Ya llevamos una temporadita dándole vueltas a la Cruz del Tajo,
el símbolo ubriqueño por excelencia y como siempre, el descenso desde
las alturas, lo haremos por el lateral derecho, según se baja.
Es un camino no muy abrupto, desde el que podemos distinguir perfectamente
el tajo del Moro pero con una inclinación serrana lógica, no apta para inexpertos
y que viene a desembocar a la Calera por encima de la calle Ronda...
más concretamente en la "malla Jurásica" (de la que hablamos en la lavadora serrana).
Una vez llegados a este punto,se nos vienen a la cabeza las entradas del blog
de cuando estuvimos diseccionando el camino de Ronda.
No pudimos ver la calera auténtica que ya no existe pero alguien nos ha contado
que en la trocha todavía quedan los restos de uno de esos hornos
donde nuestros antecesores obtenían la cal que embelleció antaño las fachadas
de nuestros pueblos y que dieron nombre a la Ruta.
de cuando estuvimos diseccionando el camino de Ronda.
No pudimos ver la calera auténtica que ya no existe pero alguien nos ha contado
que en la trocha todavía quedan los restos de uno de esos hornos
donde nuestros antecesores obtenían la cal que embelleció antaño las fachadas
de nuestros pueblos y que dieron nombre a la Ruta.
Decidido, antes de bajar de regreso a Ubrique vamos a subir por la trocha
del camino de Ronda para fotografiar ese tesoro de nuestra etnología.
Antes de la partida miramos por donde acabamos de descender... el lateral de la Cruz y
nos percatamos de un repecho que hay algo más a la izquierda y que también
nos llevaría a coronar el Tajo; para distinguirlos,
lo mejor es marcarlos con el sistema preferido de este blog...
El tramo de la derecha es por donde hemos bajado del Huerto del Tabaco y
todos los demás rincones que componen la topología serrana ubriqueña del Ubrique el Alto.
El tramo de la izquierda es una nueva ruta aún desconocida y que algún día habrá
que recorrer, si la "preocupación" no nos lo impide (porque pendientita está aunque
como testigos, podemos aseverar que se puede coger por ahí hasta la Cruz del Tajo)
Podemos volver a la foto anterior por si acaso no ha quedado claro. Si no...
aquí se ve claramente la ruta del objetivo "incursivo", en potencia.
¡Todo un nuevo reto!
La trocha trata de salvar en línea recta el trazado en zig zag...
(para minimizar con el vaivén el efecto de la fuerte pendiente)
que posee el Camino de Ronda.
Es una vereda que aunque más esforzada por su inclinación, permite ganar
terreno en menos tiempo... ¡Por eso es la trocha! ¡Je!
El camino de Ronda va flanqueado por muros de piedras que lo van delimitando así que
para acortar ruta y fijándonos en la marca en XD -modernista- del algarrobo...
tenemos que saltar el muro delimitador...
para continuar por la vereda bien marcada del prado inclinado,
dejando de lado los llanos de la Era de la Calera...
y atrás, a la grande y a la pequeña... Esas especies escasas
por estos lares que nos traen a la memoria a las míticas encinas de la Manga.
Hay partes del camino en las que se funden los dos cursos, pero llegados a este punto
se bifurcan claramente. A diestra, el sendero empedrado, desde antaño camino de caballerías.
La trocha continuaría recta y modernamente...
le han sido colocadas piedras autóctonas para evitar los barrizales.
De pronto a nuestra derecha, percibimos la forma peculiar de las antiguas caleras...
semioculta entre malezas lantisqueras y ardiviejas.
Junto a ella, los restos de "escoria" que demuestran su ancestral actividad.
Con la ayuda de las bestias, el blanco elemento era trasportado al pueblo,
al grito de... "¡Ya bajó la cá! ¡Ya bajó la cá!".
Vamos a terminar de subir la trocha que nos ofrece a nuestras espaldas esas
entrañables vistas de la excepcional sierra de Ubrique.
Las dos veredas se vuelven a unir precisamente a la altura de...
la afamada Piedra del Agua.
(Esta foto es del uno de junio que fue cuando nos dimos un paseíto por la sierra.
Si se desea ver como aflora mágicamente de este sencillo boquete de la sierra
el agua fresca recién salida de debajo de la roca... véase este enlace del blog lila).
Delante del coqueto manantial, nos encontraremos perpetuamente con la disyuntiva
de... "¡No sé si tirar para Ubrique... por la Trocha o por el Empedrao!"
Pero por esta vez optaremos por el "oficial" para el regreso y así comprobar...
si continúa en su enclave, la señalización pétreo-rústica que invita a desviar el rumbo
hacia el Callejón Tiznao. Pero hoy no será nuestro caso. Aún nos queda detallar un buen
número de "dragones de piedra" y desarrollar su noménclator diferenciador,
antes de volver a Ubrique.
Que quede claro, cuando en una futura incursión hacia Vega Redonda lleguemos a este punto,
podemos decidir si seguimos por la Trocha o no. Las dos opciones dan al mismo sitio.
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