sábado, 25 de agosto de 2012

Colección cuatro. Piedras corazón.


Cuando a la comba se saltaba con un suave vaivén apodado "a la barquita",
 se iban enumerando las colecciones. Mismamente:
Colección Una (pinchar)
Colección dos (pinchar)
 Cole, colección tres -por si perdíamos pie a la hora de la manita. (pinchar)
Colección cuatro...
Pues eso, la cole-colección de hoy va a ser de piedras corazón.



No va a ser de ventanas alineadas y con algo de encanto como las de la calle Pasadilla
(una de nuestras calles exóticas)...



o de las desnudas ventanas del hotel Aguanueva (que nunca llegó a inaugurarse).



Ni de cristales que aún se pueden ver colocados a mala idea (para evitar a los choris)...



en los voladizos de algunos edificios en cualquier ciudad, por las vacaciones.




Los corazones de piedra son duros como el suelo que pisamos.




Duros como los fragmentos de tégula que andan diseminados por Ocurrris en el 
Salto de la Mora (también otra buena colección).



Duros como la piedra más dura de los contornos y que da nombre a una amplia zona 
de la sierra de Ubrique... Los Pernales
Otra buena colección cuyos componentes afloran cuando...



Nuestra colección de hoy, los corazones de piedra  
(reiteradamente nombrados en el libro de Noah Gordon, la Doctora Cole),
 surgen espontáneamente en la naturaleza.



No son los que se venden en los chinos, aunque a las piedras también les llamemos así...
Chinos.



Ni son miniaturas de caramelo.



Ni mucho menos los que hay impresos en el suelo de la clase donde
(y eso que al estar en el suelo, resultan duros como piedra).



 Tampoco son de piel, aunque la piel sea el corazón del motor de 
nuestra afamada industria.



El corazón de piedra surge cuando es arrancado de las propias entrañas de la sierra.
Una vez desgajado de su matriz es muy difícil volver a reintegrarlo.



Podemos buscar o hacer simples imitaciones 
(habiendo desbarbadora, hay corazón),
pero no son.






 Podemos encontrar auténticos corazones pétreos curiosos (con una ayudita)
pero nunca pueden ni por asomo, paliar el hueco del corazón de la sierra.



Éste es otro "casi".




Y éste, del que podríamos llegar a pensar que viajó otrora desde la montaña por el rio hasta 
la playita de Cádiz donde lo encontramos, pero no hay garantías para corroborar esa teoría.



Lo mismo ocurre con este otro.
No creemos que se pueda restablecer el "corazón partío" de la sierra ni con tiritas.
Y aunque los corazones que vayamos encontrando en nuestra utópica búsqueda...




sean auténticos corazones de dura piedra...



(aunque tengan dos caras como todos los corazones),  se parezcan mucho al ausente, 
lo cierto y lo fijo es que la sierra, querida y añorada por los amantes de la natura...




llora desconsoladamente cada vez que le arrancamos el corazón 
con absurdas e inútiles acciones humanas. 
No hace falta comentar las imágenes siguientes para entender
claramente lo que pretendemos expresar...
















La sierra imponente se torna impotente derramando un mar
 de lágrimas por la ausencia de su corazón... de piedra.
Dejemos a un lado nuestro duro corazón y
 mostremos más sensilidad con nuestro entorno.
 ¡Este mundo es el único lugar donde existen los corazones... de piedra!



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2 comentarios:

  1. Hoy el seudocientífico se ha quedado sin palabras, lo único que puede decir es "Me ha conmovido el reportaje". Aunque para esto también haya una explicación científica....Según el afamado psicólogo clínico Dr. Neuronich Guason, cuando observamos un trabajo bien hecho por una persona amiga se produce una conmoción en los axones que nos dejan momentáneamente sin palabras.
    Gracias monstruo por conmocionarme.

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