Nuestra hermana Esperanza, la del blog lila, nos ha retado a crear una entrada
que recogiese los puentes de Ubrique. Siempre que se habla de puentes,
se nos viene a la cabeza esos días -martes o jueves- que andan entre fiestas.
Pero en esta ocasión hablaremos de los puentes de Madison...
-"¡Huy! ¡Perdón! ¡Qué entrañable película...! ¡De Ubrique, quisimos decir!"
Pues veremos ¡¡¡Todos!!! los puentes de nuestro término municipal
-pero en dos capítulos. Los hay variopintos...
Desde este tipo clásico -aunque esté en la calzada romana...
hasta los ultramodernos de doce kilómetros de largo -igual que un túnel-
que unen el Guadiaro con el Majaceite.
Lo que es cierto es que un puente sirve para unir dos partes,
separadas habitualmente por un elemento"separador" -normalmente agua.
Pero para hallar el fundamento de los puentes, tiene que existir el primordial elemento.
Carecerían de sentido todas las obras humanas,
si no existiesen aguas que cruzar o intercambiar.
Si no hay ¡Agua va!...los rápidos no entonan sus borboteadores cantos.
Como le pasa al arroyo del Búho antes de llegar a nuestro querido pueblo
bajo este primer puente sin nombre.
Pero cuando las nubes se ciernen sobre el incierto horizonte de Ubrique...
Comienza el repiqueteo incesante y gratificante de la siempre deseada lluvia.
Entonces todo se traduce a esperanza.
Las aguas básicas para el consumo quedan garantizadas por otra temporada.
Los nacimientos "revientan" y...
entonces es cuando los puentes comienzan a tener sentido.
Pero en esta nueva entrada de Ubrique en verde, no vamos a versar de "puentes secos"...
ni de necesarios y enrevesados puentes imaginarios "Ganavotos".
Hablaremos de puentes tangibles que unen las dos partes de Ubrique
que andan separadas por las aguas de su propio río.
Aguas que manan en parte desde la huerta de Carretero y que provocaron...
la ubicación de uno de los puentes más clásicos y que comienza la lista...
El puente de vigas del huerto Carretero.
Sus aguas fundidas con las del Nacimiento pasan bajo el puente de San Francisco...
y caen en cascada bajo otro puente de nueva estructura...
El de acceso a la avenida del Rodezno.
Un puente que deja pasar las crepitantes aguas...
que llegan, algo más calmadas, hasta el que antaño fuese "el puente Tabla",
hoy en día de "hormigón armao" bajando la calle Cañitos.
Cerca de él, anualmente, se instalan pasarelas puente en la celebración
de las Pentatlones que discurren en parte, en remojo.
Allí mismo, el puente de la calle Corregidor, nos indica un cruce de caminos acuosos.
Ese lugar es el preferido para crear una balsa temporal que hace las delicias
de los espectadores y de los participantes de las arduas pruebas.
En ese punto se le une otro de los principales brazos que conforman el
río de Ubrique... el que viene desde el arroyo Seco.
Para ver su procedencia hay que subir hasta el Rano, donde podemos
ver el más alejado de los puentes modernos... "El puente del Rano" pero...
para llegar a él, primero hay que pasar -si se puede- por el deteriorado
"puente del pozo de Juan Yuste". Luego, pasaderas entremedias, llegamos hasta...
el puente de Miguel Reguera que es por donde hace su entrada triunfal a Ubrique...
el peyorativo Arroyo Seco. Allí mismo se le suman los torrentes
del afamado manantial del Benalfelí -Nueve Caños- y allí mismo
encontramos "otro puente"...
"el Puente de Hierro".
Algo más abajo -siguiendo el curso de arroyo Seco- encontramos el neonato
puente del Instituto que accede directamente a las instalaciones deportivas.
Junto al puente que une Lepanto con la glorieta de Sor Celina -plaza de los Patitos-
no es raro ver un balón perdido y en remojo, aunque lo que se vea en la imagen sea
más bien una de las piedras que arrastra desde el Rano, el arroyo Seco.
Desde allí -y a un tiro de "piedra"... El puente de la Esperanza que por los azares
de las nomenclaturas, quedó en la zona de Herrera Oria.
Sin duda uno de los puentes más tradicionales de nuestro querido pueblo.
Y siguiendo el curso... el puente de Tierno Galván que une San Pablo
con la trasera del colegio Fernando Gavilán y que da pie a la fusión
de los dos arroyos -Búho y Seco- que conforman el río de Ubrique.
El puente de Corrales Jordán -en primer plano- y el de Corregidor -detrás-
es el punto inicial de nuestro recorrido por los puentes sobre el río de Ubrique...
ese río que hace tan sugerentes ciertas y arraigadas celebraciones deportivas.
Y casi sin darnos cuenta, hemos llegado al puente más útil de todos,
el puente de los Callejones con sus reformas continuadas.
Es el punto de confluencia de las revoltosas aguas que
-cuando llueve bastante y hace sol después...
provienen de cuando revienta el Ubrique el Alto. Y como no, otro puente...
El puente de la calle Calvario que da acceso a la Era.
Antes de continuar queremos hacer hincapié sobre otro ultramoderno...
¡Bueno! ¡Por dónde íbamos! Estábamos en el puente de los Callejones.
El siguiente fue una de las aberraciones permitidas y acometidas en los setenta...
El puente Añón...
-"¡Construir encima del río
es menos costoso -no hay que comprar tierra!"
Lo único que puede paliar los "raros" sabores de los usos de antaño,
es decir que los bajos de ese puente...
-"¡Son feos con avaricia...!"
-"¡Qué no son más feos porque no han entrenado...!"
Fue tildado como el laberinto del terror en "Andaluces Ubriqueños ilustres 4"...
y muy cerca siguen alumbrando inciertos "poltergeist" -"fenómenos extraños".
De ahí "pabajo", los puentes que siguen son una calcomanía.
El puente de la calle Juzgado.
El puente de la plaza de los Ejércitos Españoles.
Y el de la Pasadilla.
Los ya entraditos en lustros. aún recordamos las enormes piedras de las "pazaeras"
que salvaban el curso del río original hasta la huerta de Morilla
-actual avenida de España.
El siguiente puente -según el curso del agua por cota descendente-
forma parte de un hito en nuestra historia...
El puente de Carlos I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX ó X
-que así seguro acertamos con el nombre- donde vamos
a hacer una paradita técnica por el número de fotos del post.
Ya hablaremos de él en el próximo capítulo de Ubrique en verde...
Por ahora... ¡Reto superado! Pero no se vayan...
¡Aún hay más!
.
¡Genial, hermano!
ResponderEliminarNunca hubiera dicha que había tantísimos puentes, aunque, como tú dices, algunos son feos, feísimos. Menos mal que al menos dejaron el de Carlos III, un hito en la arquitectura de puentes dentro del pueblo.