lunes, 20 de enero de 2014

Una vuelta a Ocurris

La tarde que fuimos a buscar la cueva de los Dos Pisos,
 por encima de la barriada de El Rincón
-ese lugar donde deberíamos instalar "la Cuarta Cruz" sobre estos riscos,
para evitar desprendimientos en esta extensión de Ubrique-
obtuvimos esta panorámica con el Salto de la Mora al fondo.
Fue en ese momento cuando se nos vino a la cabeza que
 hacía tiempo que no dábamos una vuelta a Ocurris.



Día tras día veíamos desde "el balcón del tiempo", como venía
bueno durante la semana. Y cómo, las lluvias que atrajo la leyenda



encapotaban los festivos y fines de semana. Desde aquí, a la vista
de la sierra del Benalfí -Salto de la Mora- armados de paciencia...



esperamos el día propicio para dar esa emocionante vuelta a nuestro
pasado milenario... al Ubrique romano, en la que nos esperaba incluso,
una buena comida en el camino -y no de mochila precisamente.



Prestamente subimos la calle Real, bajamos por San Francisco y pronto
 llegamos al Rodezno -donde está "el rincón más bonito de Ubrique". 
Desde allí, tras el Convento, emerge vigoroso el Salto de la Mora
que desde aquí puede parecer un elefante -alfil- 
sentado con la trompa hacia el manantial del Benalfil.
Miguel Reguera adelante hasta los Nueve Caños,
 hasta subir por la Calzada y justo antes de...



llegar a las Cumbres, torcimos a la derecha por ese retazo de antigüedad
que es lo que queda del callejón del Pompeo que nos lleva justo 
a la curva de la Cruz Roja y carretera arriba dirección Benaocaz...



sin perder de vista los detalles de la sierra a la que vamos a dar una vuelta. 
Detrás de esa roca prominente pasa la vereda trasera de acceso a Ocurrris,
precisamente por lo que podríamos llamar "la trompa del Alfil".



En nuestro periplo, llegamos al lugar de moda, la solariega venta que está a la entrada
del yacimiento arqueológico. Desde su terraza podemos disfrutar de unas excelentes
vistas hacia la finca de Fátima, el rancho del Almendro -el Vaquerito y
 las faldas del Torero, además de unas exquisitas viandas típicas
 de la sierra de Ubrique. ¡Ya dijimos que íbamos a comer bien!  



Muy buen puestos y acomodados para ver las concurridas carreras de aviones entre
las nubes, en un paisaje admirablemente atractivo. ¡Y no es pasión de hijo de Ubrique!
Una vez reposada la ingesta, nos dirigimos a la puerta grande de acceso a la remota
historia de nuestro querido pueblo. Pero la puerta grande estaba cerrada.
Podíamos haber supuesto que desde que se cayó desafortunadamente la muralla
ciclópea que rodeaba la antigua ciudad, el recinto estaría precintado y avisado.
¿Cómo vamos a dar una vuelta a Ocurrris, entonces?



Si no podemos dar una vuelta a Ocurrris por arriba, habrá que dársela por el derredor.
Sin más remedio, seguimos ascendiendo por la ruta que posee un dicho bien explícito...
-"¡Más torcido que la carretera Benaocaz!"
Pasamos junto a la Hacienda de Santa Lucía que 
era el primitivo acceso al Salto de la Mora...



y de la que vemos su tejado desde arriba gracias a esta foto de archivo.



Más arriba de la antigua casa, llegamos al llano del mismo nombre.
Ahora podemos decir que estamos donde descansa "la cola del Alfil"...



¡El fantástico llano de Santa Lucía!
Situado entre el Salto de la Mora y la sierra de los Paredones.
Esta legendaria explanada podemos también verla desde arriba...



en esta otra foto de archivo, donde podemos apreciar la serpenteante carretera.



Desde ella, tenemos grabada en la memoria, al paso, 
esta imagen -también de archivo.
Paisaje inalterado durante muchos lustros.
Años y años viendo el llano de Santa Lucía de la misma guisa,
pero la modernidad y la conquista humana,
 han cambiado actualmente su fisonomía.



-foto actual-



Postes eléctricos de reciente elevación, se incorporan "por necesidad"
a un paisaje donde parecía que se había parado el tiempo.



Pasando el altiplano seguimos rodeando el Salto de la Mora para
completar nuestra vuelta a Ocurrris, volviendo a Ubrique por el Rano.
¡Pero antes hay que bajar!



En el descenso nos encontramos rocas singulares que
despiertan nuestra imaginación, trayendo a nuestra mente
figuras mitológicas que ya dimos por nombrar "dragones de piedra"...



Como éste; el "Pajarroco Pétricus" que estaba pastando tranquilamente
 y nos brindó una grata sonrisa cuando pasamos junto a él.
-Los rocosos e imaginarios dragones, son vegetarianos
como pudimos ver en "la sierra de Ubrique. Detalles I".


La tarde estaba cayendo; eso tiene el invierno con sus escasas horas de sol.
Nuestro objetivo de hoy ocultaba los rayos a medio Rano, dejando a
Ubrique en el valle y su genuina sierra, a la luz.
 Y a la sombra...


 la casquera de miles de rocas calizas fragmentadas, en un caos dinámico por la que
nos gustaba deslizar allá por la efervescente y arriesgada adolescencia.



Hemos llegado al Rano, también llamado en los mapas Manga de Ubrique
 -aunque no conocido por ello... ¡El Rano es el Rano! ¡Faltaría más!
Es como un oasis abierto en medio de tanta montaña, salpicado de
grandes lantiscales que sirven de refugio y alimento...



a las avecillas migratorias protegidas, ilógicamente perseguidas
todavía por los tramposos tramperos de las perchas.
Basta dar un paseo un fin de semana para comprobar los puestos de tamaña atrocidad.



Y enfrente, cruzando el arroyo Seco, después de la calzada romana, 
una "minicordillera" sobre la que se sitúa Vega Redonda. De ella sobresale...



este risco que bien podría parecerse al Tajo del Moro, pero del que
carecemos de topónimo. No obstante, cada vez es más frecuentado...



por gráciles y simpáticas cabritas montesas.



Vereda abajo por el margen derecho del arroyo Seco que discurre por el Rano...



podemos ver algunos ejemplares de árboles cuyas semillas volaron años atrás, desde
 los eucaliptos australianos de repoblación; quién sabe si desde el "Moliero los burros"
-aquella zona de nuestro querido pueblo que dejó a "Ubrique en verde, de luto".



El periplo de la vuelta a Ocurrris en su sentido más literal...
-¡no nos vamos a saltar las normas!
está a punto de concluir. Una suave ladera nos indica que
 hay que ir buscando las pasaderas que conducen al otro lado
 del arroyo Seco. Vamos buscando el camino "Benocá"...



y salimos a él por la vereda angosta.



Dicho camino es la calzada romano medieval
-igual que el mercadillo de las cosas de romanos de este año pasado-
que anda oculta bajo toneladas de escombros y que aflora
 cuando las lluvias acuden a la zona en forma de torrentes.
Llegados a Ubrique, sí podemos decir a boca llena que hemos dado...



 una vuelta a Ocurrris -con dos erres por supuesto- lo que pasa es que
 a uno se le cayó una erre por ahí y nosotros la hicimos nuestra
 porque con la crisis... ¡No andan los tiempos como para tirar nada!



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