Si la Sierra de Ubrique se está "derramando", geológicamente hablando,
el último derrame de esta zona, sería ese lugar al que hemos tardado tanto
en terminar de encaramarnos a su cima: La Cruz del Tajo
Una vez arriba, da pena descenderla en compás de retorno por lo que antes de ese
"llegado ya el momento de la separación..." intentaremos visitar un enclave
algo peligrosillo cuyo nombre, circula por la legendaria memoria ubriqueña:
El Huerto del Tabaco.
Los noventa metros de caída en vertical de nuestro famoso Tajo se ven interceptados
por una peculiar cornisa o saliente que lo recorre de izquierda a derecha a modo de collar.
Justo en el centro de esa cornisa existe una gran roca desprendida antaño...
bien encajada en la grieta que conforma el paso. Nosotros la llamamos "la piedra de los dedos"
y fue la elegida para la colocación de la primera bandera del España por las
cosas del fútbol. Junto a ella se ve un pasillo que se cuela por su trasera.
Forma parte del recorrido, porque aunque no lo parezca, el Huerto del Tabaco
es transitable pero ¡quieto! es exclusivo para personas preparadas en las lides roqueras.
No es como subir a la Era o cruzar el paso del callejón Tiznao
que lleva a la Piedra del Agua en el camino de Ronda.
El Huerto del Tabaco nos permite vistas impresionantes de Ubrique tal que esta instantánea
que refleja cómo en un "instante", puedes llegar al pueblo a partir de un simple resbalón.
Pero para poder alcanzarla...
antes hemos de pasar por el ya conocido Umrica, con sus restos andalucíes aterrazados
y que conformaban el antiguo Ubrique el Alto.
Hay que subir por encrespados riscos hasta que no podamos avanzar más
(por aquello de la verticalidad del Tajo y las alas).
Hay que repechar por entre las piedras, siempre en continuo cambio y movimiento...
geológico (nosotros siempre las veremos iguales) de la trasera de la Cruz...
Por allí hay un acceso, no exento de dificultad...
que nos lleva hasta la "salida" del Huerto. Intentaremos hacer el reportaje pero
sin pasar por él. No es conveniente atreverse a hacerlo estando solo.
Sin embargo, sí...
podemos plasmar los iconos que lo caracterizan. Verbigracia... la banderita del España,
La entrada en uve del otro lado del Tajo, una parte del recorrido...
y la base de la Cruz (más allá de la calle Ronda, tenemos una buena toma
del depósito del Cornicabra).
Podemos asegurar que el trayecto puede suponer para el espíritu como
una especie de sublime congoja
que desemboca invariablemente en una nueva superación personal.
Por encima del Huerto del Tabaco penden la miriada de rocas en tenguerengue que pueblan
ésta que es la impresionante seña de identidad ubriqueña.
Si hay más o menos, noventa metros de altura desde la cruz hasta la base,
desde el Huerto hasta abajo habrá unos treinta.
También son de admirar las innumerables formas que tienen los líquenes que
crecen en la roca caliza.Estos tonos son como manchas que enriquecen
los coloridos matices de nuestra entrañable sierra.
Debajo de estas piedras hay un "llanito" que contiene tierra muy rica en humus y
en el que cabrían sembradas no más de una decena de plantas de tabaco.
¿Será este topónimo también fantasioso como lo es el de la Mina?
Pero para poder llegar hasta él, es mejor acceder por el otro lado
pero no por la minicornisa por la que se deslizó el osado que...
colocó la segunda bandera del España...
si no por la "entrada". Está junto a la piedra del predicador que ya vimos en
un paseíto por la sierra. Prácticamente reptando por detrás de esa primera roca y
usando el quinto apoyo del escalador (donde la espalda pierde su honesto nombre)...
llegamos al barranquito que es como la primera prueba de dificultad.
Es un desnivel de unos tres metros. Afortunadamente se salva con facilidad
gracias a la ayuda de las fuertes ramas de los algarrobos que allí crecen.
Salvado el obstáculo y podemos decir que con algún nerviosismo...
lo primero con lo que nos encontramos a nuestra derecha, es una diaclasa.
En sus adentros se muestran las tripas de la montaña. No es muy profunda pero hace falta luz
para ver en el interior. Cuando entramos con el frontal encendido,
seguro que nos entra complejo de "colonoscopio",
introduciéndonos e investigando los intestinos de la Cruz del Tajo.
Desde la misma puerta de la oquedad se ve la grieta pasadizo,
interceptada por grandes piedras pero que dejan entre ellas agujeros
y resquicios suficientes como para pasar al otro lado
(donde está la tierra).
Allá arriba al fondo, por encima de la piedra de los dedos podemos ver la formación
en uve que supone la "salida" y desde la que estuvimos hablando antes, del Huerto en sí.
El Huerto del tabaco es espectacular y es una pena que hoy no nos atrevamos a cruzarlo
en solitario. La próxima prometemos traer a alguien que sea diestro por entre las
sinuosas rocas calizas de nuestra sorprendente sierra ...
y así poder hacer la ruta integral del Huerto del Tabaco. Merece la pena.
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