miércoles, 25 de septiembre de 2013

III Concurso de Pintura. Aire libre

Semanas más tarde de su celebración y cuando ya se ha hablado y visto todo de ella,
ahora toca el turno a Ubrique en verde de disfrutar de aquella maravillosa jornada,
dedicada a sentir como propia la exteriorización de los admirables pintores, plasmando
en colores la belleza de nuestros rincones típicos en sus tapices blancos sobre caballetes.



Unos caballetes para pintar cuadros que muchos ubriqueños, por fortuna, tienen en mente.
El arraigo a la afición por la pintura es patente en nuestros corazones y
 el sábado siete de septiembre salimos en su busca por nuestras intrincadas calles. 



-"¡Ahí hay uno! ¡Vamos a ver como le está saliendo al artista la calle Botica!"



-"¡Oh, vaya!"



-"Pues con este sí que no vamos a caer porque ya sabemos que en el callejón Janeiro
 se colocó el cartel anunciador de la "Expo Verdura 2013" de Maravillas con cerillas".
(En esas tardes-noche de novena previas a las fiestas mayores de Ubrique,
también pudimos deleitarnos con el espectáculo de títeres del Niño del Peñón)



Por fin dimos con los caballetes auténticos y
comenzó el disfrute con las maravillas pictóricas.



El primer paso, subir el lienzo sobre el soporte.
 Es admirable pensar que esa superficie blanca tornará antes de las cinco de la tarde 
en un prodigio casi mágico para los que no tenemos ni idea 
y que todo lo que supimos pintar fue una casita con la chimenea inclinada cual cañón.




Sobre el lienzo blanco se van añadiendo pinceladas.
 La elección del lugar y el motivo, aunque ajustado a las normas básicas del concurso,
 son de libre decisión. El punto de mira se dirige hacia algo pintoresco u original, 
como hacen Manuel y...



Pedro. Y aunque en ocasiones el motivo se repite,
en la subjetividad de los artistas está la diferencia. 
No hay ni mejores ni peores, sólo distintos, a favor del grato deleite de los que nos gusta
 disfrutar de esta oportunidad única de convivir en una jornada junto a los increíbles creadores.



Ascendemos por la "montaña rusa" que supone nuestra calle Caracol 
-una de las más enrevesadas- y así, sorprenderlos apostados en sus atalayas...



y poder captar las más increibles perspectivas del Casco Antiguo de Ubrique...



hasta llegar al callejón del Norte; un lugar de renombre en nuestra pintura que supone
 un nido anual de arte pictórico. Además es elegido por un nutrido grupo de participantes...



para expresar sus interioridades particulares.



Es una delicia verlos junto a sus inamovibles modelos.
 Ángulos de increible sutileza, reflejados sobre lienzo.



Como nos contó Mancilla delante de su creación que parecía la continuidad del original...
¡Cierto argentino le dijo que el blanco inmaculado sobre las sinuosas rocas 
mil veces encaladas, le recordaban los eternos hielos del sur de su país!
 En este día, la casa de Mancilla - la casa de los pintores por excelencia- está abierta.
 Dentro se respiraba -aparte de buenas viandas- el aroma del arraigo de la tradición
 pictórica en nuestro pueblo y de sus paredes cuelgan magníficos cuadros...



llamándonos la atención éste de Manolo "el Sheriff", uno de nuestros
 andaluces ubriqueños ilustres sin estatua ni homenaje (pinchar aquí).



