Ayer, a la hora de nona, los dioses de la antigua Roma en Ocurrris,
representados por Diana, la diosa de la Luna...
iban a acompañar, desde nuestra vecina y hermana Villa de Benaocaz...
a los romanos venidos desde innumerables rincones de la Hispania.
Todo está previsto. La experiencia del tercer año vaticina propicios augurios.
A ver si este año el arrierus tiene suerte y puede vender el mulo.
En la bocacalle del museo "benocaceño" nos esperan para despedirse, nuestro hermano
Currus el Máximus (Francisco, el mayor), junto a Arturis Hidalgus Pereirae,
Currus el Máximus (Francisco, el mayor), junto a Arturis Hidalgus Pereirae,
cerebros pensante de tan magna empresa, ajustando su gladius en el cincho.
Sin ellos y sin los voluntarios que trabajan tantos días para que todo esté perfecto,
la Bajada Romana a Ocurris no existiría como la conocemos.
Sin ellos y sin los voluntarios que trabajan tantos días para que todo esté perfecto,
la Bajada Romana a Ocurris no existiría como la conocemos.
Cual foro romano, la plaza del pueblo es un hervidero con un único lenguaje, el latín.
Evento de indudable importancia atendiendo a quien viene para cubrir la noticia y, ahora que
nos fijamos, así a simple vista, parece que esa cámara es mejor que la nuestra.
Nuestros hermanos, los Capillus Ezquerdibus, pertrechados hasta los dientes, darán
colorido a la ingente gesta, portando los símbolos de los romanos de Ocurrris.
Son muchos los patricios conocidos que se sumarán a la marcha.
Allí detrás, vemos a Domingus que, por el atuendo que trae hoy,
parece que quiere gritar:
¡His-pa-nia! ¡His-pa-nia!
¡Vini, vidi, vinci! ¡La copa de Europa!
Y desde Augusta Emerita les acompañarán los auténticos de la recreación histórica
de aquellas entrañables tierras. A ellos no hay nadie que los doblegue.
Sólo nos falta el Caesar y lo encontramos en el foro.
Pero no es Luisus, aunque lo parezca, sino...
el Magno Magister Antonius Huertae, I Caesar ocurritano; admirado por todos,
incluida la juventud que se queda embobada y absorta ante tanta magnanimidad.
Y como a todos los "grandes, le engrandece su gran"...
humildad en el servicio prestado a sus súbditos.
¡Que no os falte de nada!
¡Que no os falte de nada!
¡Alea jacta est!
La Plaza del pueblo pierde su nombre y queda subyugada al poderío del Imperio...
que la conquista para sí.
Ocurrris con todas las erres (erre que erre) será el próximo destino.
No podemos acompañarlos porque no estamos equipados a la usanza romana.
Por el camino nos asalta una duda, ¿y si no es Ubrique el lugar de la llegada
si no que van al Salto de la Mora que últimamente a alguien le ha dado
por llamar Ocuri? Al fin y al cabo es allí donde vivieron los romanos. Decidido,
vamos a esperarlos en su antigua ciudad, ya en ruinas y desde que se cayó parte
de la muralla "desnudada", más en ruinas todavía.
Allí, detrás de la sierra de los Paredones, está el Salto de la Mora (la sierra del Benalfil).
Lugar donde en el primer siglo de la era cristiana se crearon obras de romanos.
La foto está tomada desde el pluviómetro de la carretera de Benaocaz. Es ahí donde
podemos admirar otra "maravilla", pero no nos referimos al acueducto que llevaba el agua
desde el Castril hasta Ocurrris, sino a una obra...
de auténticos marranos. ¡Esto es un atentado inculto e insolente!
Pensando por donde subir a la antigua ciudad, se nos ocurrió hacerlo por donde
se accedía en los años setenta con Misión Rescate. Nuestro padre siempre gustó de
echar un ratito con Cristóbal Mangana, el dueño de Santa Lucía, antes de subir
a las ruinas que él supo poner en alerta de su abandono, al resto de España.
La entrada principal al conjunto histórico se hacía por donde está la hacienda
(que da nombre a la finca) y construida en 1916...
por la izquierda de la casa hacía arriba buscando el Columbario.
Las cosas cambian y han instalado una valla, por lo que pedimos permiso a
Cristóbal para subir por "la cola del Alfil" que emerge desde...
el entrañable llano de Santa Lucía. Repechando por las piedras hasta llegar
a la vertiente que da a la zona por donde discurre la Calzada...
y allí elegimos con tiempo, el lugar adecuado para ver llegar a los romanos.
Mientras buscaba el "mirador del Gladiador" pude contemplar como el verano se ha cebado
con la pradera que se extiende por debajo de Aguanueva, el fresco verde ha
dado paso al reseco pasto.
dado paso al reseco pasto.
Encontramos el lugar adecuado. Justo encima de esa roca de singular forma, hay
espacio suficiente para intentar captar alguna imagen de la marcha pintoresca.
Lo único es que le cambiaremos el nombre por el de "mirador del dragón de piedra".
Así que nos disponemos a esperar la llegada de los conquistadores que desplazaron a
los íberos de este lugar y fundaron uno de los importantes enclaves de
la historia antigua. Desde el farallón elegido, con vistas al Rano y a la Calzada,
entre Benaocaz y...
Ubrique, deseamos que no se cumpla el antiguo refrán del que espera desespera.
La hora de nona se acerca.
(Si quieres ver "cosas de romanos-2ªparte", pincha aquí)
Me encanta tu punto de vista, hermano, estoy deseando saber cómo se veían los romanos desde ahí arriba. Seguro que los vigías ocurritanos que controlaban el paso por la calzada se buscaron una atalaya parecida a tu dragón.
ResponderEliminarMuy buen reportaje!!!
Qué bien ataviados, los joíos... pero dime que esas sandalitas son sólo para posar, y para la bajada se calzan como los arrieros de la cuarta foto... y ahora, metido en época:
ResponderEliminarQuam bene vestitus, in joíos... sed dico me quod calciamenta sunt ad statum, et pro descensus ets induere ut portarent de quarta photo (mira que me lo he currao con el traductor, pero copias la frase en latín y la vuelves a pegar para traducirla al español y es la misma gramática que las instrucciones de uso de una batidora made in corea)