Ya hacía tiempo que no lucíamos el Monotipo que encabeza la serie de carteles para pensar...
y no es porque haya un sector antagónico en contra de la continuidad de la publicación, no.
Es que Ubrique en verde ha estado recopilando lo que hemos acordado en llamar
"Carteles en imperativo". Desde pequeños nunca nos gustó que nos dieran órdenes
ni en casa, ni en la escuela, ni en "dices tú de mili", lo que pasa es que hemos
aprendido a convivir con las imperaciones y las vemos como algo normal.
Debemos aceptarlas sin rechistar. Por ejemplo...
Para hacernos callar, tienen esta forma que sería la "rimbombante parafernálica"
por un lado...
por un lado...
o la "escueta directa" por otro. La función de las dos está clara.
Otra cosa es que logren mantenernos en silencio o no.
Hay lugares en los que por respeto nuestro, no tendrían que mostrarnos este imperativo.
El problema no es que le suene al primero el móvil, no.
Lo lamentable es cuando le suena a un segundo o a un tercero.
En esos casos de poca vista, habría que remodelar el aviso, añadiéndole un "palabro"...
¡Apagar los móviles, pardiez! o ¡Apagar los móviles, ostras!
(No se aconsejan malsonantes pues pueden herir la sensibilidad de los presentes)
Lo que está claro en nuestra actual sociedad es que la publicidad trata de imperar
en nuestro modus vivendi, diciéndonos lo que tenemos que hacer.
Menos mal que "todo el mundo" se puede defender de las agresiones publicitarias,
manteniéndose firme con un arraigado criterio propio.
O sea, si alguien nos dice directamente en un escaparate de la calle...
lo haremos si nos da la gana.
Lo mismo ocurre si nos ordenan lo que tenemos que regalar...
Y aparte, puede ser que no queramos preguntar por sus tarjetas regalo.
Por otro lado, la pretensión de algunos bancos es que hagamos lo que ellos dicen.
Viendo la forma de emitir el mensaje, parece que quieren obligarnos
a sacar y a llevarnos lo que ellos quieran.
Pero... ¿qué pasaría si nos negamos alegando que...
no nos gusta cocinar? ¿Qué...? ¿Ya no podríamos ahorrar?
Algunos somos tan pésimos con la cocina que para comer bien...
sólo nos queda una opción.
Y es que hasta para preparar unas simples palomitas nos tienen que dar órdenes.
A la entrada del edificio nuevo del Juzgado,
hay un buzón rojo para las tarjetas de la lectura del agua.
No obstante... ¿qué pasa si preferimos llevarla a la cuarta planta y así nos damos
un paseito en el ascensor con vistas panorámicas a Ubrique?
¿Y si no queremos empujar...?
¡Pues no!
¡No pensamos darle un empellón a nadie por mucho que nos lo digan!
Este imperativo es sangrante...
¿No bastaría con que nos sacaran la sangre del brazo para donarla? ¡Je!
(Somos muchos los que pensamos que el gesto de los donantes
es el más solidario y altruista de entre todas las posibilidades del ser humano)
¡Sí, claro! ¡Ahora! ¿Por qué no nos lo propusisteis antes de la cacareada crisis?
Y como ellos lo saben, los poderes fácticos quieren obligarnos a "invertir" nuestro dinerito
(el que lo tenga) en juegos de azar los cuales son considerados como "impuestos voluntarios"
que nunca revierten y si lo hacen, debemos olvidarnos del veintitantos por ciento del premio.
Por desgracia en esta sociedad actual, nadie se fia de nadie.
Pues lo sentimos, tienda de piel, nos vamos a dejar los zapatos puestos.
¡Faltaría más!
Seguro que bastaría un simple por favor para que ya nadie tirara dentro de los contenedores
de reciclaje cualquier otra cosa que no fuera lo indicado.
Y es que en el fondo sigue dándonos coraje que nos digan lo que tenemos que hacer.
El imperativo siempre está presente aunque nos den las gracias previamente.
Hay veces que debería sobrar tanto la orden como el agradecimiento,
si tuviéramos en cuenta el gesto de no tapar con nuestro coche, ventanas ni puertas.
Este cartel imperativo denota hastío (del latín fastidium) pero rezuma paciencia...
Éste por el contrario, es el fruto de la desesperación.
Los imperativos están presentes en nuestra cotidiana vida y la mayoría de las veces,
pasan desapercibidos. Ubrique en verde ha estado pendiente para caer en la cuenta.
¿Cuántas veces habremos pasado por la plaza del Cristina en la avenida de España
y ante este cartel imperativo, nunca nos hemos preguntado si es obligatorio anunciarse ahí,
si tenemos que hacerlo todo el mundo a la vez y qué es lo que tendríamos que anunciar...?
Es de agradecer cuando el mensaje imperativo va cargado de amor.
Se le puede hacer buen caso y no fumar pero a la hora de beber,
lo que se dice beber...
vamos a beber lo que nos de la gana.
(Si quieres ver "IV- Carteles para pensar", pincha aquí)
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