En el patio de la casa encontramos a otro de nuestros increibles artistas amantes del pincel.
Salimos ilusionados del callejón del Norte y dejamos a la derecha...



el Caracol, caemos en la cuenta de que la vericueta pendiente no sería la misma,
si en ella no viviera nuestra entrañable Isabel caminando hacia su blanca y florida casa, 
rodeada de caballetes y olores de pintura fresca al óleo.
El concurso anual de la Villa de Ubrique es básicamente eso, 
dejar la impronta del motivo elegido plasmada cuanto antes
 para la posterior exposición de las obras por la tarde en la Plaza.
 Eso sí que es "recién pintado"; por eso (Juan)...



no pudimos resistir la tentación de fotografiar el cartelito de la Torre que 
aún siendo de aviso por la baranda, resumía la esencia de la gloriosa jornada
 del rápido sábado de pintura al aire libre. 
Durante nuestro deambular en busca del mayor número de obras distintas,
 decidimos acudir a la calle Guindaleta, donde tiene el estudio otro de nuestros
 insignes pintores, José Luis, y al bajar las empinadas escaleras desde la calle Saúcos...



sorprendimos a tres cámaras amigas. 
Agradable encuentro y en particular con el que posee fotos de entre las más espectaculares,
 realizadas en nuestros entrañables entornos -mejorando a los demás- Manolo Canto.
-"¡Te pillamos, Manuel!"
A lo que Manolo respondió...



-"¡Y yo a ti! ¡Ya te la mando!"
 El cruce de disparos fotográficos fue recíproco.
Torre adelante llegamos hasta donde estaba apostada una de nuestras pintoras.



Ya sabíamos dónde iba a estar situada María con su caballete, su lienzo,
 sus pinturas, sus pinceles, su entusiasmo, su afán, su ilusión y su tesón. 
Allí, junto a nuestro rocoso emblema natural, el peñón de la Becerra,
 había colocado su estudio provisional nuestra amiga.
Por la Torre adelante, asombrados por la recreación de multitud de caballetes ilustrados,
llegamos al cruce con la calle Villaluenga. Allí nos quedamos doblemente sorprendidos.



Una familia completa, se estaba recreando en la elaboración de dos suculentas obras de arte.
Mientras la hija emprendía su propia andadura por los insondables destinos pictóricos,
sus padres demostraban su maestría en la elaboración, igualmente en plena calle, 
de algo que también podríamos tildar como de bello cuadro...



de arte... culinario que no dejó indiferente, por su aroma y 
debido a la avanzada hora del mediodía, a ningún asistente a la deliciosa 
velada al aire libre de pintura rápida. 
¡Verdaderamente se nos hizo la boca agua con este redondo cuadro!



Ya que estábamos en la calle Villaluenga pudimos admirar lo que se continuaba "cociendo".
En esta obra, se ven reflejados tres emblemas carismáticos de Ubrique... 
Primero y al fondo, el Calvario, colgado de su balcón serrano; 
segundo, el San Antonio y sus secretos desvelados;
y tercero... ¡Tercero, los coches que ocupan los más recónditos recovecos!
Seguimos buscando Libertad para acceder a la amplitud de miras de Cornicabra.



Es como un observatorio que año tras año, es lugar elegido para el Concurso.
Desde allí pudimos ver el trasiego que se desenvolvía...



en el Convento de Capuchinos. Seguro que es una boda pero...
-"¿Y la banda de la Agrupación Musical Ubriqueña?
 ¿Va a tocar el ta-chán, tachán a los novios?"
¡Pues no!
 Estaban preparados para recorrer las calles
y sumar su música al día de la pintura de Ubbrique.



Pasaron al son de tambores e instrumentos de viento por la calle San Francisco, 
alegrando el ambiente y con Bohórquez a la trompeta.



Animaron la jornada pictórica con el brillo de los metales en la Plaza,
 al son acompasado de las repiqueteadas baquetas y con Bohórquez a la trompeta.



Y en la plaza de aparcamientos de la Verdura se fundieron en uno, los veladores,
 los ciclistas pasajeros,  los estorbos automovilísticos, los pintores, los músicos y
el público en general, y con Bohórquez a la trompeta... 
-"¡Con todos ustedes...!"



