomos de aquellos a los que amarraban en los aldabones
a las puertas de las casas para descansar.



Ellos, los porteadores incansables, son los que vienen a despedirnos hasta la próxima.
-"¡Borriquito como tú, tururú! ¡Qué no sabes ni la u, tururú!" -Con esta canción
tratábamos de insultar indirectamente, a estos animales que tan imprescindibles
fueron en su momento...



por el mero hecho de no saber leer. 
¡Y es verdad!
 Si nos fijamos bien, con esa parte del cuerpo,
es imposible ver lo que pone en el explicativo del mirador del Ubrique el Alto
(en la ruta de los Miradores). 
Mejor hacerlo...



con esta otra parte.
Pero esas cuestiones humanas les traen sin cuidado a estos animales...



Ellos sí entienden a la perfección los trabajos de nuestra querida
sierra desde tiempo inmemorial y es de agradecer que aún hoy,
en la actualidad, alguien siga contando con su inestimable colaboración.
Otro apunte para ir terminando ya la interesante incursión (sin ir más lejos)...
-"¡Encima del mulo está el Mono!"
No es filosofía japonesa ni sacado del horóscopo chino, es que en esta imagen, coinciden.



La sierra de Ubrique ya tiene un lugar más para visitar, con conocimiento de causa.
Esperemos que cuaje el nuevo topónimo y que las chiburraleas del futuro puedan decir...
-"¡Quillo...! ¿Dónde vamos esta tarde?"



-"!Al cerro del Mono!"
(¡Sin trampa ni cartón!)


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