Dentro del grupo de Andaluces Ubriqueños Ilustres sin estatua ni homenaje,
hoy le toca el turno a una persona muy famosa en nuestro pueblo...
y no precisamente por ser un insigne petaquero.
Es un hombre que ha dedicado su vida a cuidar de los niños...
pero no por ser un valioso médico, si no...
que regentaba una atracción de feria ubicada en medio de la calle
y cuidaba de que a los niños que pasábamos por allí, no nos ocurriera nada.
Aquella era otra época y ya hace tiempo que no existe dicho cacharrito.
Hoy en día hay parques infantiles adaptados pero con un poco de imaginación,
podemos encontrar repartidas por todo Ubrique, atracciones para
una Feria entera, las cuales vamos a nombrar...
(Repetimos: ¡Con un poco de imaginación!)
Las vías del Tren Fantasma.
El Túnel de la Risa.
(Anda, intentemos entrar con el coche al final de la calle San José)
El Túnel del Miedo.
(Al final de la calle Rojas)
(Al final de la calle Rojas)
La Pista de Patinaje.
(En la Plaza)
(En la Plaza)
La Pista de Skate Infantil.
La Casa Encantada.
La Olla.
(En la plaza, bajando la calle Corregidor.
¡Detrás del Fernando Gavilán!)
(En la plaza, bajando la calle Corregidor.
¡Detrás del Fernando Gavilán!)
La Casa de los Espejos.
La Uve.
El Zig-Zag.
(Entre el Rincón y las 18 de la 113)
El Zig-Zag
(detalle).
(detalle).
La Barca Vikinga, con la reja y todo.
El Laberinto del Terror.
(Bajo el puente Añón)
El Saltamontes.
La Montaña Rusa.
La Montaña Rusa
(continuación).
La pesca de los Patitos.
La Cama Elástica Acuática.
(En la calle Murillo)
Y los Coches de Choque.
Por supuesto instalados en
la Plaza de la Verdura.
¡Cómo no!
Pues aquí, junto a lo de Reguerita, debajo del puente de la Carretera de Cortes, antaño...
cada vez que nos montábamos se nos regalaba un globo...
y golpeando con una vieja llave inglesa, en el eje del extraordinario artilugio, al son del
"¡Chin chirichin chin chin, Chirichin chin chin, Chin, Chin!",
el dueño gritaba... "¿Queréis más...?"
y los zagales entusiasmados chillábamos...
-"¡Sííí...!"
el dueño gritaba... "¿Queréis más...?"
y los zagales entusiasmados chillábamos...
-"¡Sííí...!"
-"¡Chin chirichin chin chin, Chirichin chin chin, Chin, Chin!"
Creemos a ciencia cierta que todos los que cumplimos años,
echamos de menos aquel...
genuino y fantástico Voitoma...
del "Tres Pelos".
Como ya dijimos, eran otros tiempos. En la actualidad los niños se divierten de otra
forma más cibernética. Siempre andan "Intertenidos" con las maquinitas y ya...
no le echan cuenta ni a los globos.
A los que tuvimos la suerte de vivir intensamente aquella experiencia infantil,
cada vez que vemos una estampa así o parecida,
nos acordamos irremediablemente de este Andaluz Ubriqueño Ilustre con Voitoma...
Luis, "El Tres Pelos" que todavía y por suerte anda por ahí haciendo mandados.
Seguro que en su mente aún resuena el entrañable tintineo de...
-"¿Queréis más...?"
-"¿Sííí...?"
-"Chin chirichin chin chin, Chirichin chin chin, Chin, Chin".
(Gracias a Jose Mari por ofrecernos estas golondrinas tan propias y bien plantadas)
(Si quieres ver " Andaluces Ubriqueños Ilustres-3", pincha aquí)
.
Qué post más bonito has hecho, Manuel, y qué imaginación tienes. Me gusta También este ubriqueño ilustre.
ResponderEliminarEn ese voitoma "trabajé" yo con otro ubriqueño ilustre sin busto ni homenaje. Los niños del barrio nos dábamos tortas por ayudar al voitoma, cargado de niños, empujándolo para que arrancara, porque la manivela que debía engranar con el eje dentado del voitoma (que era de tracción animal) tenía holgura y traqueteaba, pero cuando ya cogía inercia, y el ilustre ubriqueño dejaba de accionarla, se quedaba dando vueltas, locamente, a la velocidad que llevaba el carrusel y más de un manivelazo nos llevamos en la cabeza, amén de los tropezones con las vigas de madera en cruz sobre los que se asentaba el voitoma, y las patadas de los viajeros al cruzar para salir o entrar... ciertamente ahí había trabajo para los de seguridad laboral.
ResponderEliminarDebe haber un ubriqueño que no querrá ver los carruseles ni en pintura porque una tarde su padre llegó con él de niño, lo subió, se "despistó" y lo dejó allí varias horas dando vueltas, el pobre... Todavía puedo reproducir la cantinela-reclamo con dos botellas de tercio (vacias, claro) sin dejarme una nota atrás.
Y ya cuando Luis nos daba la paga (un globo inflado) era la monda lironda. Gracias, Manolo, por hacernos evocar