¡Bohórquez!
¡El mejor trompeta de Ubrique!
(Y no es pasión de compañero del Agua)



Pero volvamos a la encrespada Cornicabra con sus "rincones escondidos"
pues tenemos que cumplir una importante misión. Cuando en Ubrique en verde publicamos
 el año pasado "las obras del II Concurso", no sospechábamos que un año más tarde,
 alguien nos hiciera un cariñoso y agradecido comentario,
 al que respondimos cortésmente con una promesa.
Se trataba de la pintora sevillana Cristina Díaz,
a quien le concedimos en la edición anterior una mención honorífica por haber pintado
la realidad del agua de Ubrique, reflejada en los caños de la pila de la Plaza.
Como le prometimos, estuvimos buscándola entre las artistas.
Una detrás de otra, íbamos preguntando...
-"¡Es usted Cristina!"
-"¡No!"



Hasta que dimos con ella y ¡cómo no! metida en faena con su tema favorito y
que particularmente nos apasiona. Esta vez le tocaba el turno a... ¡La pila de la Parra!
Fue un auténtico placer conocerla. Tras saludarla y "amenazar con volver",
marchamos hacia el lugar que fue motivo del primer premio oficial,
 de la edición anterior... la ruina del Rodezno.
Yendo, percibimos que éramos objeto de un objetivo y no estábamos equivocados.



Sumidos entre pintores, el intercambio de disparos, otra vez fue mutuo.
 En esta ocasión fue con nuestro hermano Leandro, el de la patacabra de corcho
en "La Pilita Abajo Petaquera". Resumiendo, el primer sábado de septiembre es
 el día grande de los pinceles artíticos y... de las cámaras fotográficas.



Nos llamó muy mucho la atención este artista que venía a Ubrique por primera vez
y optó por una de las interioridades secretas de nuestro pueblo; el túnel del Rodezno,
donde aún existe la magia. Sólo unos pocos elegidos nos asomamos atraídos
 por la curiosidad de ver lo que estaba pintando.
Pero había que asomarse a la Plaza. 
Queramos o no, es el lugar donde más arte se concentra.
 Después, a la hora de la muestra y el fallo del jurado... ¡Ya estarán allí!



En la Costanilla de San Pedro, nos percatamos de que la fachada principal
 de nuestra Iglesia de la O, tampoco iba a librarse de quedar atrapada en el óleo.



En este día de gran afluencia de público, 
no podía faltar a la entrada de la Plaza y expuesto sobre su caballete blanco,
 el cuadro que más se ha exhibido durante las tardes de novena.



¡Bueno, a lo que vamos!
La Plaza rezumaba pintura por los cuatro costados.



No se quedó ningún rincón ni estilo pictórico en el tintero.
 La jornada maestra; el día grande; la fiesta del pincel en nuestro querido pueblo
fue de una expectación atrayente, con un numeroso grupo de artistas participantes.
Cristóbal tiene que sentirse orgullo por el derrotero que sigue lo que él
empezara a organizar años atrás en las Cuatro Esquinas.
El III Concurso de pintura rápida, Villa de ubrique, fue todo un éxito...



bajo la atenta mirada y la presencia de nuestros representantes.
Ya sólo nos queda ver algunas de las obras terminadas y expuestas 
a posteriori, ante un público con opinión, y las menciones que este año
Ubrique en verde va a hacer, por gusto pensando que, en ocasiones, 
el fallo del jurado, es eso, un fallo... del jurado. 
Y no es nada personal contra Jurado que
 bien merecido suponemos que tendrá su primer premio,
sino que veremos las obras que en nuestra opinión muy particular
(que para gustos colores), merecieron más la pena.
Pero eso será en la siguiente entrega de Ubrique en verde.



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2 comentarios:

  1. Magnífico reportaje Manolo, tal como nos tienes acostumbrados.

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  2. Tú si que nos deslumbras con las maravillas fotográficas que capturas en tu objetivo. Gracias Manuel.

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