jueves, 21 de febrero de 2013

Rincones escondidos

Haberlos, haílos (como dirían los entrañables galleguiños).
Rincones escondidos de nuestro pueblo. Curiosidades al descubierto.
Pero no va el tema de hoy de asuntos escatológicos como el que ilustra la portada
aunque sea entre todos, el rincón escondido por excelencia.



Tampoco hablaremos de los recovecos elegidos para la estancia temporal de jóvenes
"decoradores de exterior" que actúan como reyes Midas 
de la porquería que todo lo que tocan...



lo convierten en lo antagónico al oro y que empieza por eme...
Lo que sorprende del lugar no es que los mentecatos no tengan remedio, si no
que está justo enfrente del carismático y turístico Convento de Capuchinos.



Rincones escondidos son aquellos lugares que resisten el paso del tiempo
sin apenas intervenciones de infraestructura, tan de moda en épocas recientes.
Aún nos queda un resto de los antiguos empedrados autóctonos ubriqueños.
Al visolector del blog, le corresponde averiguar donde es...
No diremos el lugar por temor a que lo descubran y lo "arreglen".



Existe un rincón tan afamado y curioso que incluso adopta el mismo nombre 
y se proclama como barriada del Rincón. También tiene su solera.



Hay rincones más modernos construidos recientemente
sobre antiguas huertas en los Callejones.



No obstante, quizá sea el casco antiguo el que más presume de rincones escondidos.
Estos son aquellos que, para verlos no cuentan nada más que con los ojos de sus vecinos
y que nosotros, con el ajetreo diario, carecemos de tiempo o de ocurrencia
para ir de visita rinconera. Para eso está Ubrique en verde, para descubrirlos.
¿Quién sabía que éste es el final de la calle Sin Salida 
(Fleming, por ser calle con dos nombres)?



Aunque sea un sueño imposible, contemplar el rincón de la Trinidad sin coches, 
 a veces ocurre y ese dia, si dices... ¡a mí plim! pues...¡multa que te crió!



Más allá de la Trinidad, la calle Toledo tiene un rinconcito de aquella época 
en la que las lavadoras brillaban por su ausencia. 
¡Y no es el único!



Bello rincón nos ofrece la calle Caracol aquí por su final
que curiosamente, es el principio...
de la cuesta.
Es donde se colocaron el talabartero y su señora el dia del portal viviente...



 
 enfrente mismo de la calle San Gregorio; otro rincón escondido.



El Caracol tiene un poyete que una vez subidos a él...



podemos ver en el rincón, una de las poquitas reliquias que nos van quedando.



Algo más arriba, en la calle que se parte por la mitad y se convierte en dos por una
 y nunca pierde el Norte, encontramos otro rinconcito pintoresco algo escondidillo.



Pero algo antes y por "rescondido", el retorcido Caracolillo que sube hasta la Torre...



hasta la torre morisca que aún luce sus piedras vistas pero cubiertas con el simil de la cal.
Situada sobre el poyete que sirvió de escenario para el Carnaval.



La Torre, entrañable calle en la que se empeñaron llamar en "general, 
San Jurjo" pero que no se entiende pues de santo no tenía nada.
La Torre es la Torre.
Antiguo rincón de nuestro pueblo tantas veces en el punto de mira 
de fotógrafos o pintores y que debajo de su peñón de la Becerra...



guarda un lindo rinconcito oculto, tras la puerta de la 
que fue ficticia cárcel bandolera cinematográfica.



La Torre, de la que se aprovechó el rincón que dejó un solar para hacerle este
coqueto mirador escondido que no está en la ruta de los Miradores.



Quizá sea el más auténtico de los rincones, el arquetipo típico. 
Uno de los tesoros de la calle Saúcos.



Pero antes de abandonar el conjunto histórico de enrevesadas callejuelas
que configuran nuestro patrimonio a conservar, pasaremos por la calle Concejo,
la de "los Gitanos" para entendernos (con todo nuestro respeto).



Por allí se conservan rincones tan escondidos que resultan invisibles a los paseantes y...



que mantienen en las puertas de las humildes casas, los restos arcaicos de otros tiempos...



 que ojalá duren mucho tiempo pues son parte primordial del carismático Casco Antiguo.



Ya bajando por la Fuentezuela a la siniestra, encontramos esta calle verde con vestigios 
de lo que otrora fue fruto de mano sobre mano de nuestra blanqueadora cal.
A su fondo a la izquierda e inmediatamente a la derecha...



damos con el penúltimo rincón escondido de nuestra historia de hoy;
 sólo visitado por algún perro o algún gato para la satisfacción de sus opresiones internas.
Está tan escondido que ni siquiera, aunque esté allí mismo, se puede ver...



desde el pintoresco rincón escondido de la calle Guindaleta
con la impresionante estampa tipica de la Cruz del Tajo a sus espaldas.
Para terminar decir que los rincones fueron pieza clave como complemento
en el desarrollo infantil pues eran lugares ideales para jugar al escondite.



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