martes, 29 de enero de 2013

2ªparte- Ruta de las Cochineras

Seguimos surcando la vereda por la ruta de las Cochineras, desde el Calvario hasta la Era.



Y continuamos la visión de los restos que dejaron nuestros antepasados
(y no tanto) de aquella ancestral costumbre de criar entre las piedras
a uno o varios cerdos para así paliar un poco, la hambruna y la miseria
reinante en aquellos tiempos de los años de la "jambre".



Recordar que veníamos desde el Calvario y que es 
un agradable paseo serrano pegadito al pueblo, sin ir más lejos. 
Estamos a punto de llegar...



a una singular y curiosa roca. Junto a la vereda y gracias a la acción de
los agentes erosionantes, se le abre un gran agujero vertical por el que se puede pasar.



Es la piedra de la Chimenea por la que una vez dentro, se puede trepar
hasta su salida superior. Es bien fácil, dejamos momentáneamente el sendero y...



¿Pero eso que es...? ¡Parece ropa vieja amontonada...! ¡Y lo es!
¡Vaya contrariedad, por ahí no pasamos! ¡Hay que ser animal de bellota!
¡Con respeto hacia los cerdos!



¡Y mira que la experiencia prometía ser interesante!
Mejor será rodearla...



y encaramarnos a la parte superior por el exterior...



para ver el curioso agujero prácticamente redondo, como un pozo...



pero lamentablemente, una vez más somos testigos de la incongruencia
y mal gusto de algunos seres humanos.
¿A quién le corresponde recoger eso?



Vereda adelante seguimos contemplando (que no contando) las típicas gorrineras
ubriqueñas y eso sin sumar la "cochinada" de la piedra de la Chimenea.
De pronto se presenta ante nosotros, otro de los muchos "dragones de piedra",
uno nuevo de los que pueblan nuestra sierra y como no se podía llamar de otra manera, 
se trata del...



"Pterocosus Rocochino", vigilante en su propia ruta.



No sólo hay diseminados restos de antiguos reductos sino que también,
 desde el camino se pueden ver cubículos modernos.
 ¡Quién sabe qué guardan en su interior!



Desde que visitamos el llanito de los Cochinos, ya sabemos que estos lugares
de nuestra periferia, no se refieren a temas relacionados con el ganado porcino
porque todo esté lleno de latas y porquerías desperdigadas por doquier
 por mentes acuosas incoloras, inodoras e insípidas, no.



Una cosa es criar un puerco por supuesta necesidad y otra es ser humano ignorante.
Justo aquí al lado...



se abre un bello prado verde y florido. Para embobarnos con él....



vamos a repechar un poco y desde las crestas calcáreas cerca del triángulo serrano,
podemos saborear los contrastes existentes entre el blanco del pueblo, el marrón de los tejados,
el gris de las calizas, el verde de los árboles, el amarillo de las tiernas florecillas y...



el azul luminoso de este magnífico toldo que alguien dejó atrás olvidado entre los canchos.
¡Muy buena idea! ¡Muy buen contraste!



Nuestra ruta llega inexorablemente a su conclusión.
Pero aún nos toparemos de bruces con algunas más de...



 las que tiempo atrás fueron auténticas fábricas de transformación de restos alimenticios
 (el cubo de las cáscaras) en grasa y carne animal -tan perjudicial para la salud como
 se ha demostrado recientemente. Desperdicios alimentarios que aún...



podemos apreciar entre los resquicios de los cascajos en las propias cochineras.
Una vez engordado el animal se procedía a su sacrificio, después se le quitaban
 las saetulas (del latín pelo grueso) o cerdas para hacer brochas de afeitar
(o para tirarlas), procediéndose a posteriori a la grotesca y cruel pero esperada...



¡Lo anacrónica Matanza!
Como decía el refrán... ¡A cada cerdo...!

(Foto tomada de la carnicería del portal viviente de este año -una cruda estampa)

Como de comida y de cabezas estamos hablando, añadiremos que también encontramos
una cabra muerta (¡animalito!) y la cuchara compañera del tenedor de la
"Sierra de Ubrique, para comérsela" (casualidades de la vida),
ambos hallazgos juntos traen a la memoria un tema de los Rolling Stones... 



  ¡Goat head soup! 
Sopa de cabeza de cabra.




Entre pasadizos encrespados por nuestra sempiterna roca caliza mágica...



aún  dirigimos los ojos hacia los rastros de ese arcaico modus vivendi ya finito...



hasta llegar a ese sitio tan familiar. Ese valle por detrás de la Cruz del Tajo,
  rincón escondido sólo para quienes no hayan subido nunca
y que es tan recomendable visitar en todas las edades,
 aunque haya que resignarse a ver....



salteadamente, esa especie de reciclaje en verde que supone el uso de útiles cotidianos
(bañera por ejemplo) para otros menesteres muy distintos a los que fueron concebidos.




Allí mismo, donde está el mirador del Ubrique el Alto en la ruta de los Miradores,
hallamos los restos de la última de la serie en la ruta de la Cochineras
que va desde el Calvario hasta la Era.


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