lunes, 1 de octubre de 2012

La base de la Cruz

Desde que comenzaron las publicaciones de las "incursiones" de Ubrique en verde
-sin ir más lejos- hemos estado viendo rincones que aunque "famosos", son desconocidos.
Hoy empieza el turno de la Cruz del Tajo y sus alrededores.



Este es uno de los tres picos que un fraile en la antigüedad, coronó con una cruz en un 
intento supersticioso de evitar la caída de rocas sobre el pueblo
 en una noche de estrepitosa tormenta.
 Nos referimos a la leyenda de las tres cruces de Ubrique
 (últimamente más de moda si cabe, a raíz del rodaje del Cucaracha).
Como toda obra, ya sea natural o artificial, ha de soportarse sobre buenos cimientos,
tal y como le ocurre a nuestro Tajo, observador y protagonista por sí mismo
 de la historia de la Villa.




De eso hablaremos en la entrada de hoy:
 de la base de la Cruz del Tajo.
Es un lugar inusual en las visitas a la sierra pero encierra secretos como cualquier otro.
Por encima de la calle Calvario se encuentra este sitio bastante conocido sólo
por los vecinos y por los electricistas del ayuntamiento que mantienen iluminado
 el impresionante cortado en las noches ubriqueñas.




Justo cuando la calle Calvario toma el nombre de Carril está la entrada de nuestra
incursión de hoy. Pero antes de pasar a la aventura incierta de la primera vez...



nos llama la atención algo que ya desvelaremos en la próxima intervención.




La pimera parte del camino consta de un laberinto "algo peligrosillo". Por fuerza
tienes que ir derechito sin desviarte a los lados. Ya de entrada no es un camino
para los ebrios que suelen marchar en zig zag.



Efectivamente estamos justo debajo de la impresinante mole calcárea, cuya verticalidad
se rompe con bloques salientes inaccesibles sin aditivos.



Delante de la falla se eleva otro risco más pequeño en comparación con su madre
de la que se desprendió...




pero grande y vistoso por sí solo.



Hemos pasado por ese arco de chumberas creyendo que era el camino...



pero vamos a tener que retroceder. Por aquí seguro que no bajan los electricistas
con los pertrechos y las herramientas.




El desarrollo del camino está bien delimitado y "construido" en parte. 
Al ser la primera vez y por estar semioculto por las tunas, 
no dábamos con él...



además hay gigantes bloques desprendidos que taponan en parte la continuidad.
Menos mal que cayeron hacia este lado...



porque si lo hubieran hecho hacia el casco histórico, habríamos salido en Canal Sur Noticias.



Casco antiguo de Ubrique, pueblo blanco de cal, serrano, de casitas bajas...
¡Vale, vale! Y con dos "parches" arquitectónicos desentonantes;
 ése, que es de otra época en la que
la estética brillaba por su ausencia y el moderno de la inexplicable cuarta planta
más azotea (que está detrás de la roca, más abajo; ya lo veremos después).




Gracias a que sólo girando un poco la cabeza a la derecha, la estampa cambia...
y podemos ver el San Antonio eternamente enamorado de la torre de la Iglesia.



Pegadito a las faldas de la sierra, continuamos nuestro paseo ya libres
de las sospechosas tunas y decimos eso porque no las puedes 
perder de vista nunca ni fiarte de ellas.
 Si miramos de vez en cuando al suelo...



podemos ver una formación rocosa singular. Es como un hormigón a lo bestia pero
formado por la naturaleza. A ver si los geólogos nos lo comentan.



Pegaditas a la pared vertical viven tranquilamente las "ratas voladoras" que aquí encuentran
su hábitat perfecto de libertad y tranquilidad. ¡Animalito!
¿Cómo pueden llamar rata a esta frágil avecilla?



En el centro de la base subimos el pecho donde se ven los "derrames" milenarios
de la edad geológica natural de estas últimas estribaciones de la Penibética
  y chumberas que más tarde o más temprano invadirán
la zona para volverla impracticable.




Cuentan que en los años setenta venía un ingeniero con unos focos muy grandes
desde Madrid, buscando un bello y adecuado lugar para su instalación.
Por lo visto se dirigía a Ronda; a su memorable Tajo pero quedó prendado 
por el Tajo con la Cruz cuando pasó por nuestro pueblo y aquí se quedaron.
Desde entonces se ilumina nuestra protagonista.  Aquellos legendarios artilugios
ya están obsoletos, cabizbajos y han sido reemplazados por una renovada energía.



Desde donde estamos (a un "tiro piedra" del huerto del Tabaco), parece que
podemos tocar la Cruz con las manos.



Llegando al otro extremo de la base, más vale no hacer ruido pues pendiente de un hilo
está al filo del equilibrio, la roca que por unos centímetros no está abajo con las
demás. Ya la vimos cuando estuvimos escuchando el ruido de los coches



La base de la Cruz ha sido utilizada desde tiempo inmemorial por los ubriqueños pero
no siempre las personas fueron tan integradoras con el medio como con este cercado
para animales. Muchos se han dedicado a transportar pesadamente todo tipo de objetos
y enseres. Costumbre que dará lugar a que tengamos que
 desamueblar la sierra un día de estos.



Estamos cerca de la calle Ronda con el templete del depósito del Cornicabra a la vista 
y el Salto de la Mora como telón de fondo. Ya no podemos avanzar más por hoy
pero intuimos que tiene que haber un nexo de unión entre esta zona y el camino de Ronda.



Tenemos que regresar por nuestros pasos al punto de partida pero amenazamos con volver.
Eso sí, siempre con mucho cuidado porque hay tramos en los que... 



podemos ser nosotros los que caigamos encima de las casas.



(Ahí a la derecha está el otro parche del que hablábamos antes, el de la cuarta planta)
De todas formas la vista de Ubrique desde las alturas, siempre tendrá ese encanto
que subyuga a propios y extraños y que nunca nos cansará por muy remirada
que la tengamos en nuestra retina.



Pasamos otra vez por el "minitajo". Ya contaremos en el próximo como fue el desarrollo
de la genial idea de ponerle algo más que una cruz para que no se despeñara hacia las casas.



Las tunas nos despiden abriéndonos paso hasta la siguiente...



pero vamos a salir por otro sitio ahora. En vez de por la entrada, lo haremos por 
donde fluyen hacia el pueblo las aguas cuando revienta el Ubrique el Alto.



Y ya en tierra firme qué menos que echar una última mirada al lugar
de la "incursión" de hoy -de donde emerge altiva y vigilante nuestra afamada


.

1 comentario:

  1. Esos paseos por lugares tan intrincados me parecen magníficos, hermanos, no sé a quién se le ocurriría pasear por ahí, pero al menos así nos hacemos una idea de cómo son las "entrañas" de la cruz. La fotografía del San Antonio mirando a su torre y la frase que les has dedicado me han parecido muy poéticas, y te las he "robado" para Aznalmara, espero que no te importe.
    Besos

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