miércoles, 11 de julio de 2012

II- Un paseíto por la sierra

Continuamos nuestro paseíto por la sierra,
 pero si, quieres ver antes la primera parte, pincha aquí


Por entre la maleza de lantiscos, cornicabras, majoletos, sanguinos, palmichas, ardiviejas,
agracejos, matagallos, escambrones, acebuches, algorrobos, esparragueras, pitas, tunas
 y un sinfín de especies vegetales típicas del bosque Mediterráneo... 



emergen árboles y no precisamente son todos autóctonos como éste que enmarca
esa bella imágen del pueblo (aunque no sea una encina especial, sí es una más de
las contadas con los dedos de la mano en nuestra sierra y que llegan hasta la Manga),
sino que hay otros sembrados, con buena intención (supongo) pero que son de
otros lugares y rompen la autenticidad del paraje.



Me refiero a pinos piñoneros y eucaliptos de repoblación que van sucumbiendo
poco a poco gracias al empeño de la compañía eléctrica de eliminar toda vegetación
que crezca debajo de sus tendidos. Sin embargo ese tocón de pino es lo único que
dejó un grupo de zagalones en el acarreo brutal de leña para los gamones
en la calle Cornicabra, hace ya algunos años.
 Entre los árboles podemos ver la parte superior del depósito.
Ya volveremos más tarde porque desde aquí nos vamos...



a ver una cabreriza antigua que está por encima de la cantera del camino Benaocaz,
 por donde bajaron los romanos, junto al cauce empedrado -en este tramo- del...



arroyo del búho, ahora seco pero que con las lluvias providenciales de hace algunos meses...



pudimos disfrutar del espectáculo que supuso presenciar su crecida.




Al carecer de agua, es una buena ocasión para trepar por su cauce. Ya que la bajada
fue bastante dificultosa por estar la zona cerradilla en monte, vamos a repechar
por las piedras secas que configuran el curso del arroyo del Búho.



Desde las alturas podemos ver la casa de Antonio el del Rano, una de las más longevas
construcciones modernas junto a la calzada romana.



Ante la imposibilidad de continuar por el cauce, tenemos que "cabrear" por
peligrosos riscos. Desde este otro lado podemos ver los picos y 
cortados a idem que nos dificultaron el descenso en aquella aventura. 
Ya hemos hablado en ocasiones de la disolución
 de la roca caliza y de sus resultados, ya sea en forma de...



dragones de piedra
(que un día saldremos a buscarlos)  o...



de riscos escarpados, tectónicamente formados y
propios para los amantes del filo de lo imposible.




Y todo ello podemos disfrutarlo en este torcal calizo...



complementado con auténticos refugios naturales...



y que desemboca en la era de la Calera que hoy nos depara una sorpresa equina.
Pero como falta un rato para la hora de comer, vamos a ver si...



le queda algo del líquido elemento a la piedra del agua (que se ve ahí arriba)
 pero subiremos por la trocha que evita las curvas ascendentes del...



camino de Ronda, por el que regresamos a Ubrique sedientos. La piedra del agua
está agotada. Habrá que esperar a las próximas lluvias. Al llegar de nuevo a la Calera
vamos a tratar de saciar nuestra sed.
(Llevo las llaves del depósito -privilegios de trabajar en el servicio-
y vamos a beber en un grifo que hay dentro de sus instalaciones)



Desde la Calera parte una vereda que en su comienzo es más anchita, lo justo para un coche.
No sabemos donde los vamos a meter y cualquier sitio para aparcar es como un sueño.



Podemos admirar por el camino este ejemplar de "calcioso rocustus" petrificado,
pero bromas aparte, donde sí podemos fijar nuestra vista es...



en el montón de cenizas calcáreas producidas en la elaboración de la cal
-de la Calera, ¡claro!-
Ese era uno de los antiguos vertidos pero que no producía
al medio ambiente ningún daño por ser residuos de leña y piedras.



A la derecha podemos adivinar la forma de la cúpula que corona el depósito
y ahí abajo tenemos...




una bella estampa de nuestro convento de capuchinos con uno de sus singulares cipreses



Ya volveremos otro día al depósito y su paraje tupido para conocer sus detalles...




elaborados con la propia roca tallada.
Ahora lo que nos interesa es...



el agua que encierra en su interior que va a calmarnos la sed.



Dejamos atrás el depósito y salimos a la calle que le da nombre, pero
en vez de bajar la más escarpada calle de Ubrique, seguiremos rectos.



Desde la sierra entramos a Ubrique por la calle Libertad.
(Hemos podido hacer eso porque tengo... la llave de la cancela. ¡Je!)
El casco antiguo de Ubrique tiene gran parte debajo de las crestas de la sierra y...



mirándola, podemos sentirnos orgullosos al pensar que por ahí hemos bajado.
Creo que no ha estado mal darnos un paseíto por la sierra como dice mi hija,
coronando algunos de los "ochomiles",  justo antes de irnos unos diítas de vacaciones.
 El calor aprieta. Ya nos veremos a la vuelta con nuevas historias.
(¡Hay que ver lo que cundió la mañana del uno de junio, día del agua!
Y si te interesa continuar con Ubrique en verde, te invito a que vayas cliqueando
en "entradas antiguas" pues tienes a tu disposición ochenta y cinco historias más
 con fotos comentadas de cosillas de Ubrique. ¡Que te aproveche!



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2 comentarios:

  1. Muy buenos estos paseos ubriqueños llenos de detalles. Felices vacaciones!!

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  2. No sé yo si, con lo blogadicto que te estás volviendo aguantarás todas las vacaciones sin un articulillo. Seguro que aunque no lo cuelgues lo meterás en el "archivo mental".

    Ea,a descansar de las calores.

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