Escenas como sacadas del mundo onírico, son el regalo que este año nos está brindando
nuestra Madre Natura. Se une el frío con la humedad y como resultado...
nos vemos envueltos en un fino manto de microgotas de agua que
en este caso dificultan la visión de nuestro querido y abandonado Rodezno.
Metidos en la nube que baja a saludarnos, no hace mucho que disfrutamos de...
un día de niebla. Detrás de esos olivos del cerro de los Olivares está Ubrique
presente como siempre pero la bruma impide su visión.
¿Que no puede ser...?
Pues aquí está la prueba.
Pero volvamos al tema. Aquel día al subir a los Olivares, casi a tientas...
vimos una silueta que resultaba familiar por nuestros contornos.
Hubo que agudizar la vista para descartar otras opciones y descubrir que efectivamente...
era una sencilla cabra ramoneando erguida, en las "blandas y dulces"
ramitas del olivo, junto a su rebaño.
La intensa niebla no le impedía desarrollar su estiramiento alimentario,
mientras las compañeras realizaban su ancestral labor... deambular y comer.
Allá arriba, naturaleza (cabras, campo) y artificialidad necesaria (antenas, parabólicas),
se conjuntan bajo el velo nuboso.
(¡Anda, poneos bien todas para la foto que no se ve bien y
parece desde aquí como si a alguna le faltara la cabeza!)
(¡Se han hecho caso! ¡Pero tú no eres cabra! ¡Eres chivo! ¡Animalito!)
(¡Eh, que nosotras también queremos salir! ¡Hasta yo he hecho una paradita con la comida!
¡Pero con tanta niebla no vamos a salir nítidas!)
Hay un título de película que habla de unos animales
muy parecidos a los humanos pero más fuertes y que están en iguales circunstancias.
Trasladado a nuestra cultura, esa peli se llamaría "Cabras en la niebla".
¡Quién sabe si podría ser resultón! ¡En el cine hay de todo!
Satisfecha con la toma de fotografía pero insatisfecha con la toma de "foto-síntesis",
nuestra protagonista principal de "Cabras en la niebla" nos va a hacer una demostración
de cómo también el mundo animal es solidario. Como ella es la más alta...
con sus recios incisivos corta una ramita -que ahí vemos caer con dificultad... por la visión-
a la cual rauda y veloz, se acerca presta la chivita...
a saborear las verdes y aceitosas hojas.
El "desprendimiento" de nuestra, cabra es digno ejemplo
para la otra que se estira animada por el generoso gesto, a ver si deja caer algo también.
Los humanos podemos hacer lo mismo en estos apretados tiempos que corren.
Tenemos que imitar a las cabras... pero seguro que nos dicen que estamos locos... como ellas.
El aro del sol pugna con su etérea adversaria por sobreponerse...
y deprisa pero sin pausa, lo va consiguiendo.
El astro rey va descubriéndonos las formas entrañables de nuestro pueblo...
dejando entrever al San Antonio erguido (como la cabra) sobre el casco antiguo.
La niebla ha actuado como una esponja húmeda que ha reciclado
la belleza natural de nuestro privilegiado entorno y como vapor que es,
va difuminándose paulatinamente pero persistiendo en algunos rincones típicos.
Por ahora sigue ocultando la necesaria "horrivisión" de las antenas de los Olivares.
Pero...¿Seguirán allí arriba las "Cabras en la Niebla"?
El Torero parece que flota sobre un mar de nubes.
La Cornisa de los Buitres en el Salto del Pollo, parece que se sacude la niebla
para lucirse en todo su esplendor.
Y en la base de la Cruz, parece que no quiere rendirse. Es como una extraña nube persistente
como surgida de sus entrañas y que va dejando un olor que...
¿Un olor?
¡Como que es una candela!
¡Si todavía no es el día de los gamones!
¡Mira que la manía de quemarlo todo y dejar el ambiente lleno de malos humos!
El día de niebla acabó con el regalo que nos hizo la Madre
al atardecer con un cielo maravilloso...
para tratar de compensar a nuestros ojos el no haber podido ver con claridad esa jornada.
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